Desafío para el Papa: una diócesis tiende una mano a los divorciados
Desafío para el Papa: una diócesis tiende una mano a los divorciados
Por Julio Algañaraz
Se trata de la de Friburgo, la segunda en importancia de Alemania. Les dará la comunión, la confesión, el bautismo y la confirmación.
Vaticano. Corresponsal -
09/10/13
Por sorpresa, ayer llegó una preocupación fuerte para Francisco
al anunciar la diócesis de Friburgo, segunda en dimensiones de las 27
que hay que Alemania, que esta semana publicará un documento que es una “mano tendida” a los católicos divorciados y vueltos a casar,
excluidos de los sacramentos. La “mano tendida” consistirá en el acceso
a los sacramentos interdictos, como la comunión, la confesión, el
bautismo, la confirmación y la extrema unción. Una revolución que será
uno de los temas candentes del Sínodo Mundial de Obispos sobre la
Familia que ayer convocó el Papa para dentro de un año. El peligro es
que el ejemplo de Friburgo cause un contagio con “desarrollos
sorpresivos” en una materia incandescente, como temen en voz baja los
prelados consultados.
La reacción del Vaticano ante el riesgoso
desborde de los alemanes de Friburgo fue afirmar que “aquí no ha
cambiado nada”, como aseguró el padre Federico Lombardi, portavoz del
Papa. “No hay ninguna novedad para los divorciados vueltos a casar, el
documento es de una oficina pastoral local” y el arzobispo Robert
Zoellisch, nada menos que el presidente de la Conferencia Episcopal
germana, que está por retirarse, “no ha sido consultado”. Pero la
novedad parece ir adelante con el aval del arzobispo. El decano de la
oficina que se ocupa de la cura de las almas en Friburgo, Andreas
Moehrle, dijo que “ante el número tan elevado de divorcios, la Iglesia no se puede permitir de excluir a la gente ”.
“En caso del fracaso de un matrimonio queremos ser abiertos con las personas que sufren, escucharlas y estarles cerca”.
Para
la doctrina católica volverse a casar es un pecado si no hay una
anulación eclesiástica. Por supuesto que el primer matrimonio es ante el
altar y el segundo en el registro civil, que la Iglesia, a decir
verdad, no consideraba un verdadero matrimonio. Los pecadores son
excluidos de los sacramentos. El sistema es extraño. Si uno de los
contrayentes es casado y divorciado por el civil, como la futura reina
de España, no hay inconvenientes en aceptarle un segundo matrimonio como
Dios manda, vamos.
Hace tiempo que la Iglesia alemana quiere
cambiar las cosas y hace unos años el cardenal Karl Lehman, legendario
líder de los católicos germanos, se mostró favorable a la apertura, pero
fue llamado severamente al orden por el Papa Benedicto XVI, el también
alemán Joseph Ratzinger.
En Alemania un tercio de los 80 millones
de habitantes son católicos, otro tercio protestante y el otro tercio
es en su mayor parte integrado por no creyentes. Por eso la pastoral de
la influyente diócesis ofrecerá a los divorciados vueltos a casar
coloquios en los que podrán contar las razones del fracaso matrimonial y
confrontarlas con la fe. Será la base para que puedan participar
plenamente de la vida de la Iglesia y los sacramentos. Hasta ahora, el
remedio propuesto por Juan Pablo II y su influyente defensor de la
ortodoxia, Joseph Ratzinger, después Benedicto XVI, era que para ser
plenamente aceptados en la Iglesia, los cónyuges debían convivir “como
hermanos”, es decir sin las normales relaciones sexuales. Una solución
arcaica.