La Caridad sin Verdad sería ciega, La Verdad sin Caridad sería como , “un címbalo que tintinea.” San Pablo 1 Cor.13.1
viernes, abril 27, 2018
HECHOS
Y CIFRAS DEL ABORTO
El
solo buen sentido indica que –a menos que surjan accidentes naturales o
artificiales que lo impidan- un ovocito fecundado se transforma, al cabo del
período gestacional, en un niño que es persona humana
tanto desde el punto de vista biológico como jurídico. Pero la Naturaleza
agrega un dato objetivo que obliga a ser leído con seriedad: apenas el primero
de millones de espermatozoides penetra en el ovocito maduro que la mujer
deposita en la Trompa de Falopio durante un ciclo fértil, la membrana celular
del óvulo bloquea el ingreso de ningún otro, mostrando la inmediata protección
que el gameto materno brinda a esa nueva vida, portadora de un código genético
que lo hará único –y en esto no hay exageración sino precisión
científica- en toda la historia de la humanidad.
Desoyendo
este claro mensaje biológico que habla a nuestra más elemental inteligencia
pero a nuestra más fina sensibilidad, hay quienes pretenden que esa primera
célula, portadora de la herencia materna y paterna en combinación singular
desde el primer instante de la concepción, no es “persona” hasta
que no se dan determinadas circunstancias que le son externas. Unos dicen que
ha de esperar unas horas, hasta implantarse en el útero. Otros, que lo será
cuando se desarrolle su sistema nervioso. Los más imaginativos, como el
divulgador KarlSagan (ParadeMagazine, April 22, 1990, pág 4), han
pretendido que el futuro hombre va pasando como embrión las etapas que
atribuyen a la nunca probada científicamente teoría de la evolución; así el
vientre materno alojaría sucesivamente una ameba, un pececito, un renacuajo,
hasta que lo habitara un pichón de hombre. Todas son formas de justificar que,
practicando el aborto durante esos períodos, no se estaría eliminando a un ser
humano. La teoría más audaz es la que indica que los neonatos “no son
funcionalmente humanos hasta que devienen tales en el proceso de socialización” (AshleyMontagu):
así se justificaría el infanticidio.
Todo
lo anterior tiende a tranquilizar la conciencia de los promotores del aborto,
que justifican su postura señalando que defienden a menores pobres que recurren
por eso a prácticas no controladas e inseguras. Pero si esto pudiera ser
parcialmente cierto antes de la legalización del aborto, dejaría de serlo luego
de sancionada la ley. Sin embargo en Italia -país al que nos parecemos, si los
hay- lo sucedido fue que: “Sólo el 8% de las mujeres que abortan tiene
menos de 20 años y sólo el 19% es estudiante; el 43% se cuenta entre las
empleadas y el 38% entre las amas de casa”. El perfil de la mujer que
aborta allí desde la legalización que tuvo lugar por el plebiscito de 1978,
“es el de una edad comprendida entre los 30-35 años, ama de casa o
empleada, de condición económica discreta, de nivel de instrucción media,
católica practicante con dos hijos, es decir el de un típico exponente de la
burguesía media: en el 70% de los casos esta madre considera que desde la
concepción el hijo es un ser humano, pero recurre al aborto no obstante ello
por razones no fundamentales, llamémoslas contingentes, pero suficientemente
fuertes como para debilitar cualquier visión religiosa y moral que hasta hace
poco eran consideradas el eje estabilizador del individuo en la sociedad
actual” (Massi, Gianbattista
. “Etica en Medicina”, Fundación Alberto Roemmers,
Buenos Aires 1982). El Profesor Massi, Director del
Instituto de Clínica Obstétrica y Ginecológica de la Universidad de Florencia,
visitó nuestro país y brindó una conferencia en la Academia Nacional de
Medicina donde agregó que, luego de la legalización y la aceptación social
implícita, “un conjunto de datos culturales y epidemiológicos nos obliga
a reconocer que existe la tendencia a percibir el aborto no como la reparación
dolorosa de una contracepción fracasada, sino como un método anticonceptivo
propiamente dicho… Un comentario típico de muchas mujeres es: ‘La
píldora es un mal, la espiral es un mal, el aborto es un mal, pero elijo este
último (gratuito y legal) con la esperanza de que no me ocurra con
frecuencia’ ”.
A su
vez, ya está claro en los países occidentales que la legalización del aborto
provoca más abortos. “Desde Roe vsWade (el caso líder para la legalización en EEUU, 1973) el
número de abortos realizados en los Estados Unidos aumentó de 744.000 a
1.500.000. Los abortos terminaron el año pasado con un tercio de todos los
embarazos en la nación. Más de un millón de adolescentes se embarazó y el 38%
se hizo un aborto” (Walter Isaacson, Time,
abril 6, 1981). Y esto tiene un innegable impacto demográfico y sociológico,
que puede ser suicida en un país que necesita población como el nuestro.
Finalmente,
los promotores del aborto aducen que se reducirán las muertes maternas. Vale la
pena indicar que en 2015 (último año publicado por el Ministerio de Salud de la
Nación, Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio,
(deis.msal.gov.ar)) el total de muertes por embarazos
terminados en abortos (se cuentan siete otras causas además del aborto
clandestino) fue de 55. Entre ellos sólo 1 en menores de 15 años y 5 por debajo
de los 19 años. La mayor parte sucedió en mujeres entre los 25 y los 29,
similar al perfil detectado en Italia.
Pero
además conviene agregar, a las complicaciones tardías de los abortos (endometritis, sinequias y
esterilidad), la experiencia de los sacerdotes acerca del daño psíquico de las
mujeres que han abortado: hasta la vejez siguen confesando una y otra vez su
aborto porque, contradiciendo al sacramento de la reconciliación en que creen,
nunca se perdonan.
Las
evidencias del deterioro que provoca la legalización son mucho más numerosas de
las que caben en este espacio limitado.Vale para más información consultar el reciente artículo deSégoleneduClosel sobre las consecuencias
del aborto en Francia, luego de 43 años de su legalización (www.infobae.com/opinion/2018/04/16).
Quien vaya a votar a favor del aborto debe
saber, entonces, que estará dañando a las personas por nacer, a las madres, y a
la Patria.
Hugo Esteva
Profesor
Titular de Cirugía
Universidad
de Buenos Aires
MN:
35.165
Un simposio científico en el Congreso advirtió sobre la ilegalidad del aborto
4-5 minutos
Buenos Aires (AICA):
En el marco de un Simposio Científico que se realizó el 26 de abril en
el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación, un grupo de
médicos advirtió sobre la ilegalidad del aborto. “La medicina en general
y la medicina argentina en particular, puede y debe hacer lo imposible
para salvar las dos vidas, porque todas las vidas nos preocupan”,
sostuvo en un comunicado final.
En
el marco de un Simposio Científico que se realizó el 26 de abril en el
Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación, un grupo de
médicos advirtió sobre la ilegalidad del aborto.
La actividad fue organizada por “Médicos por la vida y los derechos
humanos de la madre y del niño por nacer”, un grupo de casi 400
profesionales de la salud autoconvocados hace 2 meses con motivo de la
Marcha por la vida realizada el 25 de marzo, considerada un “plebiscito
abierto” en el que se manifestaron 2 millones de argentinos.
Este grupo de profesionales generaron comisiones de trabajo con el fin
de aportar luz con absoluta rigurosidad científica al debate impulsado
por el Poder Ejecutivo desde diversos puntos de vista: biológico,
bioético, estadístico, jurídico, psiquiátrico, económico y social.
Entre sus casi 400 miembros, figuran distinguidos investigadores,
médicos, juristas, bioestadísticos, bioeticistas y otros profesionales
de la salud del ámbito nacional.
Tras la apertura a cargo del doctor Luis Durand Figueroa, hubo varias
exposiciones: “¿Qué dice la ley actual acerca del aborto?” (doctora Ana
De Lucca), “Principal proyecto de ley de despenalización del aborto.
¿Hay otros proyectos a favor del aborto? ¿en qué se diferencian?”
(doctor Roberto Castellanos), “¿Hay proyectos de ley a favor de las dos
vidas?” (licenciada María de los Ángeles Mainardi), “Respuestas a todos
los planteos pro abortistas” (doctor Antonio Catalán Pellet y doctora
Inés Turri), “Doctora, no puedo seguir con este embarazo…” (doctora
Mariana Rey Saravia) y “Experiencia en Francia luego de 43 años de
aborto legalizado” (doctor Ségonèle du Clusel).
La conferencia magistral conclusiva estuvo a cargo del médico
estadounidense Vicent Rue, que intentó dar respuesta sobre cómo evaluar
el trauma posaborto.
En un comunicado final, los médicos recordaron que “para la ciencia, la
vida comienza con la fecundación y el ser humano en el seno materno
tiene vida propia e independiente”.
“El aborto clandestino es un problema que lo tenemos que resolver entre
todos ayudando y conteniendo a las mujeres y familias vulnerables. Sin
embargo, matar al niño por nacer para nada resuelve el problema. Incluso
lo puede agravar. Los números y las estadísticas demuestran que el
número de abortos aumenta sostenidamente en el tiempo tras su
legalización, y la mortalidad materna depende mucho más de la salud del
embarazo que de lo que se pueda lograr con el aborto”, aseguraron.
“La única forma de lograr que no haya más muertes maternas vinculadas al
aborto (ni la de los niños por nacer) es NO abortando, sin olvidarnos a
la vez de toda la ayuda y contención que debemos entregar a esas madres
vulnerables”, puntualizaron.
Los profesionales médicos afirmaron que letrados coinciden en advertir
que “los proyectos propuestos son todos inconstitucionales en tanto
violan la protección a la vida humana, en todas sus etapas como lo
establece la Constitución”.
“Nuestra sociedad tiene una oportunidad única e irrepetible de cambiar
para mejor, con ideas superadoras: educando, promocionando el bien
común, ayudando a las madres que sufren, ofreciendo apoyo y contención
psicosocial, facilitando la adopción, ya sea intraútero o luego de
nacer, promoviendo padrinazgo a familias vulnerables, planes
nutricionales a los niños, generando grupos multidisciplinarios de
trabajo social. Todos necesitamos de todos para lograr una sociedad más
justa y mejor”, agregaron.
“La legalización del aborto nos llevaría a nuestro fracaso, no sólo como
médicos, sino además como sociedad. Nosotros podemos ser ejemplo de
sociedad para otras sociedades del mundo. La medicina en general y la
medicina argentina en particular, puede y debe hacer lo imposible para
salvar las dos vidas, porque todas las vidas nos preocupan. Señores
legisladores, SÍ, SE PUEDE tener una sociedad y una patria mejor. De
ustedes depende”, concluyeron.+
Tres aniversarios para amar, aún más, Covadonga y Asturias
Este
hermoso paraje natural cumple en 2018 dos centenarios: el de su
protección como parque nacional y el de la coronación de su Virgen.
Además, se cumplen trece siglos de la proclamación de Don Pelayo como
rey de Asturias
Covadonga es un lugar muy especial en Asturias (y en España) porque allí se unen de forma única la Historia, la naturaleza y la religión.
Y no solo coinciden en el espacio, sino que también se entrelazan entre
sí: las características naturales del lugar jugaron un papel
fundamental en la batalla que hizo famosa a Covadonga, esa misma batalla
tiene conexiones religiosas que contribuyeron a la leyenda del lugar y
el actual corazón de la veneración mariana en Covadonga -la cueva de la
Santina- es también un precioso escenario natural. Y los tres aspectos
-histórico, natural y religioso- celebran importantes aniversarios este año.
1. Covadonga histórica
Para comenzar, remontémonos al siglo VIII. Si bien la batalla de Covadonga
no tuvo lugar -si damos fe a las crónicas- hasta el año 722, fue hace
ahora 1.300 años, en el 718, cuando se dice que un grupo de caudillos
asturianos, dirigidos por Pelayo, se negaron a pagar
tributos a los invasores musulmanes y se rebelaron. Para defenderse de
las tropas enviadas por el emirato de Córdoba para sofocar el
levantamiento, Pelayo y sus hombres aprovecharon las características del
paisaje asturiano, refugiándose en las estribaciones de los Picos de Europa, concretamente en el escarpado valle de Cangas de Onís,
con el monte Auseva al fondo. Un lugar fácil de defender, ya que lo
estrecho del paso impedía el acceso de un gran número de tropas, y en el
que no era difícil encontrar comida y agua.
También
de entonces arrancan las conexiones espirituales de este lugar. Se dice
que Pelayo llevaba consigo -y portaba durante la batalla- una cruz de madera. Y la leyenda dice que esa misma cruz es la que dos siglos más tarde sería recubierta de oro y piedras preciosas para crear la Cruz de la Victoria
que se encuentra en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo y que es
el símbolo que figura en la bandera de Asturias y que cuelga del puente
romano de Cangas de Onís. Esto es, sin embargo, sólo
una leyenda, ya que las pruebas arqueológicas han descartado que la
madera de la cruz pueda ser del siglo VIII. También cuenta otra leyenda
que la Virgen se apareció a Pelayo durante la batalla, ayudándole a
lograr la victoria. De ahí que el centro de la veneración en Covadonga
sea la Santina, la Virgen de Covadonga.
2. Covadonga espiritual
Si
bien hay historias sobre la veneración a la Virgen de Covadonga desde
inmediatamente después de la batalla y certeza histórica de la misma a
partir del siglo XII, fue hace ahora 100 años cuando tuvo lugar un rito
fundamental: la coronación de la Virgen. Este rito
litúrgico que señala la noción de la Virgen como Reina de la Iglesia
tuvo lugar el 8 de septiembre (festividad de la Virgen de Covadonga y
Día de Asturias) de 1918, con la presencia de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg.
Se dio así un paso importantísimo para ensalzar la figura de la Santina
-como se conoce popularmente en Asturias a esta virgen- y para
consolidar el peregrinaje a la basílica y a la Santa Cueva de Covadonga
para visitar su imagen (que «ye piquiñina y galana» -pequeña y bonita-,
como se dice en Asturias).
Para celebrar este centenario de la coronación se ha declarado además un Año Jubilar Mariano
en Covadonga, que durará desde el 8 de septiembre de este año hasta la
misma fecha de 2019 y que permitirá a los peregrinos ganar el jubileo y
lograr la indulgencia plenaria. Ocasión ideal para acercarse a un
santuario que ya ejerce una enorme atracción sobre los asturianos. Es,
además, un santuario particularmente bello, en un entorno natural único,
con la cueva formada en la pared de roca y la cascada cayendo bajo
ella. Todo ello rodeado de un paraje de gran importancia ecológica que
este año también está de centenario.
3. Covadonga natural
El 8 de septiembre de 1918 se aprovechó la presencia del rey Alfonso XIII para inaugurar de forma oficial el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga,
el primero de España y segundo del mundo tras el de Yosemite, en
Estados Unidos. En realidad, la declaración como parque nacional ya se
había producido el 22 de julio de ese año y llevaba fraguándose un par
de años, a través de la pionera Ley de Parques Nacionales impulsada por
un asturiano profundamente enamorado de Covadonga: Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa.
Esta ley permitió a Pidal proteger un espacio de montaña de gran riqueza natural, atravesado por ríos como el Cares o el Sella
y salpicado de bosques autóctonos de robles, hayas, tilos, avellanos o
acebos. En este parque, que con los años se ha ido ampliando y cambiado
su nombre por el de Parque Nacional de los Picos de Europa,
habitan especies tan representativas como el oso pardo, el urogallo, el
rebeco, el lobo y el quebrantahuesos. Además, es un lugar ideal para
practicar el senderismo, el alpinismo (el Naranjo de Bulnes
es un hito imprescindible para los alpinistas españoles) o la
espeleología o el ciclismo: el habitual final de etapa de la Vuelta
Ciclista a España en los Lagos de Covadonga ha contribuido enormemente a hacer famosa esta zona.
Pero
este parque nacional no es sólo un lugar de naturaleza pura. Desde los
comienzos ha estado habitado, con pequeñas aldeas repartidas por su
superficie. Esto lo convierte en un lugar de gran importancia
antropológica, sobre todo en lo referido a las formas de vida
ancestrales de sus pastores. Y también destaca por su gastronomía. Por
un lado, el ganado -sobre todo bovino- que se cría en los alrededores de
Covadonga produce carne y leche de excelente calidad. Por otro, esta es
una zona que concentra la mayor parte de la producción artesanal de
varios de los justamente famosos quesos asturianos: el Gamonéu, el de Los Beyos y el más conocido de todos, el Cabrales.
En
suma, el parque nacional consigue realizar el sueño que tenía para él
Pedro Pidal: aunar las tres Covadongas -la histórica, la espiritual y la
natural- para acercarlas a todo aquel que quisiese llegar hasta allí
para conocerlas.
La extraña muerte del Rey loco que creó algunos de los castillos más mágicos de Europa
Luis
II de Baviera es uno de esos monarcas malditos, aunque su locura le fue
atribuida más por su condición sexual y sus extravagancias que por una
enfermedad real
Quieran o no quieran, los reyes están obligados a reinar y a asumir
responsabilidades desde que son niños. Hasta su muerte, viven por y para
sus reinos, sobreponiéndose a desgracias, enfermedades y toda suerte de
obstáculos. No quiera la genética que uno de aquellos obstáculos sea
una enfermedad mental, porque, como acredita el caso de Juana «La Loca», Rodolfo II de Austria o Jorge III del Reino Unido, la locura es mal acompañante para quienes ostentan poderes absolutos. Luis II de Baviera
es otro más en la lista de monarcas malditos, aunque su locura le fue
atribuida más por su condición sexual y sus extravagancias que por una
enfermedad real. Hijo del Rey Maximiliano II de Baviera y de la Princesa
María de Prusia, el heredero de Baviera, uno de los reinos más
importantes que conformaba el mosaico germano, fue criado entre
algodones y severamente vigilado por sus preceptores. Solo durante sus
estancias en el castillo de Hohenschwangau, que hicieron volar su
imaginación, vivió algo parecido a una adolescencia normal. Junto a su
amigo, el aristócrata Paul Maximilian Lamoral de Thurn und Taxis (1843-1879), se aficionó locamente a la poesía y representó óperas de Richard Wagner.
Un amante de la belleza
Con
los años, el compositor, dramaturgo y poeta alemán se convirtió en uno
de los escasos amigos íntimos del Rey. No faltaron quienes afirmaron que
el bávaro mantuvo relaciones sexuales tanto con el aristócrata, como con la estrella de teatro húngara Josef Kainz o el propio Wagner. Al respecto de su benefactor, Wagner escribió:
«Lo
increíble se ha vuelto realidad. El cielo me ha enviado a este Rey, que
es mi felicidad y mi patria... ¡Tan bello es, tan magnífico, y está tan
lleno de Alma, que temo que su vida se desvanezca, en este mundo
grosero, como un fugitivo ensueño de los dioses! Me ama con el íntimo
fervor y la fuerza del primer amor...».
Para cuando fue coronado Rey, a los 18 años, Luis de Baviera era ya un hombre alto, pálido como la leche y amante de la belleza,
dicho esto no como un elogio, sino como una obsesión. A medio camino
entre la realidad y la novela, se dice que a la hora de escoger a sus
ministros se guiaba tanto por su aspecto físico como por sus habilidades
políticas. Una de las muchas extravagancias que desarrolló a lo largo
del reinado este hombre tímido y soñador, opuesto a la imagen del rey
ciudadano que se destilaba en su siglo.
Si bien el Rey nunca se casó, estuvo comprometido fugazmente con su prima Sofía Carlota de Baviera, con la que compartía la pasión por Wagner y a la que se refería como Elsa, un personaje de fantasía de la ópera romántica Lohengrin de Wagner.
En su diario personal dejó registrada su preocupación porque no se
conocieran sus deseos sexuales y se pudiera mantener fiel a los dogmas
católicos. Incapaz de hacer pública su homosexualidad, Luis II se
internó en un mundo de fantasía, con personajes como Sofía, viviendo la
profunda frustración de todos aquellos reyes sabedores de que nunca
tendrán sucesor.
Del mismo modo, su ambición de unificar en torno a Baviera los dispersos reinos germánicos chocó con la pujanza de Prusia. Tras su derrota contra Prusia en la Guerra de las Siete Semanas,
Luis II se vio obligado a alinearse a partir de entonces del bando de
Otto von Bismarck. Si bien los distintos reinos mantuvieron cierta
autonomía, incluidas sus coronas, la fundación del Imperio alemán bajo
la Dinastía de los Hohenzollern, en 1871, situó a los Reyes de Baviera y
Sajonia (los dos reinos más grandes después de Prusia) y otros
príncipes menores camino de la extinción.
Frustrado en sus grandes objetivos políticos, Luis II se alejó de sus responsabilidad de Múnich,
para ocupar su tiempo en el palacio de Linderhof, un Versalles en
miniatura, y en el mecenazgo cultural. En Linderhof sintetizó su
fascinación por los caballeros medievales como Parsifal o Lohengrin, además de su admiración por los antiguos reyes absolutistas, como Luis XIV de Francia.
El apego por los grandes castillos de estilo medieval fue su gran vía de escape tras sus fracasos políticos. Una vez alzados los fastuosos palacios de Linderhof y de Herrenchiemsee, sus arquitectos se volcaron a partir de 1868 en la construcción de un gigantesco castillo sobre la roca del barranco de Pöllat.
La construcción de la impresionante estructura de Neuschwanstein y de
otro castillo igual de imponente a pocos kilómetros, hoy lugar de
referencia turística, se vio retrasada a causa de la trágica muerte del
Monarca en 1886.
Un rey solo
El
aislamiento del Rey en su corte medieval de fantasía le llevó a vivir de
espaldas a la política y, en las escasas ocasiones que intervino, fue
para ir en contra de las decisiones de la Cámara del Reino, como en el
caso del intento de censurar al ministro Pfretzner por
unas críticas a la casa imperial, o para criticar la preponderancia que
estaba adquiriendo Prusia sobre el resto de reinos de Alemania. Si Luis
II no se preocupó en ser el Rey que sus súbditos esperaba, menos se
esforzaron ellos en comprenderle, limitándose a llamarle loco.
Claro que, además de sensible, romántico y atormentado, resultó un Rey
derrochador, que cuanto peor se encontraba el erario público más dinero
exigía para sus obras medievales y sus apoyos a Wagner y otros artistas. Las
excentricidades del Rey condujeron a que fuera diagnosticado de
esquizofrenia en 1886 y, finalmente, incapacitado para gobernar. Todo
sucedió de forma fulminante, incluída su muerte. El día 10 de junio de
ese año, su primo el Príncipe Luitpold tomó la regencia del reino y Luis
II fue sacado del castillo de Neuschwanstein para ser
recluido en el de Berg. Algunos nobles leales al Rey trataron de frenar
su inhabilitación. Y, en una muestra de que su locura no podía ser muy
profunda, él mismo llamó al pueblo a rebelarse contra los conspiradores:
«El Príncipe Luitpold intenta, en contra de mi voluntad,
ascender a la Regencia de mi tierra, y mi antiguo ministerio, a través
de falsas acusaciones sobre el estado de mi salud, ha engañado a mi
amado pueblo y se está preparando para cometer actos de alta traición.
[...] Exhorto a todos los bávaros leales a reunirse en torno a mis
fieles seguidores para frustrar la traición planificada contra el Rey y
la patria».
Hoy,
aquel diagnóstico resulta poco claro y cada vez parece más posible que,
en verdad, la familia real bávara tomara aquella decisión para frenar
la escalada de extravagancias del Rey. Solo días después de comenzar su
reclusión, Luis II falleció en extrañas circunstancias cuando paseaba
por el lago de Starnberg, el 13 de junio de 1886. Aquel día, el psiquiatra Bernhard von Gudden
acompañó al Monarca en un paseo por los alrededores del lago. Los dos
hombres nunca volvieron: se les encontró ahogados en el lago a las
23.30. Oficialmente, se certificó que la causa de la muerte era un
suicidio (¿Dos hombres, doctor y paciente, se suicidaron a la vez?),
si bien lo más probable es que al Rey le sorprendieron fugándose y dos
soldados leales al nuevo régimen aprovecharan para eliminarle de la
escena.
Por cierto que el hermano pequeño de Luis II, Otto,
también sería declarado incapacitado tras pasar a él la Corona. Y parece
que en su caso no hubo dudas al respecto de su locura.
lunes, abril 23, 2018
Enrique II «el Fratricida», el hijo bastardo que mató a su hermano para ser Rey de Castilla
El
Conde de Trastámara inauguró con la muerte de su hermano Pedro «El
Cruel», al que arrebató la vida con sus propias manos, la historia de
una dinastía que reinó un siglo y medio en Castilla
Fue una escena de una épica aplastante, de la que si Shakespeare
fuera castellano habría dado cuenta en un drama donde los diálogos ya
estaban escritos con sangre. Tras casi 20 años en guerra –donde Enrique
de Trastámara y su hermano Pedro I «el Cruel»
(o «el Justiciero», dependiendo del bando) se disputaron la Corona de
Castilla–, ambos se encontraron frente a frente en marzo de 1369.
«¿Dónde está ese judío hideputa que se nombra Rey de Castilla?», gritó
Enrique de Trastámara, hermano bastardo del Rey, antes de enzarzarse en
un duelo fraticida que dio a Castilla un nuevo Rey y origen a una nueva
dinastía: Enrique «El Fraticida» de los Trastámara.
Pedro I y Enrique de Trastámara se pasaron décadas jugando al perro y al gato. La repentina muerte de Alfonso XI de Castilla
en 1350 a causa de la peste, cuando solo contaba 40 años, entregó la
Corona de Castilla a un imberbe Pedro I. Hasta entonces, el joven
príncipe había estado aislado de la Corte junto a su madre María de Portugal, que había sido desplazada por la hermosa amante del Rey, Leonor de Guzmán (tataranieta de Alfonso IX de León),
y los diez hijos frutos de está relación extramatrimonial. Enrique de
Trastámara fue uno de los hijos de Leonor y el primero en llegar a la
vida adulta junto a su hermano gemelo Fadrique Alfonso de Castilla.
Mientras Pedro –el legítimo heredero– permanecía marginado, Enrique
recibía los condados de Noreña y Trastámara y los señoríos sobre Lemos y Sarria, en Galicia, y las villas de Cabrera y Ribera,
junto a las otras concesiones de las que se beneficiaron los hijos de
Leonor. El fallecimiento de Alfonso XI revertió la situación.
Con la llegada al poder de Pedro I y de su madre María de Portugal,
los hijos de Leonor perdieron el apoyo de buena parte de la nobleza y
tuvieron que huir de la corte. Cuando viajaba a Sevilla en el cortejo
fúnebre del Rey, Leonor de Guzmán fue apresada sin que
tuviera tiempo de poner tierra de por medio, como habían hecho sus
hijos. Desde su cautiverio, Leonor conspiró para convertir en Rey a su
hijo Enrique, quien contrajo matrimonio con Juana Manuel de Villena,
hija de Don Juan Manuel,
adelantado mayor de Murcia y Señor de Villena, un poderoso noble al que
se le atribuye la escritura de «El Conde Lucanor». Para terminar con
las sublevaciones que levantaron los hijos de Leonor por todo el reino,
Pedro I, que justificó con esa decisión por primera vez su apodo como
Rey, ordenó que Leonor fuera ejecutada en Talavera de la Reina.
Dos hermanos en guerra durante décadas
Lejos de terminar con las sublevaciones, la cruel decisión convirtió la guerra en un problema crónico del reinado. Las polémicas Cortes de Valladolid,
donde el Rey tomó medidas en contra de los privilegios de los nobles
castellanos, fueron el germen de una rebelión masiva por parte de la
nobleza, de la que dieron buena cuenta los hijos de Leonor. Enrique y
sus hermanos se pasaron los siguientes años entre guerras, huidas al
extranjero y breves reconciliaciones. En 1353, la malograda boda de
Pedro I con Blanca de Borbón –a la que el Rey abandonó
dos días después de casarse debido al incumplimiento de las exigencias
económicas por parte de Francia y el desinterés mutuo entre los
contrayentes– provocó la ruptura de las relaciones con Francia, el
acercamiento a Inglaterra y una rebelión en Toledo, que pronto se extendió a otras ciudades con la ayuda de los hermanastros del Rey. La influencia de la amante del Monarca, María de Padilla, hija de un noble castellano de baja alcurnia, jugó a favor de la decisión de renegar de la francesa.
El
enfrentamiento entre Pedro y su hermano Enrique cobró dimensión
internacional con la intervención de fuerzas militares de Inglaterra y
Francia, que todavía mantenían abierta la célebre Guerra de los Cien años.
El conflicto en España se extendió al Reino de Aragón en 1357. Enrique,
junto con otros castellanos, tomaron partido a favor del Rey aragonés Pedro IV; y el Infante Fernando,
hermano del aragonés, ayudó a Pedro I. Durante el choche entre los
reinos hispánicos, que se inició con la conquista castellana del Castillo de Bijuesca y de Tarazona, la fama de cruel de Pedro I crecía al mismo ritmo que la senda de ejecuciones que dejaba a su espalda.
Con la ayuda de mercenarios ingleses, el Rey arrebató a Aragón importantes ciudades como Teruel, Caudete o Alicante y sembró de odio el conflicto con más muertes de nobles. Fadrique Alfonso –hermano gemelo de Enrique de Trastámara–
acudió en 1358 a Sevilla en busca del perdón real, pero fue prendido
por sorpresa. El hijo bastardo de Alfonso XI logró huir hasta el patio
del Alcázar, pero allí fue alcanzado por los soldados del Rey, quien,
según algunas crónicas, dio muerte a su hermanastro con sus propias
manos.
Posteriormente, el ataque combinado de Enrique y de sus
aliados castellanos, aragoneses y franceses (las compañías de
mercenarios dirigidas por el astuto general Bertrand Du Guesclin)
consiguió la expulsión del país de Pedro, que se refugió en Guyena, y la
proclamación del Conde de Trastámara como Rey de Castilla en Calahorra (1366).
Mientras Enrique buscaba la forma de pagar los favores a costa de dejar
exhausto el tesoro real, lo que le valió el sobrenombre de «El de las
Mercedes», Pedro «El Cruel» organizó al año siguiente un contraataque
desde los dominios ingleses al norte de los Pirineos. Eduardo, Príncipe de Gales (conocido como «El Príncipe Negro»),
puso a su disposición un gran ejército de caballeros y de arqueros que
derrotó a Enrique en la batalla de Nájera, librada el día 3 de abril de
1367.
«Señores, soy vuestro rey. Me habéis hecho rey de toda
Castilla y jurado que no me fallaríais hasta la muerte. Mantened por
Dios vuestro juramento y desquitaos conmigo que yo me desquitaré con
vosotros, pues no huiré ni un solo pie, mientras os vea combatir»,
reclamó Enrique II a sus tropas, formadas en su mayoría por mercenarios
francesas, según la crónicas de la batalla por Jean Froissart. No obstante, las palabras no sirvieron para evitar la derrota estrepitosa del Rey, que perdió a la mitad de sus tropas, a Bertrand du Guesclin, que fue apresado, y obligo al Monarca a retornar a Francia.
Cuando
parecía que podría ser el final de la guerra, Pedro I volvió a
desperdiciar su ventaja provocando la salida de España de «El Príncipe Negro».
El Conde de Trastámara preparó desde el Castillo de Peyrepertuse (la
región de Languedoc-Roselló) una nueva invasión del reino, siendo
vencido Pedro por Bertrand Du Guesclin en la batalla de Montiel,
hacia marzo de 1369. A continuación, Pedro se encerró en la fortaleza
cercana, donde fue engañado por Bertrand du Guesclin con la supuesta
excusa de querer ayudarle en su fuga. Así, el Rey de Castilla
acabó frente a la tienda de Enrique, en la que, entre el mito y la
realidad, se inició un duelo fraticida con tintes literarios:
–¿Dónde está ese judío hideputa que se nombra Rey de Castilla?
–¡El
hideputa seréis vos, pues yo soy hijo legítimo del buen Rey Alfonso!
–respondió inmediatamente Don Pedro que fue el primero en iniciar el
baile de metales–.
Habiendo desarmado Pedro a Enrique, Bertrand du
Guesclin intervino sujetando al Rey por la pierna y haciéndolo girar,
momento que aprovechó el hermano bastardo para asestarle una estocada
mortal. Después de la lucha, el caballero francés se justificó con su
cita más conocida: «Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor». A continuación, la cabeza del Monarca fue clavada en una pica y exhibida entre las tropas.
Las victorias de Castilla sobre Inglaterra
Con la muerte de Pedro I terminó el reinado de la Casa de Borgoña en Castilla y empezó el de la Casa de Trastámara, que un siglo y medio después después llegaría también a su final con la muerte de Fernando «el Católico».
Asimismo, Enrique II de Trastámara actuó durante su reinado de forma
contraria a cómo lo había hecho para alcanzar el trono. Recompensó a sus
aliados en un principio, pero supo también defender los intereses del
Reino de Castilla y León negando al Rey de Aragón todas las cesiones
territoriales que le había prometido en los tiempos difíciles. En
política interior, inició la reconstrucción del reino: protegió
parcialmente a los judíos, a los que él mismo había perseguido en la
guerra civil, y aumentó el poder de la Corona frente al de los grandes nobles
que le apoyaron en el conflicto contra su hermano. La crisis económica
fue inevitable al tener que atender las recompensas prometidas y hacer
frente a los gastos de las continuas guerras.
A nivel internacional, destacó la rivalidad de Enrique «El Fraticida» con Inglaterra y los duques de York y de Lancaster, los antiguos aliados de Pedro «El Cruel». Dos hijas de Pedro con María de Padilla, Constanza e Isabel, estaban casadas con Juan de Gante, duque de Lancaster e hijo de Eduardo III de Inglaterra, y Edmundo, duque de York y también hijo de Eduardo III de Inglaterra,
respectivamente. Inglaterra consideraba a los duques de York y a los de
Lancaster como los legítimos sucesores al trono de Castilla, lo cual
involucró intensamente a Enrique II en la Guerra de los 100 años
a favor del bando francés. Junto a la armada francesa, las fuerzas
castellanas liberaron a La Rochela de los ingleses y despejaron el canal
de La Mancha. La batalla de La Rochela supuso una rotunda victoria de
Castilla sobre Inglaterra que tuvo para ella favorables repercusiones
militares y económicas. Castilla se consolidó como primera potencia
naval en el Atlántico, otorgando así mayores posibilidades mercantiles a
sus marinos. Poco tiempo después, el almirante castellano Fernán
Sánchez de Tovar saqueó la isla de Wight y la costa sur de Inglaterra.
Enrique II de Castilla falleció el día 29 de mayo de 1379 en Santo Domingo de la Calzada. Murió, según algunas crónicas, envenenado por orden del Rey de Granada, otrora aliado de Pedro «El Cruel», o posiblemente de un ataque de gota. Fue sucedido en el trono castellano por su hijo, Juan I de Castilla, que también tuvo que luchar para defender sus derechos al trono frente a los descendientes de Pedro «El Cruel».
El corazón del Padre Pío llegó a la Argentina
5-6 minutos
El
corazón de San Pío de Pietrelcina llegó a la Argentina y podrá
venerarse desde hoy, 19 de abril, hasta el miércoles 25. La reliquia fue
traída desde san Giovanni Rotondo, Italia, y recorrerá diferentes
lugares, en el marco del 50º aniversario de la muerte del santo y del
centenario de la aparición de los estigmas de la Pasión de Jesucristo en
su cuerpo.
A continuación el cronograma:
Jueves 19 y viernes 20 de abril, la reliquia permanecerá en
la catedral metropolitana de la Santísima Trinidad, en Buenos Aires.
Fue recibida con una misa este mediodía. A las 16 se rezará el rosario
con meditaciones del Padre Pío y, luego, a las 17.30, misa por los
enfermos. El viernes 20 se celebrarán misas a las 7.45, 8.30, 12.30 y
17.30, con rosario meditado a las 16.
El sábado 21 será expuesta en la basílica y santuario
nacional Nuestra Señora de Luján. Será recibido con la celebración de la
misa a las 10. Se podrá venerar en el altar del Sagrado Corazón. Se
celebrarán misas a las 11, a las 15 y a las 17, de despedida. Al
mediodía habrá bautismos y, a las 16, el rosario meditado.
El domingo 22 de abril, el corazón del Padre Pío llegará al
santuario Nuestra Señora del Rosario de Pompeya (avenida Sáenz y
Esquiú). Se celebrarán misas a las 10, 11.30, 17.30. El rosario con
meditaciones del Padre Pio se rezará a las 16.30.
El lunes 23 estará expuesto en la basílica Nuestra Señora
de la Piedad (Bartolomé Mitre 1524). Será recibido a las 9 con una misa.
A las 10, se realizará una “plática para niños”, a cargo de la
Animación Argentina de los grupos de oración del Padre Pío. Luego, se
celebrarán misas a las 12 y las 19, y se rezará el rosario, a las 18.
El martes 24 de abril la reliquia visitará la capilla
Divino Niño del hospital de Pediatría “Profesor Doctor Juan Pedro
Garrahan”, en la ciudad de Buenos Aires. Habrá misas a las 10, 12 y 17 y
una “plática para niños” a las 11, a cargo de la Animación nacional, y
una “plática para las familias”, a las 16, a cargo de Fray Carlos María
Laborde OFMCap.
Finalmente, el miércoles 25, último día de su estadía en el
país, volverá a la catedral de Buenos Aires, donde se celebrarán misas a
las 7.45, 8.30, 12.30 y 17.30, y se rezará el rosario meditado a las
16.
Sobre la reliquia que visitará la Argentina
La reliquia
del corazón del Santo, una parte del miocardio venerado por separado
desde la visita papal de Benedicto XVI a San Giovanni Rotondo, tiene un
significado especial porque recuerda el fenómeno místico de
transverberación, experimentado por San Pío en 1918.
El religioso sintió que su corazón fue traspasado por un dardo encendido
que dejó una "herida de amor", que fue el preludio de los estigmas.
"Estaba yo confesando a nuestros muchachos en la tarde del día cinco,
cuando, de repente, me sentí dominado por un extremo terror a la vista
de un personaje celeste que se me presentaba ante la vista de la
inteligencia", relató el Santo en su epistolario. "Tenía en su mano una
especie de arnés, instrumento semejante a una larga lámina de hierro,
con una punta muy afilada y que parecía que de esta punta saliese fuego.
Ver todo esto y observar cómo dicho personaje lanzaba dicho arnés con
gran violencia sobre el alma, fue todo una misma cosa. Lancé un muy
apurado lamento; me sentí morir. Dije al niño que en aquellos momentos
estaba confesando, que se retirase porque me sentía mal y no podía
seguir las confesiones".
San Pío de Pietrelcina, recordado devotamente como "Padre Pío", nació en
Pietrelcina, Italia, el 25 de mayo de 1887. Vivió una vida religiosa
discreta como capuchino, pero las manifestaciones sobrenaturales de
diversos dones atrajeron numerosos fieles a quienes servía sobre todo en
el Sacramento de la penitencia. Sufrió graves incomprensiones y
acusaciones, pero finalmente la Iglesia reconoció la veracidad de sus
dones. Su fiesta se celebra el 23 de septiembre.
La reliquia fue traída por el padre guardián de san Giovanni Rotondo, Fray Carlos María Laborde OFMCap.
Los grupos del Padre Pío
Estos grupos
están en la Argentina desde hace 20 años. Se reúnen al menos una vez al
mes para orar ante el Santísimo Sacramento por la Iglesia, el Santo
Padre, los sacerdotes, las vocaciones, los enfermos y dolientes, por la
Argentina y las intenciones de quienes se encomiendan por diversas vías.
Informes, pedidos de oración y orientación para la formación de nuevos grupos a santopadrepio23@gmail.com o a través de la página de Facebook “Reliquias Padre Pio”. Página de internet: www.san-pio.org.+
La situación en Siria es “espantosa”
6-7 minutos
Buenos Aires (AICA):
El sacerdote argentino Luis Montes, misionero en Medio Oriente, aseguró
que en Siria no hay “una guerra civil” sino “una invasión terrorista” y
advirtió que el futuro en la región es incierto tras la incursión de
Estados Unidos y sus aliados. “Con más de 100 misiles, se dice que no
hubo bajas humanas. Entonces tampoco hay que descartar la posibilidad de
que esto no sea realmente una escalada a la violencia, sino una
actuación. Cualquiera de los dos casos es espantoso”, aseveró el
religioso que vive en Irak.
El
padre Luis Montes, sacerdote argentino del Instituto del Verbo
Encarnado (IVE), habló sobre la realidad de Medio Oriente, donde lleva
adelante su misión desde 1996, tiempo después de haber sido ordenado. Su
tono preocupante estuvo puesto en Siria, país limítrofe con Irak, donde
actualmente vive en la ciudad de Ankawa, tras el bombardeo efectuado
por Estados Unidos el sábado pasado.
“No solamente estamos aquí, sino que en Siria tenemos misioneros. La
comunicación y la señal de internet son pésimas. Hay gente amiga, con la
que estamos permanentemente en contacto. Vivimos una realidad muy
triste. Estoy en Irak, país que fue destruido con la excusa de armas de
explosión masiva”, expresó el sacerdote en declaraciones al programa
Frassati que se emite por Radio Fe Latina.
“Ahora se está haciendo lo mismo en un país vecino. Y, además de eso,
hay una actualidad mucho más hermosa que la que se vivió acá. Siria es
un país próspero, donde hay una buena convivencia entre cristianos y
musulmanes. La gente apoya al gobierno. Esta invasión de terroristas,
que los medios llaman guerra civil, expresión totalmente falsa, es muy
fea”, advirtió.
El sacerdote precisó que “los misioneros que se encuentran en la ciudad
de Alepo nos han avisado que están bien. Ellos continúan con su
apostolado, con su misión. Esto no los mueve a huir, sino a continuar
con esto”, y consideró que el futuro en la región es incierto.
“No hay modo de saber cómo sigue esto. Hay cosas que se definen en
reuniones secretas y uno no las conoce. Hay invasiones que se deciden
años antes. El punto acá es saber hasta dónde está dispuesto Occidente a
continuar. Con más de 100 misiles, se dice que no hubo bajas humanas.
Entonces tampoco hay que descartar la posibilidad de que esto no sea
realmente una escalada a la violencia, sino una actuación. Cualquiera de
los dos casos es espantoso”, aseveró.
Al ser consultado sobre cómo fue el apoyo de los patriarcas de la
Iglesia, el padre Montes sostuvo: “Las declaraciones de ellos fue
impecable. Dijeron que fue una agresión ilegal porque no hay ningún
mandato de la ONU contra un país que no les ha hecho nada a Estados
Unidos, Francia e Inglaterra. Siria es un país, al que se lo acusa, sin
pruebas, de haber hecho un ataque químico. Pero no solo que no está
probado eso, sino que ellos lo reconocen. El obispo de Alepo hizo una
reflexión muy certera, donde afirmó que con estos misiles se les han
caído las máscaras. Los actores secundarios, refiriéndose a los
terroristas, estaban siendo derrotados. Entonces han tenido que aparecer
los actores principales que se ocultaban detrás de ellos”.
El sacerdote también respondió sobre cómo es la misión de los miembros
del Verbo Encarnado en Medio Oriente: “A veces la gente nos mira
asombrados. Cuando, por ejemplo, en la Argentina se reciben noticias de
afuera es porque pasó algo malo. Eso es lo que llama la atención. Eso
está bien para la gente común, pero para un cristiano no tiene que ser
así porque es mucho más importante el apoyo y las gracias que Dios nos
da”.
“Cuando Cristo dijo: ‘el que deje todo, recibirá el ciento por uno’,
hizo referencia a una verdad estricta. La vida es muy feliz, a pesar de
todas las dificultades. Al recibir una misión con muchos peligros, en
realidad también hay muchas gracias y beneficios de Dios, por lo que la
misión se hace fácil. Puede parecer raro escuchar esto porque en Bagdad
hay 20, 30, 50 o 100 atentados por mes, pero eso no importa. Lo expresó
San Agustín: ‘La Iglesia peregrina en esta tierra, entre las
persecuciones de los hombres y los consuelos de Dios’. Y eso es lo que
experimentamos todo el tiempo, la misericordia de Dios”, agregó.
El religioso también detalló cómo se acompaña a los cristianos en las
circunstancias actuales: “En ese punto, aquí es más sencillo. La gente
nos enseña a nosotros de manera diaria. Nos muestran cómo se vive, cómo
se debe ser cristiano. Ellos sufren mucho más que nosotros y nos dan el
ejemplo de manera permanente. A ellos los consuela saber que un
misionero de la otra punta del mundo deja todo para venir a
acompañarlos. Pero nuestro trabajo apostólico es más sencillo. Aquí la
gente respeta al Sacerdote, quiere su visita, participa de los
Sacramentos, lee la Biblia… Ellos celebran la Pasión de Cristo cargando
con su propia pasión: ser refugiados, perseguidos, con familiares
asesinados. La tarea del Sacerdote es la más fácil de realizar”.
Por último, el padre Montes convocó a ser parte de la verdadera
comunicación sobre lo que sucede en Medio Oriente, al afirmar: “La
mentira domina en los medios masivos. Pero, por otra parte, en este
siglo, nosotros tenemos armas que antes no estaban, como por ejemplo las
redes sociales. En Irak, en los primeros años como misioneros, veía
morir gente todos los días y eso no salía en ningún lado. Entonces
decidimos crear una cuenta en Facebook llamada ‘Amigos de Irak’, donde encontramos gente fantástica que nos apoya y reza por nosotros”.
“En la Argentina -señaló- se fundó un grupo que se llama ‘Nazarenos perseguidos’, que tiene un grupo en esa red social”, y pidió que los sigan en ambos lugares.
“Ahí tienen la posibilidad de estar en contacto con personas que rezan
por los cristianos perseguidos y, además, podrán compartir noticias
seguras y confiables sobre lo que está pasando”, concluyó.+ (Ezequiel Pereiro)
AICA: Mons. Héctor Aguer
15-19 minutos
La cuestión del aborto: sus facetas
Apunte
preparado por monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, para su
intervención en una mesa-debate que iba a ser expuesta en el Colegio de
Médicos de La Plata, el 22 de marzo de 2018, pero esa disertación se
suspendió a raíz de una protesta de un gremio de profesionales de la
salud bonaerense, que consideró “una provocación” la presencia del
prelado platense1. La primera afirmación que es preciso hacer, o eventualmente discutir en el nivel que corresponde, es de carácter científico.
Lo formulo en estos términos: el fruto de la concepción, es decir,
cuando la cabeza del espermatozoide ya ha penetrado en el núcleo del
óvulo, es un ser humano; la unión de los gametos produce una persona
humana, aún antes de la anidación, cinco o seis días después, a partir
de la cual se seguirá su desarrollo en el nido que es el seno materno.
Es una nueva criatura, un ser nuevo se ha hecho presente. Los estudios
de genética y de embriología cumplidos durante el siglo XX -pienso
singularmente en el aporte decisivo del candidato al premio Nobel Jerôme
Lejeune- no parecen dejar lugar a dudas. A este propósito hay que
despejar la equívoca postura de quienes sostienen que la mujer es dueña
de su cuerpo. Lo es, sin duda, pero el fruto de su concepción no es una
parte o un apéndice de su cuerpo, sino otro ser humano con otro ADN, es
ya desde el inicio XX o XY, varón o mujer; por lo tanto no tiene derecho
a eliminarlo, ni ella ni nadie. Al contrario, debe ser protegido y
cuidado para que llegue a ver la luz del sol, gozar de la libertad y
llegar a la meta de su plena realización. En mi opinión, es el
conocimiento del genoma humano el primer apoyo para rechazar una
legislación que, al despenalizar el aborto lo declara inocuo, una
conducta protegida por la ley; en una decisión semejante se viola una
certeza científica. Llaman la atención declaraciones recientes del
Ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación; su postura atrasa casi un
siglo, y podría ser emparentada con ideologías que han producido
consecuencias funestas.
2. La segunda cuestión es filosófica. Desde el
instante mismo de la concepción actúa un principio que guía el
crecimiento y la organización definitiva del embrión. La filosofía de
Occidente ha llamado alma a ese principio de vida. Se trata de
un principio vital general que, en el ser humano se manifestará
progresivamente como principio de conocimiento, voluntad y conciencia.
Platón, en su Diálogo “Fedro” escribió: desde dentro se mueve de por sí.
Aristóteles lo expresó más exactamente precisando la relación
cuerpo-alma en su teoría hilemórfica. El alma es la forma del cuerpo;
con él constituye el compuesto que es el ser humano. El microscópico
embrión ya lo es. Esta afirmación implica que existe una ratio, un orden metafísico de la condición humana, una naturaleza
humana. Según la fe cristiana, el alma es creada inmediatamente por
Dios. El materialismo, sobre todo en sus formas extremas, niega esa
verdad filosófica supraconfesional, que han sostenido incluso los
enciclopedistas anticatólicos del siglo XVIII. La visión teológica del
problema, a la que me referiré más adelante, asume y completa esta
consideración desarrollada en la cultura de Occidente, pero que se
encuentra aun esbozada en los pueblos primitivos.
3. La cuestión jurídica. El derecho a la vida del
embrión humano desde el instante mismo de la concepción está tutelado
por tratados internacionales a los cuales ha adherido la República
Argentina y que tienen rango constitucional; me refiero, por ejemplo al
Pacto de San José de Costa Rica. Para legitimar el aborto habría que
anular el artículo 75 de nuestra Carta Magna. Resulta incomprensible la
posición al respecto de numerosos legisladores, y peor aún ciertos
pronunciamientos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ha
avalado fallos inconstitucionales. ¿Tendremos que reconocer que en
nuestro país no existe una plena seguridad jurídica? A las gravísimas
fallas que se atribuyen actualmente a la administración de la justicia,
se sumaría esta nueva iniquidad. El tercer poder del Estado compartiría
la corrupción que se ha detectado en los otros dos. No me refiero en
este caso, en primer lugar, al vicio del enriquecimiento ilegítimo, sino
a la perversión del sentido mismo del Derecho.
Conozco algún caso en el que un embrión ha sido favorecido con una
herencia, y ha sido reconocido por la justicia como heredero. El
proyecto que se discutirá próximamente despenaliza el aborto hasta la
decimocuarta semana del embarazo, cuando el fruto de la concepción mide
aproximadamente diez centímetros y tiene un corazón que late. ¿Cómo se
lo puede llamar? Es, sin duda un niño por nacer. No hay derecho a
privarlo de la vida, a impedirle que nazca.
La dimensión jurídica del asunto está estrechamente ligada a la
política, sobre la que trataré después. Existen lamentables antecedentes
de los proyectos que ahora circulan. En abril de 2015, el Ministerio de
Salud de la Nación “colgó” en su página web un “Protocolo para la
atención integral de las personas con derecho a la interrupción
legal del embarazo”, que ha sido referido a la Ley 25.673, la cual
excluye los métodos abortivos del suministro de anticonceptivos. Se
impuso el mencionado Protocolo sin advertir que violaba la disposición
en la cual pretendía basarse, ignorando las jurisdicciones provinciales,
ampliando los supuestos previstos en el Código Penal y limitando la
objeción de conciencia. Es el colmo de la arbitrariedad; con
disposiciones aparentemente legales, y por cierto ilegitimas, se
trastorna el orden de la Justicia. ¿Quién podrá confiar en ella, si es
manipulada de esta guisa? Es antijurídico, inconstitucional, insensato,
postular el aborto como un derecho de la mujer. Resulta escandaloso que
la Directora para las Américas de Amnistía Internacional reclame al
Estado argentino que reconozca el derecho de las mujeres a abortar; lo
acusa de “violencia institucional”. Más que escandaloso es diabólico.
A este capítulo corresponde un reclamo: facilitar los trámites de la
adopción mediante una renovación de ese instituto. Hay padres que tienen
hijos sin querer tenerlos, y padres que los desean y no pueden
tenerlos. Es una cuestión de justicia, y una alternativa al aborto,
resolver esta desigualdad.
4. La cuestión del aborto también puede abordarse asumiendo una variada perspectiva sociológica.
La reivindicación de la libre interrupción del embarazo, o de su
despenalización, que implica lo primero, es una bandera de la burguesía,
ámbito en el cual pueden coincidir posiciones liberales o neoliberales y
de extrema izquierda. Digo esto con todo respeto por las personas, y
comprensión del drama que enfrentan muchas mujeres, especialmente
jóvenes. La palabra burguesía ha caído en desuso, ni los
marxistas la emplean ya. Mi sugerencia puede corroborarse observando con
atención a quienes participan en las marchas que se realizan
periódicamente y que se han intensificado en las últimas semanas; es
penoso constatar la presencia de muchas jóvenes universitarias,
ideologizadas en sus respectivas Facultades. Lo mismo puede decirse de
algunos medios de comunicación, copados por los lobbies
feministas o del “Colectivo LGBT”. Mi experiencia pastoral en las zonas
periféricas me indica que las jóvenes pobres consideran al hijito como
una riqueza, cualquiera haya sido la circunstancia en que fue concebido.
Nuestro programa de acompañamiento y ayuda integral a la mujer
embarazada, en la Arquidiócesis de La Plata, tiene por finalidad la
protección de esa nueva vida y su dichoso nacimiento. Todos los años
celebramos solemnemente en la Catedral el bautismo de esos niños,
salvados de las garras de los nuevos Herodes, el victimario de los
Mártires Inocentes, cuyas madres desean hacerlos cristianos. Aclaro, no
obstante, que el servicio que presta la Arquidiócesis está abierto a
toda mujer embarazada, sea creyente o no, o pertenezca a otra confesión
religiosa.
5. La referencia precedente me acerca a la dimensión psicológica
del asunto. Podría decir socio-psicológica. Para ello debo aludir antes
a la condición femenina. La ideología de género y sus aplicaciones
consideran la maternidad como una imposición arbitraria a la mujer si no
se le concede el derecho de abortar. Es innegable que los cambios
culturales han favorecido una amplia participación femenina en la vida
social, económica y política y que el varón ha exhibido y exhibe todavía
un predominio abusivo en muchas áreas. La dignificación de la mujer ha
sido un fruto del cristianismo, que afirma que la persona humana más
insigne que existe es una mujer, la Virgen María. San Juan Pablo II es
el autor de un documento clave para comprender la posición de la
Iglesia, la encíclica Mulieris dignitatem. Una cierta
impostación del feminismo pretende desconocer la diversidad varón-mujer y
el valor inestimable de la maternidad. Con ocasión de la marcha del 8
de marzo pasado, un diario importante presentaba como signo de
sometimiento que 9 de cada 10 mujeres se ocupen de las tareas
domésticas. Sabemos muy bien que más allá de esas cifras, muchos varones
cambian al bebé, llevan los chicos al colegio, preparan la comida y
lavan los platos sin desmedro de su condición viril; lo que no ocurría
décadas atrás. Recuerdo una frase de Eva Perón, en un mensaje suyo a un
Congreso de Mujeres realizado en Barcelona; decía: “Nuestro siglo –por
el XX– será recordado como el siglo del feminismo victorioso: la
victoria del feminismo consiste en la indisolubilidad del matrimonio y
la presencia de la mujer en el hogar”. Esa mujer extraordinaria que fue
Evita trabajó muchísimo por la promoción de la mujer. Su obra y su
mensaje son un fruto del humanismo cristiano.
La maternidad es lo más bello que puede ofrecer al mundo una mujer, y
ella sola puede darlo; la contribución viril es de otro orden, e
incomparable. En el relato bíblico de la creación la primera mujer
recibe este nombre: Eva; en hebrero se dice Jawwá, vocablo que en esa lengua suena parecido al verbo que significa vivir. Se la llamó así porque ella es la madre de todos los vivientes (cf. Génesis 3, 20).
En lo que hace más concretamente a la cuestión psicológica, es bien conocida la situación llamada síndrome post-aborto y
la dificultad de superarla. La experiencia pastoral de los sacerdotes
registra una dolencia análoga, de orden espiritual: mujeres que vuelven a
confesar que han abortado, aunque ese pecado ya les ha sido perdonado
en confesiones anteriores, pero cargan con el peso agobiante del
sentimiento de culpa, y es preciso consolarlas y animarlas
espiritualmente para que gocen de la libertad cristiana y enfrenten la
vida con alegría. Los partidarios de liberalizar el aborto, ¿han
contemplado alguna vez esta sangrienta operación? Al niño por nacer
–porque esto es una personita de 14 semanas- se lo va extrayendo a
pedazos, que acaban en un tacho de residuos biológicos. Se pueden ver
imágenes escalofriantes de lo que ocurre en algunos países
inveteradamente abortistas. No hay siquiera un cementerio para esos
niños asesinados.
6. La cuestión política. Esta dimensión del
asunto está referida al principio del Bien Común, que es la finalidad de
la vida política, y asimismo al cuidado de la población, que es tarea
indelegable del Estado. La virtud por excelencia del político es la
prudencia, que no consiste en el medroso o interesado equilibrio entre
posiciones contrastantes sino en la realización del bien objetivo de la
sociedad. En algunos países, de modo persistente, el aborto ha sido
promovido como un método de control de la natalidad, junto con los otros
procedimiento de anticoncepción artificial que el Beato Pablo VI
declaró inmorales en la encíclica Humanae vitae tradendae, de
cuya publicación se cumplirá medio siglo el próximo 25 de julio. La
promoción del aborto o de los otros procedimientos antinatalistas ha
sido considerada estratégica para los Estados Unidos en el célebre
Informe Kissinger, y se procuró extender esa política a las zonas de su
influencia imperial. Una política suicida, que lleva al envejecimiento
de la población. Varios países han reconocido esta consecuencia; China
ha abandonado su política del hijo único, sostenida férreamente por la
dictadura comunista, y Francia ofrece ahora subsidios a las familias con
tres o más hijos. La Argentina posee un inmenso territorio semipoblado,
y nunca se sostuvo en el tiempo una seria política de población. Si nos
atenemos a la consigna de Juan Bautista Alberdi, “Gobernar es poblar”,
se puede decir entonces que ha sido y es un país desgobernado, o mal
gobernado. ¿Quién habitará en el futuro nuestro territorio?
La alternativa al aborto es, como se dice, la prevención. Durante
décadas esta consistió y consiste aún en la distribución masiva de
preservativos y anticonceptivos; por lo visto, ha fracasado. La Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, hace unos años, presentó su programa que
circula en internet, llamado significativamente “Chautabú”, con errores
científicos que en su momento señalé a las autoridades; pero a los
ideólogos les importan poco las verdades científicas. La alternativa
auténtica es una educación sexual integral, una educación para el amor,
la castidad, el matrimonio y la familia. Sería este el “tabú” al que
habría que despedir con un “chau”, según el gobierno porteño. Por lo
menos, si la actividad política no puede atribuirse semejante tarea
educativa, y bien hecha, podría intentar algo para detener el derrumbe
moral que protagoniza y sufre nuestra sociedad en todos los ámbitos en
los que se ceba la corrupción. También la deseducación creciente
respecto del sentido y valor de la sexualidad humana y el acceso
prematuro de los adolescentes a la experiencia sexual, exacerbado por la
difusión de la pornografía y los ejemplos negativos del mundo de la
farándula. Control de la natalidad es el nombre elegante del onanismo,
así llamado por referencia al crimen de Onán, hijo de Judá, que cada vez
que se unía a Tamar, viuda de su hermano, sabiendo que según la ley del
levirato la descendencia no le pertenecería, derramaba el semen en la tierra
(Gén. 38, 9). Sigmund Freud en su “Introducción al Psicoanálisis” lo
considera una impudicia y una perversión por impedir la finalidad
esencial de la sexualidad, que es la transmisión de la vida.
Se trata de decisiones políticas, en el más noble sentido de la palabra. El Presidente de la Nación ha manifestado su posición personal a favor de la vida, pero lo que aquí cuenta no es su posición personal, sino su posición política.
Una muestra insigne de buena política la ha dado el Dr. Tabaré Vázquez,
Presidente de la República Oriental del Uruguay, que no es creyente y
procede de la extrema izquierda. Pero es un médico, no un empresario.
7. Concluyo apuntando el nivel teológico del problema. El aborto ha sido llamado por el Concilio Vaticano II crimen abominable (Constitución Pastoral Gaudium et spes, 51). Se trata de una posición constante e invariable de la Iglesia, basada en el quinto mandamiento del Decálogo de la Torá bíblica,
la enseñanza del Nuevo Testamento y la unánime Tradición eclesial: No
matarás. Además, se puede añadir una razón cristológica. Nuestro Señor
Jesucristo fue un embrión, plasmado virginalmente de un óvulo de María
por la misteriosa acción del Espíritu Santo, sin intervención de varón;
fue un feto, un niño por nacer. Según la fe cristiana, el Hijo eterno de
Dios tomó una naturaleza humana, para rescatar y elevar desde dentro a
la naturaleza humana; posee un cuerpo formado de la Virgen María y un
alma humana creada por Dios en el instante de la encarnación. La segunda
Persona de la Santísima Trinidad compartió nuestra condición humana
también desarrollándose por nueve meses en el nido del seno materno. El
que es verdadero Dios desde toda la eternidad, es verdadero hombre desde
su concepción en el seno de su Madre Santísima. Muerto y resucitado, el
Hombre-Dios reina con el Padre y el Espíritu Santo, en la máxima
realización de la condición humana. Es esta la razón teológica que
compartimos con nuestros hermanos ortodoxos y con otras confesiones
cristianas.
La convicción contraria al aborto es ecuménica; señalo la excelente
declaración publicada recientemente por la Asociación Cristiana de
Iglesias Evangélicas de la República Argentina. Entiendo asimismo que en
el judaísmo y en el Islam existen mayoritarias posiciones
antiabortistas.
El conjunto de facetas que he expuesto, y que son complementarias,
muestra que la postura de la Iglesia no puede ser descalificada como
“fundamentalismo religioso”, según afirman algunos con ligereza.
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata y académico de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Política
Felipe II: el mundo no es suficiente
Fue el monarca más poderoso de su tiempo. «En mis dominios nunca se pone el sol», llegó a decir en una ocasión
.
Quizá los mejores veranos de mi vida los he pasado en San Lorenzo de El Escorial,
en los cursos de la Complutense. Aprendí, conocí a personas
interesantes, entendí qué es la nostalgia de lo no vivido, me divertí y
me enamoré. Cada año visitaba el monasterio y recorría los aposentos
reales sumergiéndome en un batiscafo de la historia. En 1998, con motivo
del cuarto centenario de la muerte de Felipe II, se
organizó en el palacio escurialense una exposición sobre el monarca que
me cautivó. El Rey Prudente era una figura que me apasionaba desde que
lo estudié en la carrera, y el episodio de la Gran Armada me fascinaba.
Cuando terminé de ver la magna exposición, supe que algún día escribiría una novela sobre la Empresa de Inglaterra. Desde aquel momento, la aventura de una cofradía de nazarenos enrolada en la Felicísima Armada comenzó a cocerse en mi cabeza.
Lo mejor de «Elizabeth: la edad de oro» es su protagonista, la bella Cate Blanchett que
encarna a Isabel I. Lo peor, Felipe II, que aparece como un hombre de
andares zambos, malhablado, una especie de Nosferatu rodeado de una
corte fanática. En la película sale una de sus dos hijas, Isabel Clara Eugenia,
que tenía veintidós años en 1588 pero que es representada como una niña
silenciosa de mirada malvada, al estilo de las películas de terror, que
juguetea con una muñeca de Isabel Tudor a la que sólo
le falta clavar alfileres para hacerle vudú. La vistosa película
reproduce con eficacia la leyenda negra y exalta a Isabel Tudor
elevándola al rango de superheroína. Los ingleses no tienen complejos al recrear su historia.
La figura de Carlos V será omnipresente en Felipe II y marcará toda su vida. La formación como príncipe de Felipe II estará condicionada por el carisma paterno
y el alto nivel de exigencia como estadista, lo que explica la
evolución del carácter del Rey Prudente, pues el hombre vitalista y
degustador de ciertos placeres en la juventud se convirtió en la madurez
en un ser reservado, desconfiado, con un enorme sentimiento de
responsabilidad y con un sentido mesiánico de sí mismo al considerar que
era un instrumento para realizar los designios de Dios en la gobernación del mundo.
Hay algo hamletiano en el abrumador recuerdo de Felipe II hacia Carlos
V, en su obsesión por no defraudar la memoria paterna y en procurar
superar al progenitor.
Las mujeres
Felipe
II conoció bien a las mujeres. Se casó cuatro veces por razones de
estado, tuvo ocho hijos y terminó siendo un viudo que añoraba los
sencillos placeres de la vida sin permitirse ninguno, pues su ritmo de
trabajo diario era agotador y sus escrúpulos morales numerosos. Su
primer matrimonio con María Manuela de Portugal terminó
en una gelidez sentimental, y el nacimiento del desgraciado príncipe
Carlos fue una inagotable cantera de problemas por la enajenación del
muchacho, sus arrebatos coléricos y sus disparatadas conspiraciones
contra el padre. El infeliz casorio con María Tudor lo
convirtió en Rey consorte de Inglaterra, y durante su breve estancia en
dicho país intentó aprender algunas de las costumbres de quienes más
tarde serían sus archienemigos. El tercer enlace, con Isabel de Valois,
será el más feliz, pues fue a la mujer que más amó, la que le hizo
vivir con intensidad y la que le dio dos hijas a las que quiso con
pasión: Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. Tras enviudar se casó con su sobrina Ana de Austria, que le aportará serenidad emocional y le dará cinco hijos de los cuales sobrevivirá uno, Felipe, que heredará el trono.
Me interesaba escribir sobre un hombre que en su juventud fue un Príncipe apuesto, rubio y de ojos azules
al que le gustaba bailar y cazar, pero que en la vejez, tras tantas
muertes familiares, aquejado por las enfermedades y con la losa del
recuerdo del padre, se convirtió en un Rey que pensaba que el providencialismo
solucionaría los problemas de un imperio que condujo a España al cénit
de la gloria mundial al ser indiscutible su primacía política, económica
(a pesar de las bancarrotas), militar y cultural. La incorporación de Portugal a
la Monarquía Hispánica en 1580 supuso un momento capital del reinado de
Felipe II al llegar el imperio a su máxima expansión. El monarca,
cuando visitaba Lisboa, se comportaba según las costumbres lusas, y
respetó las leyes del país, modernizó su Hacienda y permitió que los
avispados mercaderes portugueses comerciasen con América aunque los
españoles no tuviesen como contrapartida hacerlo con Brasil. Hay una
evolución en los lemas de tres reinados que me gusta sobremanera. El de
los Reyes Católicos era Non plus ultra, No más allá. El de Carlos V, Plus ultra, Más allá (América, claro). Y el de Felipe II, tras anexionar Portugal, Non sufficit orbis,
El mundo no es suficiente. Genial. Parece el título de una película de
James Bond. De aquella etapa de hermandad ibérica viene la españolidad
de Ceuta. La ciudad, que en el siglo XV era una plaza portuguesa, al
firmarse en 1668 el Tratado de Lisboa que ponía fin a la guerra de emancipación del país vecino, eligió seguir formando parte de España.
El cosmopolitismo lisboeta y la ambición mundial del monarca suponían
otro aliciente para novelar los preparativos de la Gran Armada en la
capital portuguesa, su partida y las ilusiones que se hacía el Rey
acerca de la invasión de Inglaterra.
No existe otro monarca que haya absorbido tanta atención por parte de los hispanistas.
Los años lo convirtieron en un funcionario obsesionado con revisar
todos los papeles del Imperio y, aunque no rehuía a la gente, prefería
estar solo en su despacho del Alcázar de Madrid o de El
Escorial supervisando memoriales y cartas. Lento para decidirse, tenía
una mente laberíntica, era reacio a delegar y cuando tomaba una decisión
se mostraba inflexible para cambiarla. No era un fanático religioso
pero sí se transformó en un hombre de acrecentada religiosidad que
atesoraba reliquias como quien colecciona un museo de santidad. Eligió Madrid como capital y convirtió El Escorial en el centro político del
planeta, llegando hasta el palacio monacal los informes de la mejor red
de espías que haya existido hasta la Guerra Fría. Se me hacía
irresistible no escribir acerca de estos agentes secretos al servicio de
Su Majestad.
Fue un hombre culto, un fomentador
de universidades en América y un promotor de la arquitectura que
concibió El Escorial a su imagen y semejanza, pues en él se fusionaba la
idea de servicio a Dios a través de la política. Y equipó el monasterio
con una moderna farmacia y con una excepcional biblioteca.
El propio Rey era un fervoroso lector de historia, y lo imaginé
consultando legajos y documentos paseando por la biblioteca, mientras la
luz de la sierra del Guadarrama penetraba por los ventanales.
Lepanto y Flandes
Lepanto
fue una victoria táctica y estratégica porque frenó el poderío otomano
durante una larga etapa e hizo del Mediterráneo un mar menos favorable
para los piratas. El español era la lengua de la diplomacia
y la que aprendían las élites europeas. El Rey promovió como
funcionarios a los licenciados en Leyes, eligió a consejeros capaces y
modernizó la administración. No tenía carisma pero era trabajador,
sosegado y su presencia imponía. San Quintín confirmó la primacía militar sobre
Francia y la continuación de las apabullantes victorias de los tercios,
cuyas picas y arcabuces no tenían rival en Europa. Pero, ay, estaba
Flandes… Flandes fue la úlcera del imperio, un
estúpido conflicto bélico que desangró al ejército y colapsó la
hacienda. La obcecación del Rey en sostener la guerra para imponer el
catolicismo por las armas en aquellos estados impidió invertir las
ganancias americanas en asuntos de más provecho. Y contribuyó a elaborar
el plan para la invasión de Inglaterra.
La aventura de la Felicísima Armada
no fue descabellada. Se preparó en Lisboa una escuadra poderosa y los
tercios de Flandes comandados por Alejandro Farnesio eran una infantería
invencible. Pero el mesianismo del Rey pasó por alto solventar un asunto primordial:
de qué manera iban a embarcar los tercios en aguas poco profundas. Si
los tercios hubiesen desembarcado en Inglaterra la habrían conquistado
en una campaña relámpago. Hoy sería la primera blitzkrieg y una operación anfibia precedente del desembarco de Normandía, y los historiadores considerarían a Felipe II como un genio militar.
Los ingleses, excelentes publicistas de sí mismos, en el invierno de 1588, denominaron a la flota hispana la Armada Invencible no como escarnio, sino para enfatizar su victoria.
Mi pasión por la historia y mi ligazón vital con El Escorial hicieron que escribiera una novela en la que uno de los protagonistas es el Rey de un Imperio en el que no se ponía el sol,
el monarca que les encarga a unos cofrades idealistas que colaboren en
el plan de la Gran Armada enviándolos a Irlanda. Y cumplieron.