E2_2006_Y_los_carapintadas
¿ Y LOS “ CARAPINTADAS”?
En los últimos tiempos, a raíz de los enfrentamientos surgidos entre el gobierno y el sector de retirados de las FF.AA., por la arbitraria política oficial respecto de los juicios llevados a cabo solamente contra militares por su participación en la Guerra contra la subversión, estuvieron circulando varios correos electrónicos en los que se planteaba el interrogante “¿y los carapintadas?...¿no dicen nada?.. ¿nadie los nombra?...¿el gobierno los protege?”...
Siendo uno de los aludidos, intentaré dar una respuesta.
En efecto, para algunos puede llamar la atención cierta sensación de silencio por parte de los carapintadas respecto a cómo el gobierno lleva adelante su política antimilitar en lo que hace al tratamiento de la Guerra contra la subversión y de derechos humanos. Pero en realidad lo que más debería llamar la atención es el silencio de aquellos militares que hoy luchan, precisamente, por lo que lucharon los carapintadas a partir de 1987 y nadie lo reconoce y nadie lo dice. También es cierto lo del silencio del gobierno respecto de los carapintadas pues tampoco, oficialmente, nadie los nombra ni hace referencia a los cuatro pronunciamientos militares que protagonizaron en defensa de la Institución.
A mi modo de ver los tres silencios tienen su explicación.
En principio, respecto del silencio carapintada, digamos que no es tal, dado que no hemos dejado nunca de expresar nuestras ideas, de distintas formas. Lo hemos hecho y lo hacemos, a través de cartas de lectores, artículos y otros escritos. También a través de la opinión del Partido Popular de la Reconstrucción que preside el ex capitán y licenciado Gustavo Breide Obeid. Lo que sucede es que, por los intereses políticos en juego, a ningún sector le resulta conveniente que las opiniones carapintadas tengan una amplia difusión y, por tal motivo, las mismas nunca son publicadas. No debemos olvidar que los carapintadas fuimos protagonistas iniciales de la resistencia y reacción de los cuadros intermedios ante la inacción de los generales que conducían a la institución y permitían que fuesen citados por la justicia, oficiales y suboficiales que habían participado en la Guerra contra la subversión cumpliendo órdenes de esa conducción.
Teniendo en cuenta este punto de vista, los carapintadas nos convertimos en enemigos del poder político que era quien generaba las políticas contra los militares, en enemigos de los generales que acataban sin chistar esas políticas y en enemigos de nuestros camaradas legalistas que, privilegiando la disciplina cumplían las órdenes de los generales aunque sentían y pensaban como los carapintadas. Para justificar sus conductas solían decir “comparto los objetivos pero no los procedimientos”. En síntesis, los carapintadas defendiendo una causa que era de principal interés de toda la institución, incluso del resto de las FF.AA., por esas cosas que tiene la vida, terminamos siendo enemigos de TODOS los sectores que participaban de la disputa. Incluso hasta de los militares retirados que tampoco alcanzaban a comprender lo que años más tarde sucedería y nos criticaban por romper la disciplina.
Hoy, aunque para algunos la situación resulte parecida, es bien diferente. Es parecida en cuanto a que la agresión hacia las FF.AA., como en tiempos de Alfonsín, parte del mismo gobierno, también en que la conducción militar en lugar de defender a sus hombres, actúa aliada del poder político y también en que tales actitudes están generando reacciones en algún sector militar. Pero es diferente respecto de los protagonistas y desde el punto de vista ideológico.
En lo que respecta a los protagonistas digamos que hoy no existe una resistencia como la protagonizada por los carapintadas ya que la misma está circunscripta al ámbito de los militares retirados que más allá de romper la disciplina creando organizaciones paralelas y participando de actos en homenaje a los muertos provocados por la subversión no autorizados por la conducción formal, no están dispuestos a avanzar más allá.
Y, para entender las diferencias desde el punto de vista ideológico es necesario comprender que, el Ejército Argentino ideológicamente, siempre ha estado dividido, en liberales y nacionales, siendo los primeros quienes, lamentablemente, han prevalecido a lo largo de la historia.
Durante el gobierno de Alfonsín sucedió lo que actualmente está ocurriendo con Kichner, es decir, se persiguió y desnaturalizó a las FF.AA. como pasos esenciales para reemplazarlas por otras más afines al proyecto socialdemócrata. Semejantes políticas antimilitares provocaron la reacción de los cuadros medios de la Institución. Así fue como Alfonsín debió sortear tres pronunciamientos militares que encabezaron los nacionalistas carapintadas y de cuyos réditos se apropió el sector liberal.
Luego vino Menem quien, pese a profundizar la desnaturalización de las FF.AA., nunca fue visto como enemigo por los mandos militares dado el carácter liberal que le dio a su gobierno. Sí lo vieron así los carapintadas ya que si bien en los discursos reivindicaba a las FF.AA., en la práctica las desarmaba, las reducía y las desnaturalizaba y, en materia de DDHH, cedía a las presiones de la izquierda. No olvidemos que fue en el gobierno de Menem que Balza realizó el ilegítimo arrepentimiento por el accionar militar en la Guerra contra la subversión. Para reprimir el último de los pronunciamientos carapintadas (3 de diciembre de 1990), contó con el apoyo del sector liberal del Ejército. Algunos de los más conspicuos enemigos de los carapintadas y pertenecientes a este sector, paradójicamente hoy están presos al haberse derogado las leyes de Punto Final y Obediencia Debida que habían sido promulgadas como consecuencia de los Sucesos de Semana Santa de 1987.
En la actualidad, otra vez se está viviendo una situación similar a la acontecida en épocas de Alfonsín, con la diferencia que aquel proceso de destrucción de las FF.AA. Iniciado en esa época, hoy ha crecido, se ha consolidado y ya no están los carapintadas para intentar frenarlo.
Dicho esto podemos sintetizar que nuestro acotado silencio se debe, fundamentalmente, al hecho de que en esta oportunidad, no somos nosotros quienes debemos actuar, sino quienes en los Pronunciamientos anteriores nos combatieron e impidieron que se detuviese esta política en contra de las FF.AA. tradicionales. Y aquí se entiende también el silencio de aquellos militares que no quisieron escucharnos y en su lugar, se aliaron con Alfonsín y Menem para combatirnos. Por eso es que les resulta tan difícil aceptar la realidad de que los carapintadas tenían razón y en su lugar, optan por evitar nombrarlos como si nada hubiesen tenido que ver en esta lucha.
Y respecto de por qué el gobierno mantiene un cuidadoso silencio sobre los carapintadas, entiendo que tal actitud se debe a una especie de reconocimiento que parte de dos premisas fundamentales: que los carapintadas se enfrentaron con el principal enemigo político que tiene este gobierno, Carlos Menem, y a que nunca defendieron a quienes en la Guerra contra la subversión cometieron algún delito.
A modo de cierre bastaría agregar que sobre esta lucha, los carapintadas, no sólo han dicho todo lo que había que decir y con mucha anticipación, sino que además, dieron testimonio importante de ello en cuatro pronunciamientos militares, en los cuales algunos ofrendaron sus vidas, otros resultaron heridos con secuelas de por vida, la mayoría fueron a dar a prisión por largo tiempo y todos perdieron sus carreras militares. Los especuladores de siempre no deben esperar reacciones de nuestra parte porque tenemos muy claro que: estos no son nuestros tiempos.
¡Por Dios y por la Patria!
Hugo Reinaldo Abete
Ex Mayor E.A.