| Uno de los                    logros del Chile de Pinochet fue su modelo económico tomado                    como ejemplo por muchos economistas. El régimen trasandino                    implantó un durísimo ajuste que le permitió ostentar un                    crecimiento que muchos envidiaron. Bajo el general la economía                    chilena creció a un ritmo del 8 y 9% anual, mientras los                    niveles de pobreza, altísimos al despuntar la década de los                    80, empezaron a ceder notablemente. Pero                    aquella imagen exitosa perdería su brillo con las acusaciones                    ante los tribunales locales e internacionales de asesinatos,                    torturas y corrupción. La aparición de cuentas bancarias                    secretas a su nombre, unidas a la certeza de que sustrajo                    varios millones de dólares del tesoro público, o de que obtuvo                    esos fondos de manera ilegal, añadió otro grave elemento de                    descalificación al juicio histórico sobre su gobierno. El                    depósito a nombre de Pinochet en 1980 de más de                    9.000 kilos de oro valuados en 160 millones de dólares,                    hallados en Hong Kong, reveló que aun el sistema más exitoso                    puede generar casos de corrupción.
 
 
 La “mano                    dura” pinochetista se compensaba con los números positivos de                    la economía chilena, pero el delito de peculado hirió la                    sensibilidad de los chilenos. Entonces la imagen de la era                    pinochetista comenzó a resquebrarse… El                    itinerario del general chileno registra un hecho poco                    recordado a nivel mundial pero que quedó en la memoria de                    muchos argentinos. Cierta vez, Pinochet planeó la delirante                    idea de "envenenar las aguas" del Río de la Plata y                    "exterminar a toda la población de Buenos Aires".  El dato se                    conoció en octubre de 2002, cuando una jueza chilena detuvo a                    dos oficiales del Ejército de ese país, acusados de asesinar                    en 1995 a Eugenio Berríos, un técnico que desarrolló armas                    químicas y bacteriológicas con las que la dictadura de Augusto                    Pinochet planeaba "envenenar las aguas y exterminar a toda la                    población de Buenos Aires", en caso de que estallara una                    guerra con la Argentina. La                    revelación fue publicada en su momento por el semanario                    chileno "Siete+7", en el que se indicó que el gobierno                    trasandino habría desarrollado "gas sarín" y la toxina                    botulínica, con el "doble propósito de envenenar a opositores                    al régimen y exterminar en masa a la población                    argentina".Durante la                    investigación del caso se detuvo a dos militares acusados por                    el asesinato de Berríos, quien formó parte de los organismos                    represivos de Augusto Pinochet, la famosa DINA, perdió la vida                    en extrañas circunstancias en Uruguay.
 La decisión de detener a los ex militares fue adoptada                    por la jueza del Sexto Juzgado del Crimen de Santiago, Olga                    Pérez.Berríos fue hallado sin vida en la playa El Pinar,                    en Uruguay. Las investigaciones realizadas por la Justicia                    permitieron determinar que Berríos fue llevado por la fuerza a                    Uruguay, después de que manifestara su deseo de colaborar con                    la Justicia en el esclarecimiento de varios crímenes de la                    dictadura. En ese país, intentó huir de sus captores, por lo                    que fue asesinado entre 1991 y 1992. Parte de sus restos óseos                    aparecieron abandonados en 1995 en la playa de El Pinar y sólo                    pudieron ser identificados gracias a exhaustivos exámenes de                    ADN.
 El macabro                    hallazgo mereció unas pocas líneas en los periódicos y pronto                    quedó en el olvido. En el Instituto Técnico Forense, sin                    embargo, el antropólogo Horacio Solla siguió durante meses una                    pista apoyada simplemente en una corazonada.
 Solla inició                    una paciente labor con una técnica relativamente novedosa en                    Uruguay: la reconstrucción en computadora, de los rasgos de                    una cara y de la forma de una cabeza, a partir de un cráneo.                    Una vez fotografiado desde distintos ángulos, y escaneadas las                    fotografías, la pantalla de la computadora
 comenzó a                    reproducir una imagen ósea tridimensional. Aplicando fórmulas                    antropológicas, la imagen se fue recubriendo lentamente de                    cartílagos, tendones, músculos y finalmente piel; los restos                    de los vellos encontrados en
 las dunas permitieron incluso                    reproducir el tipo de barba y cabello levemente canoso. En                    julio de 1995 las autoridades del Instituto Técnico Forense                    que habían supervisado el proceso de reconstrucción virtual                    quedaron anonadadas:
 la imagen que reproducía la                    computadora era casi un calco de la fotografía publicada en                    los diarios que los ministros del Interior, Juan Andrés                    Ramírez, de Defensa, Mariano Brito, y de Relaciones                    Exteriores, Sergio Abreu, habían presentado al Parlamento, en                    agosto de 1993, como prueba de que Eugenio
 Berríos,                    secuestrado de la comisaría de Parque del Plata en noviembre                    de 1992, estaba vivo. Berríos aparecía, barbudo y sonriente,                    sentado en un sofá junto a un ejemplar de Il Mesaggero, de                    Milán, desplegado en el asiento contiguo, con
 la fecha de                    edición bien visible. Esa foto, dos años después, resultaba un                    testimonio de lo contrario: Berríos estaba muerto.
 La                    justicia se tomó varios meses para confirmar la identidad.                    Puesto que se desconfiaba del procedimiento técnico de los                    antropólogos forenses, aunque se admitía la base científica de                    la suposición, el magistrado González reclamó vía Interpol,                    ante la policía chilena, algún tipo de registro dental de
 Eugenio Berríos. La Brigada de Homicidios de la Policía                    Metropolitana chilena salió a la búsqueda de placas y                    radiografías y, previsoramente, adjuntó también registros                    médicos de antiguas fracturas sufridas por el joven Berríos
 en riñas callejeras durante la presidencia de Salvador                    Allende. Las placas dentales de Berríos coincidieron con la                    dentadura del cadáver de El Pinar, pero aun así el magistrado                    resistió una confirmación de la identidad y propuso un examen                    de ADN, que obligó a los padres del bioquímico a realizar                    análisis
 de sangre. Finalmente, en enero de 1996, la                    justicia rebautizó la carátula del viejo expediente de 1993                    con el rótulo de homicidio, pero en la investigación no avanzó                    un ápice, como no había avanzado antes bajo el rótulo de                    secuestro.
 Los estudios de los forenses Guido Berro,                    Beatriz Balbela y Guillermo Meza fueron coincidentes en                    ajustar con precisión la fecha probable de la muerte, que                    situaron en los primeros días de marzo de 1993, exactamente en                    el mismo período en que el entonces comandante en jefe del                    ejército chileno, general
 Augusto Pinochet, realizaba una                    visita de carácter privado a Uruguay, y solicitaba al comando                    uruguayo la deferencia de nombrar como su edecán al teniente                    coronel Thomas Cassella, el hombre que guarda el secreto del                    "caso Berríos".
 
 
 Rafael Bielsa                    colaboró con Pinochet Según un informe                    de                    Inteligencia de Uruguay sobre Bielsa publicado por Seprin y                    que fuera publicado el 11 y 12 de octubre de 2005 en el diario                    "El Observador" de Montevideo. En pocas palabras Bielsa quedó                    “pegado” porque después de cumplir exitosamente con su misión,                    se apresuró en regresar al país, aprovechando la cobertura que                    le proporcionaba la influencia de su padre con las autoridades                    de turno. Pese al consejo que se le dio, de no volver, no solo                    lo hizo, sino que además "aceptó un puesto en el                    gobierno".Bielsa fue detenido y secuestrado en 1977, y                    pasó dos meses detenido en el centro clandestino de detención                    denominado "El Castillo" o "El Fortín", ubicado en las                    inmediaciones de la Estancia La Española, a pocos kilómetros                    de la Ciudad de Rosario. Allí fue interrogado y torturado en                    diversas oportunidades. "El Castillo" fue el último destino de                    una extensa lista de desaparecidos Argentinos y Uruguayos, que                    tras las rutinarias sesiones de tortura e interrogatorio eran                    asesinados y desaparecidos por los grupos de tareas del II                    Cuerpo de Ejército, en el marco del llamado Plan Condor.
 En                    un período en el que muy pocos sobrevivían independientemente                    de su apellido (recordemos que los sobrinos del mismo Jorge                    Rafael Videla, o de Alvaro Alsogaray fueron secuestrados y                    nunca aparecieron), inesperadamente y por orden del entonces                    Ministro del Interior, General Albano Harguindeguy, el joven                    Bielsa fue librerado y se le facilitó, desde el Poder                    Ejecutivo, su escape al Reino de España, donde residió entre                    1977 y 1980.
 Hasta aquí podríamos decir que la historia del                    Canciller es casi normal. Es a partir de año 1980 que se                    vuelve sorprendente.
 Para 1980, el joven Bielsa había                    sido:
 -Entre 1974 y 1978, designado auxiliar en la Fiscalía                    Federal Nº 2 de los Tribunales Federales de Rosario, por lo                    que entendía cabalmente el estado de falta de derecho en el                    que se vivía, así como la gravedad de los hechos que ocurrían,                    y que le habían ocurrido a él mismo.
 -En 1977 fue                    secuestrado y torturado durante semanas por el mismo gobierno                    militar, sabiendo que en ese mismo lugar habían secuestrado,                    torturado y asesinado a tantas otras víctimas
 -Fue                    posteriormente liberado y enviado a España por la misteriosa                    gestión del Ministro del Interior de Jorge Rafael Videla,                    General Albano Harguindeguy.
 En 1980 Bielsa decide retornar                    de su exilio en España, y automáticamente consigue                    trabajo.
 Ahora bien, ¿donde comenzó a trabajar este ex                    montonero, secuestrado, torturado, y posteriormente liberado                    por Harguindeguy? ¿En la Justicia ? No. ¿Como profesional                    independiente? No. ¿En alguna organización defensora de los                    derechos humanos ? Tampoco.
 Sorprendentemente, el ex                    montonero comienza a trabajar - en plena dictadura - para sus                    antiguos captores. Y es así que:
 Entre 1980 - 1981 trabajó                    en la Comisión de Ordenamiento Legislativo del Poder Ejecutivo                    Nacional
 Entre 1981- 1982 fue asesor en la Subsecretaría de                    Asuntos Legislativos del Ministerio de Justicia de la                    Nación.
 En 1982 fue designado miembro integrante, por el                    Ministerio de Justicia de la Nación de la Comisión de Estudio                    de un sistema adecuado para el tratamiento informático del                    material bibliográfico existente en la Biblioteca de la                    Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de                    Buenos Aires.
 Es decir el Señor Canciller trabajó no en                    uno, sino en tres cargos políticos para las cuales fue                    designado específicamente por el Proceso de Reorganización                    Nacional, Dictadura responsable del secuestro, tortura, muerte                    y desaparición de miles de argentinos.
 Aunque cueste                    creerlo Bielsa también tuvo el privilegio de trabajar a sueldo                    para el gobierno del mismísimo Augusto Pinochet. Es así que                    entre 1982 - 1983 fue contratado como asesor para un Proyecto                    Piloto de Informática Jurídica en                    Chile.
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