jueves, noviembre 01, 2012

MAYO DEL 68, MARCUSSE Y LA ESCUELA DE FRANKFURT

LA REVISTA DEL FORO
                                           SUPLEMENTO ESPECIAL
                                                    
                                  miércoles, 31 de octubre de 2012
                  
COLUMNISTA
   
DR. JORGE H. SARMIENTO GARCÍA


MAYO DEL 68, MARCUSSE Y LA ESCUELA DE FRANKFURT                    MAYO DEL 68, MARCUSSE Y LA ESCUELA DE FRANKFURT                    MAYO DEL 68, MARCUSSE Y LA ESCUELA DE FRANKFURT                   



MAYO DEL 68, MARCUSSE Y LA ESCUELA DE FRANKFURT


Hace algo más de 44 años, el 22 de marzo de 1968, comenzaban con la ocupación de la Universidad Nanterre en París los “acontecimientos del 68”, que darían lugar a manifestaciones estudiantiles con enfrentamientos contra la policía.

Si bien no era la primera vez, ya que un año antes también estudiantes habían enfrentado con parapetos a las fuerzas policíacas, lo importante en esta ocasión es que se desarrolló conjuntamente con la mayor huelga de la historia de Francia, lo que hizo excepcional este movimiento de estudiantes y trabajadores.

La ideología en conjunto fue compleja, con ingredientes anarquistas (como el culto de la libertad ilimitada, en particular, de la libertad sexual o para el consumo drogas) pero también con ingredientes estalinistas (Cuba o Albania eran considerados como países para el ejemplo).

Y los “héroes” del movimiento eran figuras tales como Ho Chi Minh, el inefable “Che” Guevara o Ángela Davis (todos miembros de un partido que puede calificarse como “cuasiestalinista”, teniendo la última la doble ventaja de ser negra y mujer), sin que esto conllevara a que el partido comunista tuviera la dirección del movimiento, pues más bien estuvo en su contra. Es que el partido comunista apoyaba al régimen del general De Gaulle, en su manera indirecta y retorcida. Mas como afirma Don Cook, tras una semana de observar y oír en la radio la lucha de los estudiantes contra la Seguridad Republicana (policía), el movimiento obrero francés ya no aceptó la actitud de brazos caídos que proponía la dirección del partido comunista. Ante crecientes presiones para que dieran apoyo a los estudiantes, la federación de sindicatos dominada por los comunistas la CGT (Confederación General de Trabajadores), finalmente cambió de rumbo y llamó a una “manifestación de solidaridad” y a un día general de huelga general el lunes 13 de mayo, que también era aniversario del principio de los acontecimientos que habían llevado al poder al general De Gaulle en 1958, siendo la nueva frase de orden: “Diez años bastan”.

Este movimiento no tenía un carácter de “clase proletario”. No es una casualidad, considerando que según uno de sus teóricos, Herbert Marcuse, la clase obrera había sido integrada y que las fuerzas de la revolución contra el capitalismo debían encontrarse entre otros sectores, como los negros víctimas de la discriminación, los campesinos del tercer mundo o los intelectuales rebeldes. No debe olvidarse que Marcuse era representante del freudo-marxismo alemán de la década del treinta, cuya condición de marxista y judío lo obligó, ante la llegada del nazismo, a refugiarse en Europa y luego definitivamente en Estados Unidos, a partir de 1934. Bien se ha dicho que una vez que estallaron los hechos de mayo, sobre las barricadas y sobre los muros de la Sorbona, señorearon como dueñas de la Revolución las tres M: Marx, Mao, Marcuse. Marcuse se elevó por encima de los dos gigantes del marxismo. Muchas de las consignas utilizadas en el 68, como la rebelión sexual, el tema de no pactar con la sociedad industrial avanzada ni con la represión, la imaginación al poder, etc., constituían planteamientos que Marcuse había hecho y que retomó en todas sus obras. Se debía rechazar todo lo que oliera a aquélla sociedad, pues sólo su rechazo total y radical es una defensa eficaz, al mismo tiempo que se constituye en la condición primera para edificar luego, sobre las ruinas del sistema existente, la nueva sociedad. Sus libros comenzaron a tener, y tienen, abundante demanda y éxito.

Además, en la Francia de mayo del 68, las referencias a la guerra de Vietnam fueron rápidamente eclipsadas por toda una serie de lemas de inspiración situacionista, anarquista e incluso surrealista: "prohibido prohibir", “seamos realistas, exijamos lo imposible", “amaos los unos sobre los otros”, etc.

Bien ha advertido Andrea Riccardi que, en Occidente, los años sesenta fueron tiempos de una transformación cultural en la que ejercieron gran influencia una mezcla de freudismo y de marxismo, y que los sucesos de 1968 constituyeron una revolución antropológica y cultural, con la afirmación de la centralidad del sujeto y de su libertad absoluta, sostenido todo ello por el bienestar consumista de Occidente, que oscurecía el sentido del límite y hacía que casi todo apareciera como posible. Fundamentalmente se afirmaba un lanzamiento vital hacia la realización de lo nuevo y de nuevas formas de vida, con un espíritu de marcado distanciamiento del pasado, de la tradición, de las instituciones. Los años sesenta desencadenaron una rebelión anti institucional y anti tradicional en todos los sectores de la vida social, siendo tiempos de una crítica difundida, de deseos de cambiar, de utopías, de libertad sexual, de inicio de la crisis de la familia, de ruptura de costumbres tradicionales.

Bueno es recordar todo esto frente a la actualidad de Marcusse y de la Escuela de Frankfurt, recordando que aquél identificándose a sí mismo como marxista, socialista y hegeliano fue miembro políticamente explícito de tal Escuela, especialmente dedicado a aplicar políticas de “emancipación”, como las feministas y las juveniles.