“¡Devolvé la bolsa!”, el grito que Felisa Miceli se cansó de escuchar
El martes 5 de junio de 2007, a las seis de la mañana, su vida cambió
para siempre. Fue ese día cuando personal de la Brigada de Explosivos
de la Policía Federal encontró, durante una inspección de rutina, miles de dólares, pesos y euros en el baño de la entonces ministra de Economía.
Ciento
cuarenta mil dólares, cincuenta mil euros y cien mil pesos detallamos
entonces con Luciana Geuna cuando informamos sobre el hecho en Perfil.
Eso decía el acta que labró la policía aquella mañana en medio del
escándalo.
El acta fue destruida por orden de Felisa Miceli
. Un segundo testimonio dio cuenta de otra cantidad de dinero: 100.000
pesos y 31.670 dólares. La cifra era menor pero el problema seguía
siendo el mismo: ¿Qué hacía esa cantidad de cash en el baño ministerial?
La
mujer de la bolsa fue víctima de la sorpresa. Sus explicaciones fueron
confusas y contradictorias: primero dijo que el dinero era de ella,
estaba en su declaración jurada de Ganancias y era para comprarle un departamento a su hija
. Ninguna de las agendas secuestradas durante el allanamiento
mencionaba una cita inmobiliaria. Después dijo que era dinero para
comprar su propia casa y que lo había dejado en el baño de la oficina
para depositarlo a la mañana siguiente en el Banco Nación. Más tarde
dijo que el dinero era un préstamo de su hermano Horacio, conocido comerciante del mundo de los laboratorios.
Meses
después del escándalo, cuando ya era ex ministra, declaró ante Servini
de Cubría que el dinero era un préstamo de su otro hermano, José Rubén, a
quien habían intentado proteger del escándalo porque era víctima de una
enfermedad. A esa altura ya se sabía que el lote 38057 BCO30, el fajo
termosellado de los cien mil pesos con la referencia del Banco Central, había llegado a Miceli por una ruta ilegal
. Los ejecutivos de la financiera Cuenca declararon ante la Justicia
haber recibido el lote pero, según dijeron, nunca había salido de ahí, y
ni Horacio Miceli, ni Felisa Miceli ni su esposo, el Pacha Velasco,
tenían cuenta en el lugar.
La realidad se colaba por los costados:
en Radio del Plata Verónica Castañares leía el mensaje de un oyente:
“La bolsa de Felisa era una coima del Banco Hipotecario por un
trabajo que una señorita hizo para la financiera Cuenca. Cien mil fue la
parte que le tocó a Felisa pero salieron trescientos mil en total, que
se dividieron para otras partes”. Otros veían en el escándalo el
resultado de una interna entre De Vido y Alberto Fernández.
“Nunca
pensé que esto iba a llegar a tanto”, le dijo Felisa el pasado 6 de
octubre a FM Identidad. “En un país donde mueren cincuenta personas en
una tragedia ferroviaria, donde pasan tantas cosas, que la Justicia jorobe con esto me parece un poco raro. Todo el país sabe que esto fue una cama”.
“Felisa ya fue. Esta muy sola, el juicio lo va a perder”, le dicen a Clarín quienes todavía la frecuentan en el exilio del poder.
“Le pasó por boluda, por inexperta”, dicen otros allegados. “Y cometió el peor de los errores: le mintió a Néstor diciéndole que la plata era suya”.
La
primera mujer ministra de Economía de la Argentina tiene hoy sesenta
años y será, también, la primera funcionaria kirchnerista en llegar a un
juicio oral, el próximo lunes a las 10,30 en el SUM de los tribunales
federales de Comodoro Py con transmisión en directo por internet.
Según comentó Sergio Schoklender a Clarín
esta semana, Felisa llegó a las Madres por una propuesta suya, “y Hebe
lo consultó con Néstor, quien dio el OK”. “Le planteamos que se hiciera
cargo de la dirección financiera de la fundación”, dice. “Cuando yo
renuncio a la Fundación en mayo de 2011 y lo echan a Pablo, Felisa se
queda con el contador Roberto Domínguez, puesto por Boudou, a cargo de
toda la gestión. Y la vacían.
Se chorearon más de 200 millones de pesos.
Junto al Barba Gutiérrez (intendente de Quilmes), arman un fideicomiso
trucho y la plata va a parar ahí. Dejaron a 6.500 familias en la calle”,
agrega Schoklender.
“Las Madres hoy somos felices porque nuestros
hijos están en ellos, los que están trabajando”, dijo Hebe de Bonafini
en abril del año pasado, durante un acto. “Nuestros hijos son Amado Boudou y Felisa Miceli , los sentimos nuestros”.
Miceli,
que escuchará desde el lunes las declaraciones de 60 testigos, está
imputada en otras causas judiciales: en una de ellas está acusada por
presuntas irregularidades en la venta del frigorífico Santa Elena a la
firma Santa Elena Alimentos SA, que se concretó a través de un acta del
directorio del Banco Nación firmada por Miceli a cargo de la presidencia
en 2005. La operación se concretó por 3.500.000 pesos mientras el valor de mercado era de al menos veinte millones .
También
fue denunciada por el uso indebido de custodias y autos oficiales
cuando ya no estaba a cargo del Ministerio de Economía. Hoy conduce el
CEMOP (Centro de Monitoreo Económico y de las Políticas Publicas) que
depende de las Madres. Sigue viviendo en Amenábar al 3.900 del barrio de
Saavedra y figura como categoría F del monotributo ( con una facturación de hasta 96.000 pesos anuales
). Ya casi nadie le grita por la calle “¡Devolvé la Bolsa!” y su rostro
suena vagamente conocido. El lunes la luz volverá a posarse sobre él.