Nemesio Rodríguez Lois .
Al llegar nuevamente el 12 de diciembre, fiesta máxima de México, ¿qué podemos decir de la Virgen de Guadalupe que otros no hayan dicho antes?
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Lo que es un hecho evidente es que la imagen guadalupana es un símbolo mediante el cual se logró darle a los indígenas del siglo XVI un mensaje totalmente novedoso.
Difíciles años aquellos que sucedieron a la conquista de Tenochtitlán; porque a pesar de que los españoles se habían impuesto por las armas y los misioneros habían empezado a predicar el evangelio, existían aún muchos recelos.
Y es que la mayoría de los nativos se resistían a dejar sus antiguas creencias; y eran tan tercos en seguir aferrados a lo de antes que en secreto adoraban a sus ídolos y cuando asistían a una ceremonia católica lo hacían con un fuerte sentimiento supersticioso.
Fue a partir de las apariciones del Tepeyac cuando empezaron a cambiar las cosas.
Todo cambió desde el momento en que los indígenas, al contemplar la imagen pintada en el ayate de san Juan Diego, comprendieron que allí estaba escrito un mensaje.
Quienes, siglos después, han examinado la pintura han visto que se trata de un pictograma en el cual –por medio de símbolos- se comunica el mensaje de que algo muy grande está a punto de ocurrir…
Una mujer embarazada, cubierta con un manto de estrellas, con la luna bajo sus pies y rodeada por los rayos del sol. Clarísimo: ella venía precediendo al sol, la máxima deidad y el niño que traía en su seno era un personaje fuera de lo común.
Los indígenas lo entendieron y gracias a ello empezaron a venerar a la gran señora que venía anunciando al sol que estaba por llegar.
No se olvide que las apariciones tuvieron lugar pocos días antes de la Navidad.
El caso fue que, a partir de entonces, las conversiones se dieron en masa.
Fue, desde el momento en que se apareció la Virgen, que –de manera real y efectiva, México empezó a ser católico.
Y todo gracias a que la Virgen de Guadalupe, utilizando un medio que todos pudieron entender, logró comunicar el gran mensaje.
No deja de ser una feliz coincidencia que haya sido también un 12 de diciembre, pero de 2012, cuando el entonces Papa Benedicto XVI decidió utilizar un moderno recurso para comunicar el evangelio a millones de seguidores.
Se trata de los tuits con que el Papa se comunica con sus seguidores a través de los ya famosos 140 caracteres.
El caso es que ha pasado un año y los “followers” o seguidores del Papa superan ya los 10 millones.
Maravillas de ala técnica cuando se utiliza para el bien.
Feliz idea de Benedicto XVI continuada por su sucesor el Papa Francisco la de utilizar este recurso de las redes sociales para comunicarle al mundo entero que el evangelio no es una vieja biblia de amarillentas páginas y cubierta de polvo.
Nada de eso. La palabra de Dios es siempre actual y quienes no puedan leerla podrán enterarse de su contenido por medio de los mensajes que envía el Papa.
De este modo, se ve como la Plaza de San Pedro se ensancha hasta el infinito ya que no solamente quienes acuden a Roma pueden recibir las enseñanzas del vicario de Cristo.
Feliz día aquel 12 de diciembre en que el Papa, dándonos ejemplo a todos, decidió apoyarse en un medio moderno de comunicación para enviarnos sus mensajes.
Algo quizás no tan novedoso puesto que –como antes dijimos- lo había hecho ya nuestra guadalupana por medio de una imagen que es todo un pictograma.
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