Callejón sin salida
“Los que no pueden recordar el pasado
están condenados a repetirlo”
Jorge Santayana
Filósofo y
ensayista español
Bueno pues ya
tenemos la pelota del independentismo catalán en el tejado. La pusieron ayer
los partidos separatistas catalanes al fijar las preguntas –porque no se
pudieron poner de acuerdo en un solo texto— y la fecha en que pretenden
celebrar la consulta.
“¿Quiere
usted que Cataluña sea un Estado?' Y si es así, ¿independiente?” La fecha de la consulta soberanista la han fijado para el 9 de
noviembre de del próximo año.
La propaganda hecha
de la manipulación de la Historia, es el veneno intelectual que ha moldeado las
conciencias durante 35 años y no voy a insistir ahora en la ilegitimidad
histórica de los nacionalistas catalanes, porque es algo que por demostrado
hasta la saciedad, resulta ya tedioso.
No hay caso de mayor deslealtad. Su política ha sido una permanente
incitación al odio a todo lo que signifique España y a la venganza, por haber tenido
que capitular ante las tropas de Felipe V en la guerra de sucesión,
desapareciendo con su derrota el principado, al igual que ocurrió con el reino
de Aragón, Valencia y Mallorca, por causa de la rebelión que protagonizaron y
que dio lugar a una guerra civil, que en su caso, duró 13 años.
De hecho, el
consejero de la Presidencia y portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs,
acusó el pasado miércoles a PP y Ciudadanos de tener como objetivo político
"la liquidación" de Cataluña desde una visión imperialista, y ha
enmarcado en esa estrategia, su oposición a los actos de conmemoración del
asedio de 1714 y el simposio España contra Cataluña.
Pero no es por esta
causa por la que surgió el nacionalismo separatista catalán.
La siembra de un
odio visceral a España, fue labrada por la izquierda separatista y la burguesía
a finales del siglo XIX, cuando vieron que con la pérdida de las colonias,
disminuyeron sus pingües beneficios.
En un brillante
artículo, nuestro premio Nobel Ramón y Cajal, a este respecto decía: “A
guisa de explicaciones del desvío actual de las regiones periféricas, se han
imaginado varias hipótesis, algunas con ínfulas filosóficas. No nos hagamos
ilusiones. Con relación a Cataluña, la causa real carece de idealidad y es
puramente económica. El movimiento desintegrador surgió en 1900, y tuvo por
causa principal, aunque no exclusiva, la pérdida irreparable del espléndido
mercado colonial”.
Deprime y
entristece el ánimo, el considerar la ingratitud de aquellos que desean y
procuran el desmembramiento de España.
En los medios de
comunicación generosamente subvencionados por el nacionalismo, diariamente se
hace alarde del odio a todo lo que signifique España, como un símbolo de
liberación con el que según ellos, recuperarían el paraíso perdido en la guerra
de sucesión, hace 300 años. Y el resto de España, viene soportando día tras día
constantes insultos, amenazas e incitaciones al linchamiento, acompañados de
infinidad de agresiones.
Es este un juego muy
peligroso, que solo puede conducir a un callejón sin salida.
No me explico esta
hostilidad de Cataluña hacia el resto de España. Si fueran honrados,
reconocieran la Historia y mirasen la realidad con los ojos de la verdad, no
tendrían más remedio que admitir que su aversión carece de fundamento
histórico, social, económico y moral. No cabe argumentar razones materialistas.
Su desmemoria es algo asombroso. Sus alardeados derechos históricos son un
camelo sin el menor fundamento. Nunca llegaron a ser un reino como Castilla,
Aragón o Navarra y eso es lo que les genera el enorme complejo de inferioridad
que tratan de suplir con su exacerbada prepotencia. ¡Cuánta ingratitud
tendenciosa albergan sus vanas pretensiones!
La lista
interminable de subvenciones, dádivas, privilegios y tratos de favor
generosamente otorgados a Cataluña, constituye un gigantesco agravio
comparativo para el resto de España. Las cifras globales, si realmente se diesen
a conoce, son aterradoras. Y todo para congraciarse con una burguesía que
corresponde a la magnanimidad del resto de los españoles, (los despreciables «charnegos»,
apelativo xenófobo que utilizan para designar a los inmigrantes y que según la
Real Academia de la Lengua Española, procede del vocablo
"lucharniego", un tipo de perro preparado para la caza nocturna.)
Es de esperar de la
sensatez de los catalanes, un rechazo mayoritario a la locura iniciada por los
separatistas, aunque hemos de ser conscientes de que en un pueblo envenenado
sistemáticamente durante más de tres décadas y educado en un odio creado
deliberadamente, basado en exageraciones e invenciones sobre la represión de
una España explotadora y totalitaria, no es fácil encontrar respuestas
ecuánimes y serenas.
Personas como las
que enarbolan estas banderas son las que al frente de sus partidos fascistas y
totalitarios, en el gobierno de las instituciones, son las grandes destructoras
de la convivencia social de un país.
A pesar de la
gravedad de la situación, en la opinión pública parece prevalecer la opinión de
que, se trata de un problema
exclusivamente de Cataluña, y de que el mismo no representa el menor riesgo
para la convivencia social o la democracia en España.
Sin embargo, en el
transcurso de la historia reciente, dos son las veces ya, que Cataluña ha
proclamado su independencia y el consejero de Interior en funciones de la Generalidad
catalana, Felip Puig, no hace mucho que exhortó a los Mossos d’Esquadra a
que, en caso de que la Generalidad decida saltarse la ley, en referencia a una
hipotética secesión unilateral, este cuerpo apoyara sus demandas y se situara
al lado del Gobierno autonómico.
Recordemos que ya
en 1934, la Generalidad proclamó unilateralmente la República en Cataluña. Ante
tan graves hechos, el entonces presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora
y el presidente de gobierno, Alejandro Lerroux, proclamaron el Estado de Guerra
y ordenaron la detención en pleno del gobierno de Cataluña. La Guardia Civil se
hizo cargo de la detención y custodia de los Mossos d´Esquadra”.
En la actualidad,
el Estado dispone de armas legales que aplicar, como el art. 155 de la Constitución,
que contempla la retirada de las competencias a que hubiere lugar, o incluso la
suspensión del régimen autonómico, para no tener que llegar a dar un
espectáculo tan bochornoso ante el mundo, como el que tuvo que dar la República.
Sería una auténtica
catástrofe para España, que en las circunstancias por las que atraviesa el
país, se hicieran realidad las palabras de Manuel Azaña, cuando dijo: “El
gobernante es, por lo común -salvo aquellas excepciones que aparecen nimbadas
por la aureola de la historia y que son un número muy reducido-, un hombre
débil, entregado al oleaje de las pasiones populares, y muchas veces sin
fortaleza para empuñar firmemente la caña del timón y conducir la nave al
puerto de salvación."
César
Valdeolmillos Alonso