Sordos ruidos de corceles y de acero
15.12.2011 | Política | Por: Carlos Manuel Acuña
Hacia la ruptura con el peronismo
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Por Carlos Manuel Acuña para el Informador Público
Fiel a su estilo que tantos buenos resultados le dio hasta el momento, montada en el 54 por ciento de los votos obtenidos, Cristina Fernández acelera el enfrentamiento con el sector moderado del peronismo y, tal vez sin saberlo, repite -al revés- la historia de los años setenta, pero aún sin el contenido trágico que signó a esa época. Con apuro y seguramente asesorada por sus colaboradores más cercanos, la Presidente de la República busca cerrar el circuito electoral que la reeligió para un nuevo período, con una afirmación personal para imponerse en el plano político.
Los últimos pasos movieron varias fichas. La más visible, por el enfrentamiento logrado con la Policía Bonaerense, fue la sanción contra los agentes que cumplieron órdenes para reprimir a los elementos de La Cámpora instruidos para alterar la asunción de Daniel Scioli como reelecto gobernador de Buenos Aires. De paso, el grupo, pequeño pero entusiasta, vivaría al kirchnerista Mariotto, electo vicegobernador, para apurar de esa manera una mayor capacidad de acción directa en favor de la izquierda. Como no podía ser de otra manera, la Policía se autoacuarteló y generó un problema que podría ser mayúsculo este fin de año que promete el inicio de un 2012 muy caliente y conflictivo en grado máximo. Todos lo saben pero son pocos quienes lo dicen.
Fiel a su estilo que tantos buenos resultados le dio hasta el momento, montada en el 54 por ciento de los votos obtenidos, Cristina Fernández acelera el enfrentamiento con el sector moderado del peronismo y, tal vez sin saberlo, repite -al revés- la historia de los años setenta, pero aún sin el contenido trágico que signó a esa época. Con apuro y seguramente asesorada por sus colaboradores más cercanos, la Presidente de la República busca cerrar el circuito electoral que la reeligió para un nuevo período, con una afirmación personal para imponerse en el plano político.
Los últimos pasos movieron varias fichas. La más visible, por el enfrentamiento logrado con la Policía Bonaerense, fue la sanción contra los agentes que cumplieron órdenes para reprimir a los elementos de La Cámpora instruidos para alterar la asunción de Daniel Scioli como reelecto gobernador de Buenos Aires. De paso, el grupo, pequeño pero entusiasta, vivaría al kirchnerista Mariotto, electo vicegobernador, para apurar de esa manera una mayor capacidad de acción directa en favor de la izquierda. Como no podía ser de otra manera, la Policía se autoacuarteló y generó un problema que podría ser mayúsculo este fin de año que promete el inicio de un 2012 muy caliente y conflictivo en grado máximo. Todos lo saben pero son pocos quienes lo dicen.
Al cierre de este comentario, el problema parecía que se superaría con la reincorporación de los policías sancionados, pero en los hechos, el quiebre de la autoridad abrió un horizonte peligroso y generó un serio traspié para el oficialismo en su versión más de izquierda. Mariotto deberá replegarse por unos días y esperar una mejor oportunidad para “jabonarle el piso” a un Scioli que mantendrá su prudencia hasta el exceso. Repetimos el concepto: hasta el exceso, aunque llegará un momento en que las cosas deberán definirse como sucedió en los años setenta. Tal vez sin llegar a tanto, el comienzo marcará etapas progresivas, pero lo concreto es que hoy por hoy el poder es tironeado por dos corrientes totalmente opuestas en sus concepciones ideológicas y el método para aplicarlas.
Mientras la problemática bonaerense espera definiciones que no llegan, la jugada por romper a la CGT, con Moyano incluido, también sufrió consecuencias negativas para el gobierno. El apuro por controlar al UATRE, que responde al Momo Venegas, conlleva un contenido adicional contra el campo y sus hombres que promete un recalentamiento adicional para un verano que recién comienza con sus cosechas, en tanto se aguarda el incremento de los costos por la suba de los servicios, de los combustibles y la caída de los precios de la soja y del maíz que deberán recolectarse durante este otoño. Como quien dice, a Cristina se le “está poniendo pesada la pista” y todo indica que las tensiones irán en aumento pese a las fiestas, que este año prometen ser más amargas por diversos motivos. Mientras escribimos estas líneas, en el ámbito sindical se suceden las negociaciones para definir un curso de acción que ofrece dos facetas: una, la división entre quienes, con el retrato de Eva Perón enarbolado como una bandera, se agrupan bajo el ala de Cristina y aquellos que quieren rescatar al peronismo ortodoxo de toda tentación impulsada desde el poder.
Mientras la problemática bonaerense espera definiciones que no llegan, la jugada por romper a la CGT, con Moyano incluido, también sufrió consecuencias negativas para el gobierno. El apuro por controlar al UATRE, que responde al Momo Venegas, conlleva un contenido adicional contra el campo y sus hombres que promete un recalentamiento adicional para un verano que recién comienza con sus cosechas, en tanto se aguarda el incremento de los costos por la suba de los servicios, de los combustibles y la caída de los precios de la soja y del maíz que deberán recolectarse durante este otoño. Como quien dice, a Cristina se le “está poniendo pesada la pista” y todo indica que las tensiones irán en aumento pese a las fiestas, que este año prometen ser más amargas por diversos motivos. Mientras escribimos estas líneas, en el ámbito sindical se suceden las negociaciones para definir un curso de acción que ofrece dos facetas: una, la división entre quienes, con el retrato de Eva Perón enarbolado como una bandera, se agrupan bajo el ala de Cristina y aquellos que quieren rescatar al peronismo ortodoxo de toda tentación impulsada desde el poder.
La otra faceta es la virtual desaparición de los políticos, que en nada o poco influyen en este escenario y quedan marginados de las decisiones. La excepción se juega dentro del peronismo. Allí las tensiones aumentan con el correr de las horas y la primera pregunta que todos se formulan gira en torno de cómo es posible que una Presidente con tantos votos deba soportar tantas dificultades.
Para cualquier observador, por menos agudo que sea, la etapa que se vive responde a los humores y al estilo de Cristina, un estilo agrandado -por así expresarlo- a partir de su permanencia asegurada en la Casa Rosada. La gran pregunta que todos se formulan es cómo hará Cristina para afrontar el mal humor social que se desatará cuando lleguen las primeras facturas habituales para el mantenimiento de una familia y hasta dónde llegará su desconfianza -digamos que fundada- hacia todo lo que vista uniforme. Ella misma hizo todo lo posible para crear esta situación tan difícil y peligrosa que lo ocurrido ayer en La Plata fue nada más que el inicio de un estado de cosas que apenas comienza. Mientras tanto, al vencer la ideología el sentido común y suprimir por ley la normal tercerización del laboreo en el campo, sólo logrará incrementar el desempleo, encarecer los costos y a mediano plazo reducir los resultados de la producción, cada vez más indispensable para proseguir con la política de subsidios selectivos.
Tal cual sucedió en los setenta, el peronismo se dividió con una diferencia substancial: en 1973 Juan Domingo Perón se encargó de sacarlo a Héctor J. Cámpora de la Presidencia e imponer su propia mayoría para combatir a los montoneros y al ERP. Hoy, desde el poder, Cristina quiere seguir el camino inverso y reinstalar a esa misma izquierda en un poder al que parece no entender que se desenvuelve en un contexto mundial diferente y complicado. Pero Cristina Fernández no es Juan Perón; la ruptura con Moyano no se parece al asesinato de José Ignacio Rucci y después de todo lo que sucede y sucederá habrá que ver cuál podría ser un nuevo resultado electoral...