Revelan contactos entre Madres de Plaza de Mayo y las FARC colombianas
El ex apoderado de la Fundación que dirige Hebe de Bonafini (foto) dijo que en los 90, la agrupación tuvo “la idea de enviar compañeros para formarse” con los narcoguerrilleros.
El escritor y periodista argentino Martín Caparrós publicó  en su  blog Pamplinas, del diario español El país, una entrevista exclusiva con  Sergio Schoklender, ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de  Mayo investigado por la Justicia por irregularidades con los fondos que  el Estado entregó a la organización.
En ella, el empresario, quien cumplió una condena junto con su  hermano por el asesinato de sus padres, revela que a principios de los  años 90, la fundación tuvo contacto con varias organizaciones de la  guerrilla latinoamericana, bajo la idea de entrenar compañeros y generar  un movimiento similar en el país.
“La idea era mandar compañeros a formarse con las FARC en Colombia,  con los zapatistas en Chiapas, y que después esos compañeros pudieran  venir con alguna formación y comenzar un trabajo, digamos, foquista en  algún lugar. Ese era el único modelo posible, no veíamos otra salida.  Era impensable que el país se iba a recuperar en ocho años, quién se  podía imaginar eso”, asegura
En un pasaje de un libro que está por editar, Sueños postergados,  Schoklender asegura que el proyecto que tenía la organización durante el  Gobierno de Carlos Menem (1989-1999) “era la revolución”, y señala que,  en ese momento, “la única salida lógica era la lucha armada”. Es en ese  pasaje de la obra en la que Schoklender dice que “en la universidad  guardábamos de todo”.
Ante la pregunta de Caparrós sobre el significado de la frase, el  abogado reconoce que contaban con “armas de todo tipo”. “Pistolas,  ametralladoras, granadas, plástico, lo que pidas”, detalla. “Visto en  plena época del menemismo era la única salida lógica: había que generar  una resistencia. Ubicate en pleno menemismo, con toda la impunidad que  tenían. Me acuerdo del lugar donde teníamos guardadas las cosas, que era  un pozo en el sótano de la universidad: la ubicación precisa la  conocíamos dos o tres compañeros y Hebe, y nadie más”, señala.
En otro de los capítulos de la futura publicación, Schoklender revela  que, con buena parte de los máximos responsables de la represión libres  durante la vigencia de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la  organización planeó el secuestro de uno de los militares más  representativos de lo que fue el genocidio de la dictadura militar, el  comandante Emilio Eduardo Massera.
“En 1999, 2000, teníamos todo preparado para ir a secuestrarlo: le  habíamos hecho inteligencia, sabíamos cómo se movía, por dónde, teníamos  todo preparado. Mi fantasía era hacer algo muy parecido a lo que  después fue esa película, El secreto de sus ojos, ¿no? Lo agarrábamos y  se perdía, nunca más. Yo quería que el enemigo recibiera el mensaje de  lo que significaba la desaparición, que supiera cuál era la sensación de  estar desaparecido, que nadie sepa si alguien está o no está, si vive,  si está muerto. Decirles esto es lo que hicieron”, relata Schoklender en  la entrevista.
“Y encima a Massera, que era tan emblemático. Pero ahí Hebe se opuso,  y al final se demostró que tenía razón, la historia le dio la razón.  Después las leyes de impunidad se derogaron, un montón de milicos están  presos y procesados. Pero en esos años era impensable que eso sucediera  en la Argentina. Y ese viraje fue gracias a (el presidente) Néstor  (Kirchner)”, expresa.
 
 
 
