ENCÍCLICA.7ma. parte Libretas.
ENCÍCLICA “ LIBERTAS ” DE S.S. LEÓN XIII.
( CONTINUACIÓN 7ª. PARTE. )
D) CONCEPTO DE LA VERDADER LIBERTAD DE ENSEÑANZA.
[28]. Es, por lo tanto, necesario que esta libertad, para que sea justa, se mantenga dentro de ciertos límites , a fin de que la enseñanza no se convierta impunemente en instrumento de corrupción. Las verdades que son, que son las únicas sobre que debe versar toda enseñanza , unas son de orden natural y otras de orden sobrenatural. Las verdades naturales, a las cuales pertenecen los principios de la naturaleza y las conclusiones que de ellos directamente deduce la razón, constituyen como el acervo patrimonial de todo género humano ; ellas son el sólido fundamento sobre que descansan las costumbres, la justicia, la religión , y la existencia misma de las sociedades humanas ; y no habría mayor crimen ni mas inhumana locura que permitir que ese fundamento fuese impunemente socavado y destruido.
Y con no menos escrupulosidad de ha de conservar, como algo sagrado, aquel tesoro de verda des que Dios nos ha revelado. Estas verdades han sido ilustradas con gran número de argumentos, que los apologistas han desarrollado repetidas veces , establecen como indubitables algunos puntos principales a saber : que existen algunas verdades reveladas por Dios ; que el Unigénito Hijo de Dios se hizo carne., para dar testimonio de la verdad ;que El mismo fundó una sociedad perfecta que es la Iglesia, de la cual El es cabeza y a la cual le prometió su asistencia hasta el fin de los siglos. A esta sociedad confió todas las verdades que El enseñara y le impuso la misión de custodiarlas, defenderlas e interpretarlas con legítima autoridad. Al mismo tiempo ordenó a todos los hombres que obedeciesen a la Iglesia, como El mismo .amenazando con el castigo eterno a los que la desobedecieran.
De aquí resulta que el más seguro y mejor maestro es Dios, fuente y principio de toda autoridad, y que el Unigénito, que vive en el seno del Padre, es el camino y la luz verdadera que ilumina a todo hombre, y cuyas enseñanzas todos la deben aceptar : “ Y serán todos enseñados por Dios “- Et erunt omnes docíbiles Dei.
Mas en materia de fe y de costumbres, Dios ha hecho a su Iglesia partícipe del magisterio divino y le concedió el don de la infabilidad; por lo tanto, ella es maestra suprema y segura y tiene pleno derecho a la libertad de enseñar a todos los hombres.
Y a la verdad, apoyada la Iglesia en las divinas enseñanzas, siempre ha tenido a gran honra el realizar fielmente su misión divina ; y sin dejarse intimidar por las dificultades que por todas partes le han rodeado, jamás ha cesado de reivindicar para sí la libertad de su magisterio. De esta manera, destruida la ignominia de la superstición, el mundo se abrió a la influencia de la sabiduría cristiana.
[29] Y puesto que entre las verdades reveladas y las que la razón nos dicta no puede haber realmente ningún antagonismo o contradicción, como la misma razón claramente lo demuestra, de suerte que todo lo que a ellas se oponga necesariamente haya de ser contrario a la verdad, síguese que el magisterio de la Iglesia, lejos de ser un obstáculo o una rémora para las ansias de saber o para los adelantos de las ciencias, y lejos de retardar de alguna manera los progresos de la civilización , constituye más bien su mejor guía y apoyo. Y por la misma razón, ejerce una gran influencia en pro de la libertad humana, pues , como dijo Cristo, la verdad hace libres a los hombres : “ Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres “-Cognoscetis veritatem, et véritas liberabit vos, Joan, VIII: 32 –
Por lo cual, los defensores de la legítima libertad y de la ciencia verdadera , no deben llevar a mal que la Iglesia, siguiendo el dictado de la razón, trate de señalar algunos límites a la enseñanza humana. Es más, la Iglesia, como muchas veces se ha demostrado, pretendiendo con ello defender la fe cristiana, desea estimular al mismo tiempo y fomentar el progreso de las ciencias humanas. Porque, realmente, todo conocimiento es de por sí, bueno, laudable y deseable, y además, siendo conforme a la razón y respondiendo a la realidad, necesariamente tiene que contribuir a confirmar las virtudes de la fe. A la Iglesia ciertamente se le deben los beneficio tan grandes, como el haber conservado los magníficos monumentos de la sabiduría antigua, el haber abierto por doquier innumerables centros de enseñanza, y alentado eficazmente a los ingenioso, impulsando las artes de las cuales tanto se gloría la actual civilización.
[30] Finalmente hemos de recordar que existe un inmenso campo en el cual pueden libremente ejercerse la industrias y el ingenio de los hombres : nos referimos a aquellas cuestiones en que nada se relacionen con la fe y las costumbres, y a las cuales la Iglesia, inhibiendo toda su autoridad, deja libradas completamente al juicio de los hombres de ciencia.
Por lo dicho se podrá comprender qué clase de libertad es la que predican y reclaman los partidarios del LIBERSALISMO. Por una parte piden para sí y para el Estado tan extremada licencia, que no hay opinión, por perversa que sea, a la cual no haya de abrirse la puerta y dársele como carta de ciudadanía ; mas por otra , acumulan toda clase de dificultades contra la Iglesia y reducen su libertad a los más estrechos límites, a pesar de que su doctrina
, lejos de acarrear ningún mas, no puede producir sino grandes bienes.)
D) LIBERTAD DE CONCIENCIA.
[31] Hay otra libertad de la cual también se habla mucho, y es la llamada Libertad. de conciencia. Si por ésta se entiende que cada cual puede dar culto a Dios o dejar de dárselo, si le place, queda ya refutada por las razones expuestas. Pero también puede entenderse en este sentido : que todo hombre tiene en el Estado el derecho de seguir, conforme a su conciencia, la ley de Dios y sus mandamientos, sin hacer nada que se lo pueda impedir. Esa es la verdadera libertad, digna de los hijos de Dios, la más firme defensa de la persona humana y la que está por encima de toda opresión y de toda violencia. Ella ha sido siempre y particularmente cara a la Iglesia. Ella fue la que tantas veces reclamaron para sí los Apóstoles, la que con sus escritos propugnaron los apologistas y por lo que tanto millares de Mártires dieron su sangre. Y con sobrada razón : porque esta libertad cristiana es el más brillante testimonio del supremo y legítimo dominio de Dios sobre los hombres y del estricto vasallaje que los hombres deben a Dios.
[32] Nada tiene que ver esta libertad con el espíritu de sedición o rebeldía, ni se la debe imputar a la pretensión de negar la debida obediencia a los poderes legítimos. Porque la autoridad humana en tanto tiene el derecho de mandar y de exigir lo mandado, en parte que no diciente en nada de la voluntad de Dios y se mantiene dentro de los límites que Dios le ha asignado. Ahora bien, si esa autoridad ordena algo que esté en abierta oposición con la divina voluntad, no cabe duda que traspasa esos límites , y al mismo tiempo se pone en desacuerdo con el mismo Dios. Luego es evidente que en este caso no debe ser obedecida.
Pero los partidarios del LIBERALISMO , que atribuyen al Estado un poder despótico y sin límites, y fomentan una vida en la que se prescinda por completo de Dios, rechazan en absoluto esta libertad de que hablamos, conforme a los sanos principios de la moral y de la religión; y cuanto se haga para conservarla , lo consideran como ofensa u un desacato al Estado. Lo cual, si fuese cierto, no habría tiranía alguna, por despótica que fuese, que no hubiese de ser respetada y obedecida.
( Continuaremos con la 8va. parte : “ Concepto de la verdadera y falsa libertad “ El Director.)