EL VOTO MILITAR
EL VOTO DE LOS ARGENTINOS
QUE VISTEN UNIFORME
Por Carlos Manuel Acuña
A medida que se acerca el desenlace electoral una avalancha de especulaciones, muchas de ellas contradictorias, se esparce por los cuatro costados y casi siempre elude las referencias que hacen a los problemas de fondo que afectan la vida de los argentinos. En realidad, los comentarios y expectativas giran en torno de los protagonistas principales, sus humores, algunos aspectos de su vida íntima que sirven para convocar simpatías entre los potenciales votantes, sus eventuales alianzas y sus cambiantes posibilidades. Pero en lo que hace a las ideas y propuestas se imponen los lugares comunes y el expreso deseo de pasar por alto las referencias específicas a lo que está en boca de todos pero de lo que nadie habla. En realidad, aquellas cuestiones que suelen ser conflictivas quedan soslayadas de exprofeso, circunstancia que nos habla de una aspecto decadente de la vida institucional argentina.
Hay excepciones. Ayer hubo una elección interna del Peronismo Federal metropolitano, cuyo objetivo era meramente simbólico pues nada se elegía sino que en los hechos sirvió principalmente para sentar un precedente con miras al futuro. Lo más original de esa compulsa entre precandidatos de perfil más o menos parecido - Eduardo Alberto Duhalde y Alberto Rodriguez Saá - fue la excelente relación personal que demostraron los dirigentes y los fiscales y el sello de unidad que establecieron con sus declaraciones finales, una hábil medida para fijar una presencia no agresiva y alejada del estilo combativo que muestra el actual oficialismo en el orden nacional.
Todavía es demasiado temprano para sacar conclusiones definitivas pero sí podemos afirmar que el importante número de sufragios obtenidos en conjunto tuvieron su origen en sectores independientes e incluso en aquellos que nunca fueron peronistas. Esto se entiende: ambos - Duhalde y Rodriguez Saá tuvieron durante sus respectivas campañas palabras bien recibidas por estos sectores, en especial sobre temas tales como la solución definitiva a lo que suele definirse como "la cuestión militar", la crisis peligrosa y angustiante de la inseguridad pública, la indefensión en que se ha colocado a la República, el abandono en que se encuentran los jubilados o la extraordinaria corrupción que se abate sobre la sociedad argentina, sólo por citar algunos de los temas principales que se han instalado con firmeza en el seno de la sociedad.
Lo dicho no agota la inquietud vigente y de todos modos, éstas y otras cuestiones de particular importancia admiten un mayor desarrollo para atender una situación política tan profunda que hoy no es aventurado señalar que hasta la unidad territorial está en peligro y que la República bordea la moderna definición de convertirse en un "Estado Fallido", es decir, aquel que por su inoperancia, la imposibilidad de defender sus instituciones y recursos, su incapacidad para aplicar los medios suficientes para atender el orden y la paz interior, puede ser susceptible de una o varias intervenciones externas como comienza a registrarse en el mundo cada vez con mayor intensidad. Hasta el más despistado no ignora lo que decimos, conoce el meollo de la crisis, el desprestigio en que cayó buena parte de los políticos y la severa preocupación que crece en el ánimo de una mayoría que no tiene forma de manifestarse.
Así nació hace unos días de manera espontánea una propuesta abierta, que no promociona líderes específicos, que deja librado al interés de los adherentes el manejo político de una serie de puntos que pueden ampliarse y que los lectores de esta columa conocieron pocos días atrás. Bajo el nombre de VOTARUN (Votar Unidos) se ha dirigido por éste y otros medios en busca de simpatizantes y hasta hoy podemos asegurar que más de medio centenar de instituciones, ONGs, fundaciones y asociaciones - buena parte de ellas expresivas de familias de militares transformados hoy en verdaderos presos políticos - simples ciudadanos que visten o vistieron uniformes, sean militares, pertenezcan a las fuerzas de seguridad, policías o que únicamente simpatizan con todos ellos, exigen una rectificación sobre lo que les sucede y con ello hacen un llamado de atención sobre una circunstancia singular que caracteriza a cualquier país civilizado: no hay posibilidad de futuro sin una definición sobre esta temática que hemos desarrollado a lo largo de nuestro artículo.
Lo interesante de esta iniciativa, inédita en la vida política e institucional de la Argentina, no reside solamente en su espontaneidad y el amplio contenido que caracteriza y define al documento, sino que al carecer del estilo y objetivos específicos de un partido político, actúa a la inversa de éstos: promete apoyar al o los candidatos que resuelvan apoyar y comprometerse con estos puntos que no reconocen tendencias divisionistas del pasado, que une a quienes no hacen banderías sobre las diferencias del pasado - diferencias militares o simplemente políticas - y buscan, sí, alcanzar una verdadera pácificación ante la que ya es una peligrosa realidad argentina.
QUE VISTEN UNIFORME
Por Carlos Manuel Acuña
A medida que se acerca el desenlace electoral una avalancha de especulaciones, muchas de ellas contradictorias, se esparce por los cuatro costados y casi siempre elude las referencias que hacen a los problemas de fondo que afectan la vida de los argentinos. En realidad, los comentarios y expectativas giran en torno de los protagonistas principales, sus humores, algunos aspectos de su vida íntima que sirven para convocar simpatías entre los potenciales votantes, sus eventuales alianzas y sus cambiantes posibilidades. Pero en lo que hace a las ideas y propuestas se imponen los lugares comunes y el expreso deseo de pasar por alto las referencias específicas a lo que está en boca de todos pero de lo que nadie habla. En realidad, aquellas cuestiones que suelen ser conflictivas quedan soslayadas de exprofeso, circunstancia que nos habla de una aspecto decadente de la vida institucional argentina.
Hay excepciones. Ayer hubo una elección interna del Peronismo Federal metropolitano, cuyo objetivo era meramente simbólico pues nada se elegía sino que en los hechos sirvió principalmente para sentar un precedente con miras al futuro. Lo más original de esa compulsa entre precandidatos de perfil más o menos parecido - Eduardo Alberto Duhalde y Alberto Rodriguez Saá - fue la excelente relación personal que demostraron los dirigentes y los fiscales y el sello de unidad que establecieron con sus declaraciones finales, una hábil medida para fijar una presencia no agresiva y alejada del estilo combativo que muestra el actual oficialismo en el orden nacional.
Todavía es demasiado temprano para sacar conclusiones definitivas pero sí podemos afirmar que el importante número de sufragios obtenidos en conjunto tuvieron su origen en sectores independientes e incluso en aquellos que nunca fueron peronistas. Esto se entiende: ambos - Duhalde y Rodriguez Saá tuvieron durante sus respectivas campañas palabras bien recibidas por estos sectores, en especial sobre temas tales como la solución definitiva a lo que suele definirse como "la cuestión militar", la crisis peligrosa y angustiante de la inseguridad pública, la indefensión en que se ha colocado a la República, el abandono en que se encuentran los jubilados o la extraordinaria corrupción que se abate sobre la sociedad argentina, sólo por citar algunos de los temas principales que se han instalado con firmeza en el seno de la sociedad.
Lo dicho no agota la inquietud vigente y de todos modos, éstas y otras cuestiones de particular importancia admiten un mayor desarrollo para atender una situación política tan profunda que hoy no es aventurado señalar que hasta la unidad territorial está en peligro y que la República bordea la moderna definición de convertirse en un "Estado Fallido", es decir, aquel que por su inoperancia, la imposibilidad de defender sus instituciones y recursos, su incapacidad para aplicar los medios suficientes para atender el orden y la paz interior, puede ser susceptible de una o varias intervenciones externas como comienza a registrarse en el mundo cada vez con mayor intensidad. Hasta el más despistado no ignora lo que decimos, conoce el meollo de la crisis, el desprestigio en que cayó buena parte de los políticos y la severa preocupación que crece en el ánimo de una mayoría que no tiene forma de manifestarse.
Así nació hace unos días de manera espontánea una propuesta abierta, que no promociona líderes específicos, que deja librado al interés de los adherentes el manejo político de una serie de puntos que pueden ampliarse y que los lectores de esta columa conocieron pocos días atrás. Bajo el nombre de VOTARUN (Votar Unidos) se ha dirigido por éste y otros medios en busca de simpatizantes y hasta hoy podemos asegurar que más de medio centenar de instituciones, ONGs, fundaciones y asociaciones - buena parte de ellas expresivas de familias de militares transformados hoy en verdaderos presos políticos - simples ciudadanos que visten o vistieron uniformes, sean militares, pertenezcan a las fuerzas de seguridad, policías o que únicamente simpatizan con todos ellos, exigen una rectificación sobre lo que les sucede y con ello hacen un llamado de atención sobre una circunstancia singular que caracteriza a cualquier país civilizado: no hay posibilidad de futuro sin una definición sobre esta temática que hemos desarrollado a lo largo de nuestro artículo.
Lo interesante de esta iniciativa, inédita en la vida política e institucional de la Argentina, no reside solamente en su espontaneidad y el amplio contenido que caracteriza y define al documento, sino que al carecer del estilo y objetivos específicos de un partido político, actúa a la inversa de éstos: promete apoyar al o los candidatos que resuelvan apoyar y comprometerse con estos puntos que no reconocen tendencias divisionistas del pasado, que une a quienes no hacen banderías sobre las diferencias del pasado - diferencias militares o simplemente políticas - y buscan, sí, alcanzar una verdadera pácificación ante la que ya es una peligrosa realidad argentina.