Desde el Norte del Burrumayo
        
SOY UN      SOLDADO"
Mi Joven      Oficial……………..
Mi querido joven      oficial:
Ves mi cara aparecer en los diarios como un delincuente.      Bajo grandes titulares.
Me ves esposado y flanqueado por policías. Humillado. Es más,      para Argentina y quizás para ti - en el revuelo - , soy un delincuente. Me      ves, ya no con la prestancia de antaño. Quizás mal vestido. Me ves camino a      la cárcel. Por años o eternamente.
Hace años tú no habías nacido,      quizás, tu padre era un niño cuando este país agonizaba. Y yo, era un      muchacho igual que tú. Hacía instrucción en el patio de mi Regimiento, como      lo hiciste hoy día.
Vibraba en el Casino como      lo haces en las fechas importantes. 
Estaba de novio o ya era      flamante esposo con hijos, tal  como lo eres actualmente. Estuve en      cursos en mi Escuela del Arma, y me quemé las pestañas para lograr ser un      Oficial de Estado Mayor . Lucí con orgullo mis estrellas de Coronel .     
Muchacho, no te vayas, no te quiero aburrir, sólo escúchame por un      momento.
No soy un asesino. No me veas como un delincuente. Me      quieren hacer aparecer así.
En 1973, este país agonizaba – quizás la      Historia ya la conoces – y a mí me llamaron. Estaba haciendo instrucción.      Argentinos que ahora no se acuerdan, fueron a golpear las puertas de      mi cuartel      para que actuara contra un gobierno que había caído en la ilegalidad y      llevaba al país a un despeñadero. Nos pedían implacable "mano dura".      Curiosamente, los "Viejos de Mierda", como le llamaron a la institución del      Poder Judicial en el Gobierno de Isabel, son los mismos que hoy me juzgan y      me están enviando a la cárcel. Y los que nos golpearon la puerta de nuestros      regimientos y después fueron ministros, alcaldes y jefes de servicios, o      convertidos en parlamentarios, prósperos empresarios o renombrados      políticos, nos desprecian y no saben nada, no escucharon nada y no vieron      nada.
Pero eso ya es historia. No me importan aquellos. Me importas      tú solamente. Lo que pienses tú.
Me importas porque somos soldados.      Hasta la muerte. Tú de uniforme, yo de civil. Es más, estoy ligado a ese      uniforme por vida, porque mi hijo lo lleva y sufre en silencio por su padre      prisionero.
Que te quede claro hijo mío, nunca quise hacer daño a      ningún argentino y si alguien cayó, fue en el fragor de la lucha. Todos      morimos. Y murieron los valientes de ambos lados, no los dirigentes que      saltaron a los patios de las embajadas y que empujaron a aquellos a morir      por ellos.
Veo que tienes una linda señora y dos niños como los tuve      yo. Cuídalos mucho y piensa en ellos en cada una de tus actuaciones. Hace      años  luché por los argentinos y hoy condenado, ninguno de esos      cuidará de      los míos.     
No se te olvide jamás: "El hombre      se acuerda de Dios y del Soldado ante el peligro y no antes. Cuando el      peligro ha pasado Dios es olvidado y el Soldado despreciado".
Te      repito, no soy un delincuente. Soy  un coronel.
Ojala, algún      día, cuando se abra la puerta de mi prisión, cumplida ya mi condena o porque      entendimos que hay que mirar hacia adelante y mirarnos como hermanos, tú con      otro grado y yo más viejo que ahora, podamos fundirnos en un fuerte      abrazo.
Y si muero en prisión, una corta oración será el mejor      responso.
Te besa como un padre, un viejo soldado.      
 
 
 
