Akita tiende un puente entre dos apariciones              fundamentales del siglo XX. La primera es Fátima, largamente              conocida y difundida. En Akita se repite la esencia del mensaje de              Fátima sobre la necesidad del mundo de arrepentirse, hacer oración              de reparación, y la inminencia de un castigo de Dios a esta              humanidad alejada. La segunda referencia es hacia una aparición poco              difundida, pero central por su contenido: Nuestra Señora de Todos              los Pueblos, en Amsterdam, Holanda, producida desde el año 1945.              Allí María introduce su pedido referido a la necesaria aprobación              por parte de la  Iglesia, del quinto y último dogma de Fe              Mariano: María como Corredentora, Abogada y              Mediadora. 
La Religiosa              Sor Agnes Sasagawa recibe en 1973 la visita de nuestra Amadísima              Madre Celestial, con mensajes relacionados con la importancia del              Jesús Eucarístico, el rol de María como Corredentora, Abogada y              Mediadora, y la inminencia de difíciles épocas para la              humanidad.
 
Sor Agnes recibe los              estigmas de Jesús, mientras una imagen de madera de la Virgen María              sangra desde llagas aparecidas en una de sus manos, y también emana              sudor con una fragancia celestial, que inunda la Capilla del              Convento de la Orden de las Hermanas Custodiadoras de la              Eucaristía.
 
La misma imagen              llora por 101 veces consecutivas, teniendo esta cifra un significado              revelado en una aparición de su Ángel Custodio a la hermana              Sasagawa. El obispo del lugar envía a analizar las              muestras de sangre, sudor y lágrimas, que se extrajeron de la imagen              frente a una gran cantidad de testigos (con evidencias fotográficas              y televisivas). Los análisis dictaminaron que se trataba de muestras              de origen humano. Finalmente, la Iglesia aprueba la aparición y              autoriza la devoción respectiva, bajo la advocación de Nuestra              Señora de Akita.
 
San Luís Grignon de              Monfort en el siglo XVIII escribió sobre María en estos términos,              pero en Amsterdam y Akita María en persona reafirma la importancia              de completar los cinco dogmas de Fe Marianos, dándole a la Pastora              de los tiempos finales el rol en la tierra que Jesús le asignó, y              que estaba ya escrito desde el libro del Génesis,              3:15.