LA VULNERABILIDAD DE LA PATRIA ENFERMA
LA VULNERABILIDAD DE LA PATRIA ENFERMA
Por Carlos Manuel Acuña para el Informador Público
La vulnerabilidad de la Argentina es evidente y hasta palpable, y obedece a múltiples causas que convergen en la alarmante situación que vivimos. Pero el amplio título que hemos elegido para hoy obedece también a un eventual y nuevo escándalo que puede estallar en cualquier momento, según lo decida Cristina Fernández de Kirchner, a quien le entregaron los antecedentes durante las últimas horas. Su explosivo contenido sumó otro problema adicional a los que enfrenta la presidente de la ex República Argentina, quien vive con un estado de ánimo acorde con la abrumadora realidad de los hechos que, en el terreno financiero, ayer se llevaron más de 210 millones de dólares de nuestras reservas. Todo esto sucede mientras en el seno del gobierno se ha desatado una lucha interna, salvaje y posiblemente sin retorno. Más aún, se ha agudizado en la medida que las presiones se hacen más agudas con la competencia que han desatado las corrientes internas para colocar a sus hombres en el futuro gabinete nacional y en otros segmentos del poder, un asunto sobre el que Cristina calla, no tanto por estrategia política sino más bien por no estar segura sobre los pasos a seguir. Y cuando se ejerce un cargo gubernamental, no estar seguro implica inseguridad en todos los órdenes, en dudas sobrecargadas y fallas peligrosas.
El nuevo escándalo es representativo de la disgregación política en que se desenvuelve el Estado. De acuerdo con la información dejada trascender desde un sector del gobierno, un grupo poderoso de la Secretaría de Inteligencia hizo una investigación especial en torno de las autorizaciones de la AFIP para que determinados compradores de dólares puedan adquirirlos a los valores oficiales, es decir, a números oscilantes en los 4,25 a 4,65 pesos aproximadamente, contra los cinco pesos del llamado blue, paralelo o negro, que llegó a superar esa cifra en unos veinte a veinticinco centavos por unidad. De acuerdo con las fuentes, los autorizados habrían sido identificados como amigos o personas y empresas relacionadas con Ricardo Echegaray, nada más y nada menos que el titular del organismo de recaudación fiscal, quien ya lleva sobre sus espaldas denuncias penales por su comportamiento como funcionario. La noticia, difundida primero como un rumor y después con datos aparentemente más precisos, generó movilizaciones internas de las que participaron el insólito secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, la secretaria Giorgi y otros integrantes del área de Economía, que han establecido alianzas y divisiones que suelen modificarse según evolucionen los hechos. Cristina guarda silencio, sabe que las tensiones hablan quedamente de las diferencias que comienzan a dibujar un enfrentamiento con la CGT y, por cierto, con Hugo Moyano, quien ayer no fue ajeno a la paralización de los servicios aéreos que aún no están a cargo de la aeronáutica militar. El papelón internacional subió unos cuantos escalones y hoy no se sabe qué ocurrirá, pero la endeblez de la Argentina institucional avanza sin prisa y sin pausa a medida que se acerca el 10 de diciembre.
Las mismas y otras fuentes aseguran que este tema no concluye con su sola enunciación, para luego quedar en la nada como sucede habitualmente, sino que surgirán nombres, vínculos, cantidades y otras variables que profundizarán el escándalo y hasta podrían bloquear futuros nombramientos previstos. En pocas palabras, hay una guerra sorda, invisible para los ojos de la opinión pública y, sobre todo, para los políticos en general, que como siempre, callan y disimulan, como si no supieran nada. Pero la endeblez institucional a la que con otras palabras aludimos en nuestro título no se agota en la falta de responsabilidad de la mayor parte de los dirigentes partidarios -siempre hay excepciones que en su momento podrán jugar en este escenario lamentable- ni en la danza de millones y millones de dólares que dejan las presuntas maniobras con la diferencia de precio entre el dólar oficial y el paralelo, que se negocian en “cuevas” que todos conocen por sus vínculos o pertenencia con el poder, sino en la capacidad de la Presidente para mover sus fichas en esta emergencia y resolver el camino a seguir. Incluso -y repetimos: incluso- con su propia persona vapuleada por sus aliados, confidentes y funcionarios, que le deben una fidelidad que no ejercen. Otros aseguran que sólo siguen su ejemplo, todo lo cual forma parte de una maraña que admite el vocablo “vulnerabilidad” para definir la situación Argentina.
Tan es así, que en tren de especulación hay quienes se preguntan qué sucedería si la salud de Cristina se deteriorara más aún que el comprensible estado de nerviosismo y agotamiento por el que transita. Hoy, su hipotético interinato sería cubierto por un enemigo elegido desde hace mucho, como es el radical Cobos, pero si ocurriera después del 10 de diciembre, la responsabilidad recaería en el trovador que ya se ha granjeado varios enemigos de peso y es mencionado como ubicado en uno de las fracciones en pugna en el tema de los dólares. A nadie se le escapa que Boudou carece de peso político propio, que su ubicación en la escena llegó de la mano presidencial y que su música sólo arranca aplausos de compromiso. Sabemos que este tema es pringoso y difícil, pero ante cualquier variable es obvio que desde el punto de vista del respaldo popular, o como se lo quiera llamar, el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, tal vez sea el mejor posicionado para encarar cualquier emergencia.
La seriedad de esta cuestión se hace evidente, pero pese a que nadie quiere reconocerlo, el país ha ingresado en una zona gris que se oscurece día a día; los escándalos se suceden, La Cámpora sólo es una agencia de colocaciones bien paga, el dinero se acaba y los subsidios se agotarán antes de fin de año. Cuando esto ocurra, sobrevendrá lo que se anunció antes de las elecciones: amplios sectores sociales deberán enfrentar sus vidas con la necesidad de trabajar como todos, pero el caso es dónde y cómo. La desinversión es una realidad palpable al igual que sus consecuencias; las grandes industrias reducen paulatinamente los turnos y adelantan las vacaciones; el consumismo es una realidad preelectoral que se agota rápidamente; las villas de emergencia crecen alrededor de las ciudades y las policías ceden terreno día a día; desde afuera se insiste en que paguemos las deudas y conciertan las negativas a otorgarnos créditos; la legislación garantista, permisiva e ideologizada apura una inseguridad que adquiere perfiles anárquicos; los capitales huyen y nadie adopta medidas coherentes y firmes.
¿Quién manda en la Argentina? La pregunta tiene sus bemoles y se relaciona directamente con una vulnerabilidad que no apunta únicamente a la permeabilidad de nuestras fronteras o a la apetencia que pueden despertar nuestras riquezas únicas y envidiadas. Apunta, precisamente, a que, pese a esas riquezas y capacidades no ejercidas, no sabemos salir adelante y ni siquiera nos mantenemos: desde el poder y desde los costados del poder se vilipendia y se miente sobre un pasado que fue venturoso, en tanto retrocedemos y cada vez más rápido. De todos modos, si se lo reconoce, es positivo; si no se lo acepta, se convierte en un paso adelante, y si se intenta revertir lo que ocurre, sabremos lo que significa cumplir con un imperativo moral y salvador que no puede demorarse.