Pobreza.
PAVIMENTANDO EL CAMINO A LA POBREZA
Cuando Kirchner ataca la iniciativa privada, por más que diga que lo hace a favor de los pobres, está condenando a la inmensa mayoría de la población a la pobreza y a la desocupación. Las permanentes violaciones de Kirchner a los derechos de propiedad, su constante cambio en las reglas de juego y la imprevisibilidad de sus políticas conspiran contra la inversión y, por carácter transitivo, contra el bienestar de la gente.
ROBERTO CACHANOSKY - LANACION.COM
Los avances de Néstor Kirchner sobre la propiedad privada han sido muchos y parecen no tener límites. El listado es largo. Desde las directivas de Moreno a las empresas indicando qué, cómo y cuánto tienen que producir y a qué precios vender, pasando por las restricciones a las exportaciones y las confiscaciones de ahorros privados llegamos, en las últimas semanas, al nombramiento de burócratas estatales en las empresas privadas y la última: la prohibición a la empresa EDESUR de repartir utilidades.
Por supuesto que detrás de cada una de estas medidas siempre hay preparado un discurso populista por el cual se argumenta que las mismas se toman para defender a los sectores de menores ingresos. Tanto insisten Kirchner y su esposa con este argumento, que pareciera ser que solamente ellos dos tienen el monopolio de la bondad, la solidaridad y la benevolencia. Cuando uno insiste tanto con este punto, aparece el dicho popular: dime de qué te jactas y te diré de qué careces.
Es posible que algunas personas compren este argumento, pero, ¿Kirchner está realmente beneficiando a los sectores de menores ingresos?
Cualquier economista sabe que la única manera genuina de mejorar los ingresos reales de la población es con más inversiones. A mayor cantidad de inversiones que capta un país, mayor es la demanda de mano de obra. Si las inversiones son suficientes como para llevar la desocupación a niveles cercanos a cero, las nuevas inversiones solo conseguirán mano de obra ofreciendo más salarios y mejores condiciones laborales. Es la constante creación de puestos de trabajo mediante inversiones la que permite incrementar los ingresos reales de la población.
Por otro lado, cuando un país consigue tener un alto stock de capital por trabajador, su productividad aumenta. ¿Qué significa esto? Que el mismo trabajador, gracias al mayor stock de capital, puede producir más en menos tiempo. La mayor oferta de bienes se traduce en más exportaciones y mejor poder adquisitivo para el asalariado.
Salvo que Kirchner quiera derogar la ley de la oferta y la demanda, la realidad es que si la oferta de bienes crece más rápido que la demanda, los precios bajan. Y si los precios bajan, el salario puede comprar más bienes. Eso es lo que se conoce como mejora del salario real.
Cuando Kirchner ataca la iniciativa privada, por más que diga que lo hace a favor de los pobres, está condenando a la inmensa mayoría de la población a la pobreza y a la desocupación. Las permanentes violaciones de Kirchner a los derechos de propiedad, su constante cambio en las reglas de juego y la imprevisibilidad de sus políticas conspiran contra la inversión y, por carácter transitivo, contra el bienestar de la gente.
Si Kirchner realmente quisiera defender a los pobres, debería establecer reglas de juego estables en el tiempo, respeto por los derechos de propiedad y un fuerte marco de competencia. Puesto de otra manera, si Kirchner realmente estuviera luchando por los pobres tendría que hacer lo imposible para atraer inversiones que, llegado un punto, no tuvieran más remedio que pagar cada vez más a sus trabajadores para que no se los quite la competencia. ¿Cómo se logra esto?
Con lo dicho, respetando la propiedad privada, eliminando mercados cautivos para que las empresas tengan que competir, viendo al mundo como una oportunidad para colocar los bienes producidos en el país, reformando el Estado y bajando la carga impositiva para que las empresas sean competitivas y no pidan un dólar alto para esconder esas ineficiencias detrás de un peso depreciado.
En definitiva, la calidad institucional y las buenas políticas públicas de largo plazo son el único camino posible para mejorar el nivel de vida de la población en forma constante. La otra es generar un artificio durante un tiempo hasta que se agota el modelo y estalla la inflación, la pobreza y la desocupación como ha ocurrido con el famoso modelo de Kirchner.
De lo anterior se desprende que no hace falta darle privilegios, mercados cautivos y demás prebendas a las empresas para que inviertan. Lo que hay que darle es un horizonte previsible de las reglas de juego, mucha competencia y un Estado que no entorpezca la capacidad de innovación de la gente, sino que la estimule. Es mucho más beneficioso para la gente tener a un mundo empresarial con capacidad de innovación, que recurrir al supuesto iluminismo del comisario Moreno. Nunca una dupla como la de Kirchner-Moreno ha trabajado tanto contra el nivel de vida de la población. Nunca se hizo tanto para sumergir a los más pobres.
El ejemplo más claro es el del sector agropecuario. Lo destruyeron y hoy la gente que trabaja en las fábricas de maquinaria agrícola está sin trabajo. Los camioneros que transportaban hacienda y granos ven como les cae la demanda. La gente que trabajan en las empresas de agroquímicos ven caer las ventas y sus ingresos. Los pueblos del interior sufren la desocupación con el cierre del restaurante, la concesionaria de autos, el comercio que vende ropa, etc.
Con su política de atacar la producción, Kirchner ha sembrado la desocupación y la pobreza en el interior del país. No solo arruinó a los productores, sino también a la gente que vive en esos pueblos del interior y no son productores agropecuarios. Hasta que no destruyó la actividad agropecuaria no paró. Ahora, pareciera estar dispuesto a llevar la misma política a escala nacional avanzando sobre el resto de los sectores productivos.
Y si alguien cree que esta nota es a favor de los empresarios se equivoca de medio a medio, porque mi propuesta es que los empresarios tengan que invertir para ganarse el favor del consumidor en vez de hacer lobby para ganarse el favor del funcionario de turno.
Sus utilidades tienen que surgir de producir bienes y servicios de buena calidad y a precios competitivos y no de la reserva de mercado o el subsidio. Su éxito para satisfacer las necesidades de los consumidores tiene como premio las utilidades. Su fracaso por no atender bien a los consumidores tiene como castigo las pérdidas. Su crecimiento tiene que surgir de la inversión y del riesgo empresarial, no de la decisión de un burócrata. Porque ese mismo burócrata puede hundirlo de un día para otro como lo estamos viendo. No hay inversión de mayor riesgo que la que depende de los caprichos del gobernante de turno.
Por eso lo que está haciendo Kirchner no afecta solamente a los accionistas de las empresas. Afecta a toda la población, porque de seguir con este ritmo de destrucción del aparato productivo, destrozando todo vestigio de calidad institucional y propiedad privada, va a haber muy poco trabajo y muy mal remunerado.
En todo caso, los accionistas de las empresas irán a invertir a otros países más confiables, pero los empleados de esas empresas se queda sin trabajo acá. Y esto nos lleva a una inevitable conclusión: por más que diga otra cosa desde la tribuna, con su política, Kirchner está pavimentando el camino a más pobreza y desocupación.