Hace poco una joven buena me hizo una pregunta que me reveló la confusión que existe en el mundo sobre el papel de la mujer en la historia de la Creación. Mi respuesta la dejó con la mirada feliz: la mujer ha sido elevada al sitial más alto posible, más alto que los Angeles, que todos los demás santos. La mujer, en María (y en ella el reflejo de todas las demás mujeres) ha sido elevada a la Gracia de ser Madre del mismo Dios. María, así, nos demuestra la extraordinaria maravilla de la que la mujer es capaz. Ella, liberada del pecado desde su concepción, es sin dudas perfecta. Por eso es que toda mujer tiene ese "toque" de perfección, en el amor. La mujer interpreta el amor de modo más directo y simple que el hombre, por gracia de Dios. María, el modelo a seguir, el ejemplo a comprender. Sobre Ella, sólo está Dios. Reina de los Angeles, Reina de los Santos, Reina del Cielo y la tierra.
Por eso es que hoy queremos hacerles un doble regalo: dos distintas versiones del Avemaría. Una versión cantada con la perfección y la suavidad de Celine Dion, y la otra con la fuerza y la convicción de Ginamaría Hidalgo. Ambas despiertan en nosotros el deseo de tener al Niño aquí, de brazos de Su Madre. La Virgen, el puente que nos une a la Divinidad, elevada en el canto de estas dos extraordinarias voces al honor de aquella que fue digna de la más Alta Gracia, la de ser Madre del Salvador. |