MORAL CRISTIANA Y GUERRA ANTISUBVERSIVA 4ta.y final
MORAL CRISTIANA Y GUERRA ANTISUBVERSIVA
4TA PARTE Y FINAL DEL ESTUDIO PRELIMINAR DE ANTONIO CAPONNETTO. EL Director.
Al tiempo de cerrar estas líneas, el panorama de las confusiones y de mentiras, de iniquidades y de injusticias cometidas en relación con nuestro tema, no pueden ser mayor. Creemos que el hecho de dar prolija cuenta de las mismas desde hace tantos años- mediante el artículo o la clase, la conferencia o el libro- nos eximen ahora de pormenorizar la cuestión. Sólo apuntamos aquí un nuevo dolor que nos lacera más que los antiguos, porque son sus causantes, ya no los enemigos abiertos y frontales, sino aquellos que deberían ser los primeros esclarecidos.
No nos referimos a los Pastores, ha cuya abdicación y pusilanimidad nos hemos tenido que acostumbrar, tristemente; sino a los que se agrupan y reúnen para honrar el recuerdo de los caídos en aquella gesta contra la Revolución Marxista; a los que se agrupan y reúnen para defender a los que padecen la cárcel y el oprobio de haber valientemente combatido; a los que se agrupan y reúnen con el propósito de revisar y limpiar el pasado reciente. Si cualquier elogio a la bondad de sus intenciones es poco, si cualquier ponderación a la benevolencia de sus corazones es insuficiente, si cualquier reconocimiento a su caridad y tesón es escaso, también será equitativo marcar alguna vez su falta de criterio político, su ignorancia doctrinal, su desconocimiento histórico, su endebles argumentista, su contemporarización con personajes o instituciones de nefastos antecedentes, y hasta su incapacidad para expresarse en el idioma puro y ordenado. El liberalismo ha hecho estragos en casi todos ellos. Otrosí el populismo y la deletérea prédica de un cristianismo ghandiano,.irenista, democrático y reconciliador de opuestos. Toda esta derecha gorila , por un lado, y toda esa llamada derecha peronista , por otro , que parecen haberse quedado formalmente con la reivindicación de la guerra justa, no son sino un nuevo golpe a la verdad de los hechos, al significado genuino de los mismos y a la memoria de los muertos.
Por eso celebramos la aparición de este ensayo. Porque puede suscitar en las inteligencias un renovado descubrimiento de lo real, un distinción y jerarquización de las ideas, un criterio moral cristiano, un apego por la verdad católica y argentina, un rechazo abierto a las falacias y a los enjuagues. Y sobre todo, porque puede despertar en las mentes y en los corazones de quienes no estén rendidos, el deseo vehemente de proseguir la guerra. Declararla concluida es perderla dos veces. Anhelar su prosecución y su victoria definitiva es la única actitud digna que corresponde hoy.
De allí que enhorabuena concluya el Padre Alberto Ezcurra su estupendo análisis recordando un texto clásico de honda significación. Es aquel en que un centurión romano le escribe a otro narrándole, con orgullo épico, las inmejorables razones por las cuales dieron lo mejor de sí para pelear por la divinidad y por la tierra entrañable. Lo mejor de sí en plena juventud, sin ahorrar sacrificios, desvelos, sufrimientos, privaciones y pesares.
Por he aquí que un aciago día se entera de que “ florece la traición “, de que la epopeya es tergiversada, la gallardía ofendida, el heroísmo ridiculizado, y los muchos perversos “ vilipendian nuestra acción “.
La última esperanza de que la especie sea falsa y pasajera lo sostiene. Pero de ser cierto lo que llega a sus oídos, de ser cierto que en Roma se consiente tamaña iniquidad, una sola y rápida promesa profieren sus labios : “ ¡ Cuidado con la cólera de las legiones !” . Cuidado decimos nosotros junto al centurión, con dar por sepultados al escudo y a la lanza, al corcel que supo brioso y al brazo que dibujó en el aire los signos de la Cruz.
Fue el Duque de Rivas quien escribió una larga pieza poética titulada El Aniversario.
Suponía en ella el desdichado caso de la ciudad de la ciudad de Badajoz ,en la cual, en cierta ocasión, y como consecuencia de sus miserias y luchas políticas, se habían olvidado sus dirigentes de homenajear su principal fasto patrio. Ocurrió entonces “ que los conquistadores denodados, que a Badajoz ganaron para Cristo, salieron con los suyos de las tumbas, a adorar a Dios Vivo “. Llenóseo la Catedral de esqueletos “ con sus armas y los más altos distintivos, ya que sus descendientes infernales los tienen en el olvido “. Un simple pero hidalgo sacerdote les celebró la misa a aquellos gloriosos espectros. En recompensa “ de su fervor al premio “, el Señor le concedió la muerte y el cielo al mismo instante.
Que aprendan la lección los artífices de nuestra derrota, sean obispos, generales o los siniestros gobernantes. Seguiremos rezándole a Dios por la patria cautiva. Seguiremos batallando por su rescate y reconquista. Seguiremos honrando a los centuriones y aplaudiendo su cólera. Y cuando no estemos nosotros, volverán los muertos por sus fueros, porque los muertos mandan . Y ese día, sabrán los ateos, loa apátridas, los inmorales todos, porqué en la Escrituras la espada es un remolino de fuego que todo lo purifica, lo restaura y lo lava.
Buenos Aires, Semana Santa de 2007.