Secretos detrás de una batalla: el bastardo real, el soldado Cervantes, la mentira veneciana...
El soldado bisoño que escribiría «El
Quijote», el bastardo de Carlos I que pasó a la historia, las galeazas
venecianas que no fueron tan importantes como relata la historiografía
italiana... estos son algunos de los detalles que esconde el cuadro de
Andrea Vicentino sobre «la más alta ocasión que vieron los tiempos»
El pintor veneciano
Andrea Vicentino realizó en 1580, un gran óleo sobre la batalla de Lepanto para
el palacio Ducal de Venecia,
en sustitución de una obra anterior de Tintoretto que resultó destruida
en un incendio. Para ello se basó en el testimonio de los
participantes, si bien lo hizo desde un punto de vista eminentemente
veneciano. Su realismo, no en vano, permite señalar siete detalles de
la batalla de Lepanto:
Pólvora española
La
mayor potencia de fuego cristiana, sobre todo la de los disciplinados
arcabuceros, marcó las diferencias en Lepanto. De los 28.000 infantes
cristianos, 8.000 eran españoles y 12.000 los pagaba directamente Felipe
II. Los Tercios españoles embarcados estaban a las órdenes de
Lope de Figueroa,
Pedro de Padilla,
Diego Enríquez y Miguel de Moncada. Frente a las flechas turcas, se
impuso el arcabuz y las medidas de Don Juan de Austria para aumentar el
campo de tiro: embarcó españoles en las galeras venecianas y cortó los
espolones de los galeones.
Jenízaros, la unidad de élite turca
Entre
las tropas turcas
había 2.500 jenízaros, armados con arcabuces y adiestrados desde
pequeños. Esta unidad de élite se nutría de las levas forzosas que se
hacían a niños y jóvenes en
los territorios balcánicos
ocupados por los turcos. En Lepanto su participación no pudo ser
destacada, para empezar porque suponían una fuerza minoritaria. Tras
seis meses de operaciones marítimas, la flota turca se encontraba muy
debilitada y la mayoría de los jenízaros habían dejado ya los barcos con
el pretexto de visitar a sus familiares.
Galeazas venecianas
Las galeazas eran una variante gruesa de la galera y fueron empleada por
los venecianos en Lepanto
como plataforma artillera. Su lentitud hacía que fuera necesario que
otras galeras la remolcaran para situarse en la línea de combate. Al
contrario de lo que la historiografía italiana ha relatado, su
participación fue muy limitada. La lucha desembocó tan rápido en un
enfrentamiento terrestre en la mar, que las 6 galeazas se vieron
sobrepasadas en los primeros compases. En la imagen,
Sebastiano Venier, comandante veneciano, aparece en primer plano por tratarse de un encargo de esta república.
La alianza de Pío V, el artífice
El
Papa Pio V fue el artífice de la Santa Alianza, creada con el fin de
frenar el poder otomano. Además de dinero, el Pontífice envió 12 galeras
comandadas por
Marco Antonio Colonna. El romano era un viejo aliado de
Felipe II
y actuó con coraje durante la batalla. Su embestida contra «la
Sultana», cuando ésta se encontraba luchando contra «la Real», condenó a
muerte al principal mando turco, Alí Pachá. A su regreso a Roma el
nuevo
Papa Gregorio XIII lo ratificó en su puesto. En la imagen se puede ver a Colonna en una galera con el símbolo de las llaves de San Pedro.
Don Juan de Austria, el bastardo
Con los años el hijo bastardo de
Carlos I de España
se convirtió en un fiel reflejo de lo que había sido su padre y de lo
que nunca pudo ser Felipe II: un hábil jinete, un rápido espadachín y un
amante de la guerra. Tras sofocar
la Rebelión de las Alpujarras,
Don Juan de Austria se postuló para encabezar la coalición cristiana
contra la temida flota otomana. El joven tuvo un ejercicio perfecto en
la batalla. Empleó su afable carácter para mantener en calma las
relaciones con
Venecia y supo compensar su poca
experiencia –solo tenía 24 años– dando voz a consejeros más curtidos.
Estuvo asesorado en todo momento por el catalán Luis de Requesens, amigo
de la infancia de Felipe II, y combatió junto a su sobrino Alejandro
Farnesio, que en el futuro sería otro importante militar.
Cervantes, el soldado bisoño
La galera «Marquesa» fue víctima de una sangría de la cual solo
Miguel de Cervantes y unos pocos pudieron salir con vida. El joven escritor de
Alcalá de Henares
se encontraba con fiebre en la bodega del barco cuando fue informado de
que el combate en el flanco izquierdo cristiano amenazaba con
engullirlos. Como ha representado recientemente
Ferrer Dalmau, el soldado bisoño Cervantes fue herido por dos veces en el pecho y por una en el brazo.
La bandera desconocida
En
la parte superior de la imagen aparece una galera con un blasón rojo
con una banda diagonal blanca. Tras consultar con diversos expertos, el
historiador
Agustín Ramón Rodríguez-Gonzalez considera
que podría tratarse de la bandera de un pequeño estado italiano, «puede
ser Molise, que era un condado del centro-sur, con costa al Adriático,
bajo la corona española desde 1530».