Las piruetas del señor Parrilli
La denuncia del jefe de la ex Side contra quien hasta su llegada fue el hombre fuerte del aparato de inteligencia kirchnerista saca a luz varias cosas. La más importante es que bajo la pantalla de material secreto, los espías importaban de todo, sin controles y sin pagar impuestos.
Gracias a esta amplísima y excepcional prerrogativa, Jaime Stiuso pudo, según Oscar Parrilli, contrabandear “material médico oftalmológico, componentes y juguetes electrónicos”. Lo más notable es la metodología que aplicó el ex espía todopoderoso. Dijo Parrilli: “Las cosas llegaban casi siempre por avión a la Aduana de Aeroparque y la mercadería no era revisada ni se le cobraba aranceles porque era material secreto. Luego subían todo a un flete y no sabemos adónde iba”.
Si lo que cuenta Parrilli es cierto, salta que el sistema de controles era un colador. Por añadidura, lo que se conoce es apenas una muestra gratis. Existía o quizás aún exista una Aduana paralela manejada por los espías delante de las narices del personal de la Aduana oficial. El resultado: negociados y mucha plata.
También es notable que ninguno de los por entonces jefes de Stiuso, los pingüinos Icazuriaga y Larcher, hubieran sospechado que también era un contrabandista. Si nada de lo que pasaba les llamó la atención, eso solo habla de sus dotes o mejor sería decir de su falta de dotes para conducir a los espías. O tal vez habla de algo mucho más turbio.
Esto que ahora denuncia Parrilli ocurrió entre 2013 y 2014 y había sido revelado por Jorge Lanata el 13 de julio de 2013 en su columna de Clarín. La vida te da sorpresas: nada menos que en el diario del monopolio. Escribió Lanata ese día: “Ingresan al país mercaderías de contrabando y llevan dinero de una cartera de clientes fijos”. Lo mismo que denuncia Parrilli un año y medio después: contrabando y lavado de dinero.
En el medio, hubo otra denuncia sobre el tema que le llevó al propio Parrilli, cuando era secretario general de la Presidencia, el ex canciller Bielsa desde su cargo de presidente de Aeropuertos 2000.
Cosas que antes el Gobierno simulaba ignorar o las desmentía, las abren a la sociedad. O las abren en parte. ¿Cuál es la explicación que Parrilli le da a una demora que es imposible confundir con un descuido?: “Las cosas son como son y en el tiempo que tienen que ser”, dijo.
El tiempo que tiene que ser se llama la pelea con Stiuso y el intento de cargarle la factura de la muerte del fiscal Nisman para salir del brete en que se han metido. Es tan obvio que no hace falta ser un espía para descubrir la jugada.