LA ÉTICA
ASESINADA Editorial. ''El Mercurio'' de Chile
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Un
hombre
muerto yace tirado en el
piso de su baño en un departamento de Puerto Madero, en
Buenos Aires, y no descansa en
paz.
Se ha llevado
con él un secreto terrible, un secreto que tiene a un país entero en
vilo, al borde del abismo. Qué soledad la de ese fiscal, qué desolación la de
Argentina. Porque, incluso en el improbable (no imposible) escenario de que se
demostrara la tesis del suicidio, de todas formas la sospecha quedaría
instalada, porque no es la primera vez que mueren testigos clave antes
de un juicio en Argentina. Cuando ya es muy difícil
desenredar
las
hebras de la mentira de las de la verdad, un país puede
hacerse
inviable.
El país de Borges, de
Cortázar, de Sábato y Piglia, los grandes narradores
rioplatenses, el país donde nació el tango, "ese pensamiento triste que
se baila", el país donde se habla de filosofía y psicoanálisis en los
cafés y donde las librerías están abiertas hasta la
madrugada, el país del rock que nos abrió las puertas de la
percepción en la década de los '70, es hoy un país de
"cerdos y peces", para usar el título de una emblemática revista de la
cultura "under" de Argentina, dirigida por Enrique Symns. Los
cerdos andan en los pasillos de los ministerios, en los sórdidos
intersticios del poder; los peces son los que -a pesar de todo- hacen
respirar la cultura de un país de una creatividad y riqueza admirables.
¡Cuánto nos
duele ver a
Argentina así, país hermano que nos ha abierto mundos y
perspectivas!... Hay una Argentina que hoy está llorando de
verdad, la Argentina de los ciudadanos honestos, que ve
en el suelo junto al cuerpo inerte de un fiscal, el alma de un
país.
¿Qué arruina a un país?, ¿la
riqueza fácil tal vez? ¿Y por qué una porción significativa del pueblo
argentino
terminó por entregarles el país, casi con resignación
primero
y después
cinismo,
a oscuras
mafias
disfrazadas de ideología?...
Hay un momento en la historia
de nuestros países, en que con el silencio cómplice, todos
podemos ser parte del círculo vicioso de crímenes y
mentiras. Es más fácil no ver, no
denunciar, no decir.
Que un país con el capital
humano y cultural de Argentina esté en esta trágica encrucijada es
una señal de alerta para nosotros mismos, que nos hemos creído
inmunes a la corrupción en el contexto de Sudamérica, pero que hemos
visto cómo en las últimas semanas ha caído el velo que ocultaba la
promiscua relación entre política y negocios.
¿Que aquí todavía no
matamos a testigos y fiscales? Sí, es cierto, estamos todavía bien
lejos de llegar ahí. Todavía. Pero no digamos "nunca". Nadie
está libre en el mundo de hoy de una gran descomposición en
curso, que empezó hace mucho tiempo, cuando la política fue
cooptada por el dinero. Ya lo dijo el poeta del Siglo de Oro
español, Quevedo, "(...) pues que da y quita el decoro y quebranta
cualquier fuero, poderoso caballero es don dinero (..) Madre, ¡yo al oro
me humillo!" En el siglo XX, otro poeta, pero norteamericano,
Ezra Pound, denunciaría qué pasa cuando la usura corroe la
civilización, en su feroz poema "Con
Usura".
Falta escribir un poema
sobre el efecto devastador de la
mentira
en la sociedad. Es la primera señal de que "algo huele mal en
Dinamarca".
¿No es preocupante acaso que algunos de nuestros senadores y ex candidatos a
la presidencia hayan mentido y, ya acorralados, hayan dicho
que lo que cometieron no fueron ilícitos, sino "errores"? Qué fácil cruzar la delgada
línea roja por ambición o avidez. Cada cultura tiene su propio
estilo para mentir. En Argentina -país de grandes
narradores- se miente descaradamente y casi con
estilo. Aquí se miente con un poco más de
vergüenza
(solo un poco), con cara de niños buenos, pero se
miente.
Usura, mentira y
política. ¿No
estamos hablando en realidad de Ética?... Para
Aristóteles,
el griego
que pensó la política, ética y política iban juntas.