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Sugerencias: Tranquilidad y buena comida en Ávila
Día 22/11/2013 - 08.06h
La capital abulense es para los foráneos sinónimo de chuletón y de murallas. Ninguna de las dos cosas defrauda, pero la ciudad castellana es mucho más
La capital abulense es para los foráneos sinónimo de 
chuletón y de murallas. Ninguna de las dos cosas defrauda, pero la 
ciudad castellana es mucho más. Sobre todo, un destino ideal para pasar 
un fin de semana para todos aquellos que, viviendo en el centro de la 
Península, deseen encontrar un lugar cercano, acogedor, hermoso, repleto
 de historia y, sobre todo, tranquilo, para poder desconectar del 
ajetreo de la vida cotidiana. Y, por supuesto, un lugar magnífico para 
aquellos que quieran disfrutar de una estupenda gastronomía a precios relativamente moderados.
«La del Rey, de Los Leales, y de Los Caballeros»,
 según reza el blasón de su escudo, fue declarada Patrimonio de la 
Humanidad en 1985 por su casco histórico medieval. Destacan en especial 
sus murallas, que poseen dos tramos visitables —accesibles por la Puerta
 del Alcázar, Carnicerías y el Puente del Adaja— previo pago de cinco 
euros y que son una de las protecciones medievales mejor conservadas de 
toda Europa. El precio incluye una audioguía narrada por la gran Santa 
abulense Teresa de Jesús, que desgrana al paso del caminante los principales eventos históricos acaecidos en la ciudad.
Tras encaramarse al adarve de las murallas es turno de pasar a conocer la ciudad propiamente dicha. Una buena opción es comenzar la ruta por la Basílica de San Vicente,
 una de las obras más destacadas del románico español y está 
categorizada como monumento nacional desde 1882. Siguiendo el lienzo de 
la muralla hacia el sur bordearemos el cimorro, el particular ábside de 
la catedral del Salvador que, al estar integrado en el sistema defensivo
 de la ciudad, más parece el muro de una fortaleza que el de un templo 
religioso. 
Tras superarlo el visitante llega a la puerta —o arco— del Alcázar,
 que da a la plaza de Santa Teresa. La estructura, formada por dos 
grandes torreones unidos por un puente, no deja de impresionar, y supone
 el mejor punto para penetrar al casco antiguo de la ciudad. Una vez 
dentro, no deberá perderse ni la catedral —considerada el primer gran 
templo gótico de España— ni el convento y museo de Santa Teresa.
Buen comer
Si tanto paseo le abre el apetito, no desespere. Hay 
ciudades en donde se come bien y Ávila es, sin la menor duda, una de 
ellos. Desde el aclamado «El Almacén»
 hasta los lugares de tapeo próximos al Ayuntamiento, la capital 
abulense ofrecerán una inmensa variedad de sitios a elegir cuyo plato 
estrella es, por supuesto, el chuletón. Un lugar muy recomendable para 
probarlo es «El Buen Yantar»
 (Calle de Vallespín, 1), donde por 19 euros le servirán un plato que 
impresiona y hace salivar al más pintado. Sin embargo, para no entrar 
directamente en materia, podrá calentar el estómago con unas deliciosas 
patatas revolconas o unas croquetas de matanza. 
A media tarde, si le gusta el dulce,
 no podrá dejar de probar las archiconocidas Yemas de Santa Teresa, que 
en Ávila prácticamente pueden encontrarse hasta debajo de las piedras. 
Elaboradas con yemas de huevo batidas en boles de cobre con una 
reducción de almíbar, suelen presentarse en barcaletas de papel. Y si a 
la hora de cenar todavía le queda algo de hueco en el estómago no deje 
de visitar el «Café Teatro Delicatessen», que aúna cocina rompedora con sabores tradicionales en un decorado que impresiona: toda una ciudad británica, con  coches
 incluidos, dentro de un local que a partir de las doce de la noche se 
reinventa en una discoteca de moda. A destacar, de entre los pinchos, la hamburguesita de buey de kobe y las tartaletas de queso de cabra, y el menú degustación, que incluye una magnífica selección de carnes de la tierra.