ARISTÓTELES Y LA TEORÍA DE LAS CLASES MEDIAS
ARISTÓTELES Y LA TEORÍA DE LAS CLASES MEDIAS 
DR. JORGE H. 
      SARMIENTO GARCÍA 
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ARISTÓTELES Y LA TEORÍA DE LAS 
      CLASES 
      MEDIAS                  
      ARISTÓTELES Y LA TEORÍA DE LAS CLASES MEDIAS
      
ARISTÓTELES Y LA TEORÍA DE LAS CLASES MEDIAS
Se ha 
      dicho que, si 
      exceptuamos a los fundadores de las religiones, nadie ha ejercido sobre la 
      humanidad una influencia mayor que Aristóteles, el cual no solo dio leyes 
      al Occidente, sino que también gobernó el Oriente, y además dominó en 
      todos los ramos del saber humano.
Su 
      entendimiento estaba libre de los desvaríos de la imaginación, y sus 
      vastas facultades se aplicaban solo a cosas reales y posibles. Aristóteles 
      fundó siempre sus teorías en la experiencia; y si hay quienes se han 
      valido de sus escritos para especulaciones mezquinas y vanas sutilezas, 
      esto consistió en no haberle entendido, pues cuanto más se le conoce, más 
      motivo se halla para reírse de los delirios de la dialéctica y de tantas 
      necedades vacías de sentido.
La 
      introducción que antecede es necesaria para la exposición de lo que a mi 
      juicio es principal en su teoría de las clases medias, la que ningún buen 
      político puede desconocer, y que paso a sintetizar.
Todo Estado 
      contiene tres clases de ciudadanos, a saber, los ricos, los pobres y las 
      personas acomodadas (clase media), colocadas entre dichas dos clases; y si 
      admitimos como preferible el término medio en todas las cosas, se sigue 
      que en punto de riqueza una propiedad media será la más conveniente de 
      todas.
La 
      propiedad media obedece mejor a la voz de la razón, que tan difícilmente 
      se oye cuando se presume de belleza, de fuerza, de poder o de riqueza, o 
      cuando hay excesiva pobreza, debilidad o humillación.
Los 
      ciudadanos de mediana fortuna aseguran principalmente la existencia de 
      toda asociación política; y donde quiera que la mucha riqueza se halle al 
      lado de la excesiva indigencia, estos dos extremos producen la absoluta 
      demagogia, la pura oligarquía o la tiranía.
La 
      propiedad media no se rebela nunca, y los movimientos revolucionarios y 
      las disensiones suceden con menos frecuencia en donde son muchas las 
      fortunas medias; éstas hacen a las democracias más tranquilas y 
      duraderas.
Cuando el 
      número de pobres se aumenta sin que a proporción se acreciente el de las 
      fortunas medias, el Estado está en decadencia y camina rápidamente a su 
      ruina.  
Aclaro que, 
      para Aristóteles, en la demagogia el pueblo se erige en déspota y protege 
      a los aduladores, equivaliendo a la tiranía: en ambos gobiernos se dan los 
      mismos vicios, están igualmente oprimidos los buenos y hay la misma 
      arbitrariedad de órdenes. El adulador goza de una influencia ilimitada 
      sobre el pueblo corrompido… 
“Entonces 
      –dice Aristóteles– es 
      evidente que la mejor comunidad política es la formada por ciudadanos de 
      la clase media, siendo probable que estén bien administrados aquellos 
      Estados en los cuales la clase media es grande, y a ser posible, mayor que 
      las otras dos, o por lo menos mayor que cada una de ellas, aisladamente 
      considerada; porque la adición de la clase media altera el equilibrio e 
      impide que domine cualquiera de los extremos. Por ello es grande la 
      fortuna de un Estado en el que los ciudadanos tienen una propiedad 
      moderada y suficiente; porque donde algunos poseen mucho y otros nada, 
      puede surgir una democracia extremada o una oligarquía pura; o puede 
      surgir de cualquiera de los extremos una tiranía…”
Estoy 
      convencido de que esto es aún hoy moderno, y reparto el fragmento que 
      antecede para que sirva de lección viva, convencido del poder del 
      entendimiento que se difunde por medio de la educación verdadera en todos 
      los ánimos y en todas las clases.