El Pontífice marca distancias con una Teología de la Liberación en declive
El Pontífice marca distancias con una Teología de la Liberación en declive
Día 25/07/2013 - 15.15h
La campaña mediática para presentar en Brasil a «un Pontífice de izquierdas» pincha en hueso
Por trayectoria personal y por doctrina, el Papa Francisco
está muy lejos de ser el «revolucionario» que dibujan estos días
algunos medios de prensa conocidos por sus ataques habituales a la
Iglesia. Aún así, el viaje pastoral del Pontífice a Brasil, uno de los
países donde en su día obtuvo más éxito la llamada Teología de la Liberación (TL),
ha disparado las especulaciones interesadas en torno a una posible
declaración del Papa favorable a esa ideología. La doctrina
«liberacionista» ha sido condenada en diversas ocasiones por la Santa
Sede por el cruce herético que hace entre las Sagradas Escrituras y los postulados marxistas de lucha de clases.
Las divagaciones de ciertos medios y agencias de prensa
internacionales hablan incluso de un encuentro mediático del Santo Padre
con uno de los grandes popes de la TL, el exsacerdote brasileño Leonardo Boff, dirigido supuestamente a marcar un nuevo «clima de reconciliación».
El propio Boff ha declarado en Brasil que no quiere forzar
la entrevista para no crear una situación embarazosa al Papa; aunque
afirma que Francisco está dispuesto «a recibirle en Roma» (por supuesto,
cuando reforme la Curia).
Desde la elección del nuevo Pontífice, Leornardo Boff —de 75 años y condenado al silencio por Juan Pablo II—
no ha parado de hacer declaraciones sobre el programa del nuevo Papa,
que augura en su opinión cambios «revolucionarios en la Iglesia». El
representante brasileño de la TL difundió, tras la elección del Papa, la
anécdota de que «el cardenal Bergoglio apoyó que una pareja gay
adoptara a un niño», cuando son de sobra conocidas las batallas que
libró el arzobispo de Buenos Aires contra las leyes a favor del aborto y del matrimonio homosexual.
Tanto Leonardo Boff como el peruano Gustavo Gutiérrez (85
años, creador del término «teología de la liberación») han subrayado en
sus declaraciones a la prensa su convicción de que el Papa Francisco es
casi «uno de los nuestros», por su sensibilidad y preocupación por los
pobres. La TL difunde desde los años setenta la idea de que la
preocupación cristiana por los más necesitados de América Latina nació
con ellos, y no en el seno de la Iglesia hace más de 2.000 años.
El Papa Francisco conoce bien la Teología de la Liberación.
La vio nacer en sus primeros años como sacerdote en Argentina, y
también la vio crecer entre algunos de sus compañeros jesuitas. Siempre dejó clara su oposición a las categorías marxistas del «liberacionismo», a costa de sufrir durante muchos años el aislamiento.
Corrientes «sumidas en el desconcierto»
Ya en el 2005, el cardenal Bergoglio dejó
claro su pensamiento respecto a la Teología de la Liberación. Al
referirse a esa corriente en la presentación de un libro, escribió que «con el derrumbe del imperio totalitario del ‘socialismo real’, esas corrientes quedaron sumidas en el desconcierto,
incapaces de un replanteamiento radical y de una nueva creatividad.
Sobrevivientes por inercias, aunque haya todavía hoy quienes las
propongan anacrónicamente».
El anacronismo
es casi una descripción física de lo que queda de «liberacionismo»
desde su irrupción estelar en los años setenta en Iberoamérica. Sus
representantes vivos son pocos y no han creado escuela. Además, desde la
segunda parte del pontificado de Benedicto XVI están inactivos en la
vida pública.
La Teología de la Liberación conoció su momento de gloria con la llegada de los sandinistas al poder en Nicaragua,
que en los años 80 se convirtió en el primer laboratorio donde se
experimentó en vivo con las teorías de los máximos exponentes de la TL: Gustavo Gutiérrez, Ignacio Ellacuría (asesinado por los militares en El Salvador), Jon Sobrino y Leonardo Boff.
Cuando Juan Pablo II visitó Managua en 1983, en uno de los viajes más
difíciles de su pontificado, había dos sacerdotes «liberacionistas» en
el gobierno marxista de ese país: Miguel D’Escoto, ministro de
Exteriores, y Ernesto Cardenal,
ministro de Cultura. Otro sacerdote, Fernando Cardenal, jesuita y
hermano del anterior, dirigía el programa sandinista de alfabetización.
Las herejías de la TL
La imagen de Juan Pablo II amonestando en el propio aeropuerto de Managua a Ernesto Cardenal, y pidiéndole que «regularizara su situación en la Iglesia»
(los clérigos no pueden ostentar cargos políticos) dio la vuelta al
mundo. Varios documentos magisteriales de Juan Pablo II y del entonces cardenal Ratzinger pusieron de relieve la lista de herejías contenidas en los escritos de la Teología de la Liberación, pero la posición inequívoca de la Iglesia no dejó ninguna duda desde el episodio de Managua.
Gustavo Gutiérrez, el creador de la corriente, sigue siendo
el representante más discreto. Leonardo Boff, en cambio. es el más
inquieto. Exsacerdote, exdominico, hoy casado, Boff se ha convertido en adalid de una religión ecologista aderezada de ritos cristianos y afroamericanos.