Mentiras erpianas
Señor Director:
"Al cumplirse 34 años del asesinato de mi padre, el coronel Argentino del Valle Larrabure, Página 12 y Canal 7 llevaron adelante una operación de prensa destinada a negar que hubiera sido asesinado por los terroristas del ERP que lo tenían cautivo.
"La estrategia no es nueva. Fue difundida años atrás por el jefe de dicha organización terrorista, Mario Roberto Santucho y desmentida por sus propias palabras, pues resulta increíble afirmar por un lado que «Larrabure fue tratado con toda consideración desde su detención, debiéndose su trágica determinación a que sus nervios no le ayudaron a sobrellevar el sufrimiento propio de cualquier privación de libertad», y reconocer, por el otro, que ese hombre, al que se le imputa inestabilidad emocional, «se mantuvo hasta la muerte fiel al Ejército al que pertenecía, pese a haberlo abandonado, rechazando la oportunidad de obtener por sí mismo su libertad a cambio de un período de colaboración con nuestros talleres de fabricación de armamento».
"Un hombre de esa integridad y coraje, que templaba su espíritu en las horrendas condiciones de cautiverio cantando el Himno Nacional, que pidió a sus hijos perdonaran a sus secuestradores, no se suicida, resiste hasta el final como lo hizo con singular heroísmo escribiendo: «Quiero morir como el quebracho, que al caer hace un ruido que es un alarido que estremece la tranquilidad del monte. Quiero morir de pie, invocando a Dios en mi familia, a la patria en mi ejército, a mi pueblo no contaminado con ideas empapadas en la disociación y en la sangre».
"Hoy cuando la farsa de los «jóvenes idealistas inocentes que querían construir un mundo más justo» se desmorona y los jueces comienzan a rasgar el manto de impunidad que los ha protegido, recurren a la pluma de Carlos Del Frade intentando sustituir la historia por la memoria. Del Frade alega que mi padre no fue ni torturado ni mal alimentado pues «la autopsia realizada en el momento del hallazgo dice con absoluta claridad que no hubo tortura ni asesinato».
"La historia pone al descubierto su cinismo y mendacidad exhibiendo a del Frade las dramáticas fotos tomadas en la autopsia y las conclusiones del médico legista de la Policía Federal, Horacio José Marinoni, obrantes a fs 17 a 19 y 32 del expediente judicial, que expresan: «En la región fronto- parietal, zona media, aparece una contusión de forma rectangular de medida cuatro por dos centímetros, similar a la periferia del cotillo de un martillo, presuntamente.
"«Placas apergaminadas de cuatro cm, aproximadamente, en ambas caras internas de las rodillas, producidas, en vida, por fuerte compresión. En tercio medio de la pierna derecha, surco profundo que rodea el contorno anatómico, producto probable de una ligadura compresiva en vida.
"«En el cuello, surco profundo de estrangulamiento que abarca todo el perímetro, producido por torsión desde atrás, que no se observan signos de cianosis en sus extremidades inferiores, propias en caso de haber estado suspendido. En los órganos genitales, gran zona congestiva inflamatoria probablemente por pasajes prolongados de corriente eléctrica. Hay zona escarificada en el tercio superior del tórax, cara posterior, producida probablemente por la permanencia prolongada en vida en posición cubito- dorsal. En el rostro, hemicara derecha, gran zona de congestión, que abarca la región frontal de ese lado, región masteriana derecha, con gran derrame conjuntival en ojo derecho. El cadáver presenta signos evidentes de deshidratación grave en vida por falta de líquidos y electrolitos suficientes, ratificado por una rebaja superior a los 40 kilos de su peso en oportunidad del secuestro».
"Como puede verse, mi padre ha respondido con su propio cuerpo a los que dudan de que fue torturado y asesinado, y con las siguientes palabras escritas en su diario de cautiverio a los que alegan que se lo trató humanamente:
"«El médico viene nuevamente. La revisación es prolija. En un instante en que el carcelero no observa discretamente llevo a la mano del doctor mi mensaje y en mis ojos imploro que acepte ese compromiso de solidaridad con un ser humano quebrantado por un injusto cautiverio. La capucha asiente afirmativamente. Pero en ese asentimiento pude ver sus ojos y nació en mí, de inmediato, el firme convencimiento de que la capucha es sólo estuche de un hombre con cualidad de verdugo. Sí, éste es indudablemente el hombre nacido para manejar el hacha que secciona una cabeza en el cadalso. Al ver sus ojos he visto la malicia calculadora del sádico, que siendo médico sólo tiene el alma carnicera del verdugo. La negra tela de la capucha que trasunta la mejilla descarnada de la muerte, me espera paciente. El médico se fue con mi esperanza y mi duda. Amargo sabor de hiel, el de esos ojos glaucos y fríos que vi en el orificio de la capucha, ojos de aves voraces que gozan de que la carroña de mi cuerpo sea devorada en amarga espera»."
Arturo Larraburealarrabure@gmail.com