domingo, febrero 10, 2008

Carta encíclica del sumo pontífice Pio X. La fe

CARTA ENCÍCLICA.

PASCENDI.

DEL SUMO PONTÍFICE

PIO X.

A) LA FE

18.Aquí ya, venerables hermanos, se nos abre la puerta para examinar a los modernistas en el campo teológico. Más, porque es materia muy escabrosa, la reduciremos a pocas palabras.

Se trata , pues , de conciliar la fe con la ciencia , y de tal suerte que la una se sujete a la otra. En este género, el teólogo modernista usa de los de los mismos principios que, según vimos, usaba el filósofo, y los adapta al creyente; a saber : ese principio es Dios; concluye el teólogo: luego Dios es inmanente en el hombre. He aquí una inmanencia teológica De misma suerte es cierto para el filósofo que las representaciones del objeto de la fe es Dios en sí : el teólogo, por lo tanto, infiere : las representaciones de la realidad divina son simbólicas. He aquí el simbolismo teológico

Errores, en verdad gravísimos ; y cuán perniciosos sean ambos, se decubrirá al verse sus consecuencias. Pues, comenzando desde luego por el simbolismo, como los símbolos son tales respecto al objeto, a la vez que instrumentos respecto del creyente, ha de precaverse éste ante todo, dicen, de adherirse más de lo conveniente a la fórmula, en cuanto fórmula, usando de ella únicamente para unirse a la verdad absoluta, que la fórmula descubre y encubre juntamente, empeñándose luego en expresarlas

,pero sin conseguirlas jamás. A esto añaden , además, que semejantes fórmulas deben emplearlas el creyente en cuanto le ayuden, pues se le han dado para su comodidad y no como impedimento ; eso sí, respetando el honor que, según la consideración social, se debe a las fórmulas que ya el magisterio público juzgó idóneas para expresar la conciencia común y en tanto que el mismo magisterio no hubiese declarado otra cosa distinta.

Qué opinan realmente los modernistas sobre la inmanencia, difícil es decirlo : no todos sienten una misma cosa. Uno la ponen en que Dios, por su acción, está más íntimamente presente al hombre que éste a sí mismo; lo cual nada tiene de reprensible si se entendiera rectamente .Otros, en que la acción de Dios es una misma cosa con la acción de la naturaleza, como la de la causa primera con la de la segunda; lo cual en verdad, destruye el orden sobrenatural. Por último, hay quienes la explican de suerte que den sospecha se significación panteísta, lo cual concuerda mejor con el resto de la doctrina.

19. A este postulado la inmanencia se junta otros que podemos llamar de permanencia divina : difieren entre sí, casi del mismo modo, que fueron instituidos por la tradición. Aclarémoslo como un ejemplo sacado de la Iglesia y de los sacramentos .La Iglesia, dicen, y los sacramentos no se han de creer, en modo alguno, que fueron instituidos por Cristo. Lo prohíbe el agnosticismo, que en Cristo no reconoce sino a un hombre, cuya conciencia religiosa se formó, como en los otros hombres, poco a poco ; lo prohíbe la ley de la inmanencia, que rechaza las que ellos llaman externas explicaciones; lo prohíbe también la ley de la evolución ,que pide, a fin que los gérmenes se desarrollen, determinado tiempo y cierta serie de circunstancias consecutivas ; finalmente, lo prohíbe la historia, que enseña cómo una realidad el verdadero curso de los hechos. Sin embargo, debe mantenerse que la Iglesia y los sacramentos fueron instituidos mediatamente por Cristo. Pero ¿ de que modo ?.Todas las conciencias cristianas estaban en cierta maneras incluidas virtualmente, como la planta en la semilla, en la ciencia de Cristo. Y cuando los gérmenes viven la vida de la simiente, así hay que decir que todos los cristianos viven la vida de Cristo. Mas la vida de Cristo, según la fe, es divina : luego también la vida de los cristianos. Si, pues, esta vida, en el transcurso de las edades, dio principio a la Iglesia y a los sacramentos, con toda razón se dirá que semejante principio proviene de Cristo y es divino. Así, cabalmente concluyen que son divinas las Sagradas Escrituras y divinos los dogmas.

A esto, poco más o menos, se reduce, en realidad, la teología de los modernistas: pequeño caudal, sin dudad, pero sobreabundante se mantiene que la ciencia debe ser siempre y en todo obedecida.

Cada uno verá por sí fácilmente la aplicación de esta doctrina en todo lo demás que hemos de decir.

( Continuaremos con : “ El dogma “. El Director.)