San Ivo
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 San Ivo  
 Patrono de los abogados. Año 1303.  
 Al cual los juristas de muchos países tiene como Patrono, nació en la 
provincia de Bretaña ( Francia).  
Su padre lo envió a estudiar a la 
Universidad de París, obtuvo su doctorado como abogado.    "Ciertos 
malos espíritus no se alejan sino con la oración y la mortificación" 
(Mc. 9,29), oyó estas palabras de Jesús y se propuso dedicar buen tiempo
 cada día a la oración y mortificarse,  en las miradas, en las comidas, 
el lujo en el vestir, y en descansos que no fueran necesarios.  
Empezó a abstenerse de comer carne y 
nunca tomaba bebidas alcohólicas. Vestía pobremente y lo que ahorraba, 
lo dedicaba a ayudar a los pobres.   Al volver a Bretaña fue nombrado 
juez del tribunal y en el ejercicio de su cargo se dedicó a proteger a 
los huérfanos, defender a los más pobres.  
Su gran bondad le ganó el título de 
"Abogado de los pobres"    Visitaba las cárceles y llevaba regalos a los
 presos y les hacía gratuitamente memoriales de defensa a los que no 
podían conseguirse un abogado. San Ivo no aceptó jamás ni el más pequeño
 regalo de ninguno de sus clientes.  
Cuando le llevaban un pleito, él se 
esmeraba por tratar de obtener que los dos litigantes arreglaran todo 
amigablemente en privado, sin tener que hacerlo por medio de demandas 
públicas.      Muchos litigantes terminaban siendo amigos y se evitaban 
los grandes gastos de los pleitos judiciales. Después de trabajar 
bastante tiempo como juez, San Ivo fue ordenado sacerdote, los últimos 
quince años de su vida los dedicó totalmente a la predicación y a la 
administración de los sacramentos.  
 De muchas partes llegaban personas 
litigantes a obtener que San Ivo hiciera las paces entre ellos y él 
lograba con admirable facilidad poner de acuerdo a los que antes estaban
 alegando. Y aprovechaba de todas estas ocasiones para predicar a la 
gente acerca de la Vida Eterna y de lo mucho que debemos amar a Dios y 
al prójimo.  
Alguien le aconsejó que hiciera 
ahorros para cuando llegara a ser viejo y él le respondió: - «... ¿quién
 me asegura que voy a llegar a ser viejo? En cambio lo que sí es 
totalmente seguro es que el buen Dios me devolverá cien veces más lo que
 yo regale a los pobres".          El 19 de mayo del año 1303 estaba tan
 débil que no podía mantenerse de pie y necesitaba que lo sostuvieran.  
Sin embargo celebró así la Santa 
Misa. Después de la Misa se recostó y pidió que le administraran la 
Unción de los enfermos y murió plácidamente. Tenía 50 años.  
Sus vecinos le compusieron un epitafio bien especial que dice: San Ivo era bretón. Era abogado y no era ladrón. Oremos 
Señor Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor a Dios y
 al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad
 del abogado San Ivo seamos contados un día entre los elegidos de tu 
reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. | |
 
 
 
