“No se puede tapar el sol con las manos”, responden desde la Iglesia al Gobierno
Es parte del debate que generó un nuevo diagnóstico eclesiástico sobre la situación social del país. Lo dijo un obispo, respecto a las críticas de la Presidenta al documento de la Conferencia Episcopal.
El duelo discursivo que se desató entre la Iglesia y el Gobierno a partir del documento difundido por la Conferencia Episcopal el viernes sumó ayer un nuevo capítulo. Pedro Olmedo, obispo de Humahuaca, advirtió que “no ayuda a solucionar los problemas no reconocer las cosas” y apeló a un dicho conocido para graficar la reacción del kirchnerismo ante la sentencia de que la Argentina “está enferma de violencia”, el tramo del informe de los obispos que causó el rechazo de la propia Presidenta: “No se puede tapar el sol con la mano”.
Apenas se conoció el documento “Felices los que trabajan por la Paz” referentes de La Cámpora salieron a replicarlo y se sucedieron los cruces. “Me sorprende porque realmente no se puede tapar el sol con la mano, ¿no? Y no nos ayuda a solucionar los problemas no reconocer las cosas. Esto no tiene ninguna intención política de ponerse enfrente, es una realidad muy cruda y lo importante es asumirla, no negarla ”, aseguró Olmedo en declaraciones a radio Continental. El obispo de Humahuaca respondió las críticas de Estela Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, sobre el rol de la Iglesia en la dictadura. “Eso no es motivo para no poder hablar. Nosotros hemos expresado en varias oportunidades el pedido de reconciliación, de perdón por muchas cositas, omisiones a veces.
Precisamente, por el contrario, hay que hablar ”, argumentó, y sobre la situación en Jujuy se refirió sin nombrarla a Milagro Sala. “ Un motivo de la violencia es la ausencia del Estado.
En la zona lo vivimos permanentemente.
Se ha impuesto la ley del más fuerte.
Algunas organizaciones sociales ejercen la prepotencia. Cubren espacios de ausencia del Estado, apoyadas desde el mismo Estado. Parece un campo minado, uno no sabe nunca por dónde va a saltar la bomba. Yo le llamo la violencia que viene de arriba”, sostuvo.
También desde el oficialismo se sumaron a la discusión. “El amor vence al odio. Las expresiones de la Presidenta han sido tan elocuentes que no agregaría ni quitaría ni una palabra”, se limitó a decir el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. “Si a una generalización de ese tipo uno le agrega un adjetivo calificativo de esos totalizantes, la expresión me parece que terminó siendo poco feliz”, cuestionó el ministro de Defensa, Agustín Rossi. “Los obispos hacen política para beneficiar a sectores opositores. Eso no es bueno ni malo, lo bueno es decirlo y no mostrarse independiente”, expresó el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto.
En el documento los obispos alertaron sobre las “numerosas formas de violencia que la sociedad padece a diario” y el aumento “no solamente en cantidad sino también en agresividad” de los hechos delictivos, con “evidente incidencia” de la droga en el “descontrol de los que delinquen”. A su vez denostaron los linchamientos e incluyeron críticas a los medios (“no siempre informan con objetividad y respeto a la privacidad y el dolor”), lo que podría haber dado espacio para cierta coincidencia con el Gobierno, y pidieron no estigmatizar a los pobres: “ También son violencia las situaciones de exclusión social, de privación de oportunidades, de hambre y de marginación, de precariedad laboral, de empobrecimiento estructural de muchos, que contrasta con la insultante ostentación de riqueza de parte de otros”. El diputado nacional Eduardo De Pedro y el legislador bonaerense José Ottavis, dos referentes de La Cámpora, salieron a decir que la “Argentina no está enferma” y compararon la situación actual con etapas de golpes militares y crisis sociales: “Sí vivimos una Argentina enferma de violencia en el 55, el 76, el 89 y el 2001”. Luego Cristina Kirchner se refirió al documento: “ Quieren reeditar viejos enfrentamientos”.
El acercamiento del Gobierno con la Iglesia en el último tiempo, a partir del giro del kirchnerismo con Jorge Bergoglio desde que se convirtió en Papa Francisco, quedó en tensión con este ida y vuelta intenso, con varios actores involucrados. José María Arancedo, titular del Episcopado, reforzó la postura al asegurar que “nadie puede negar que hay violencia en la Argentina”. Empresarios y banqueros nucleados en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa respaldaron a los obispos. Y Estela de Carlotto cuestionó que la Iglesia “no habló cuando la dictadura secuestraba tantísima gente pero ahora se asusta porque hay violencia”.