Del "Retablo del Tabor" de Berruguete en Ubeda, que ardía un día como hoy del año 36
Ocurrió en Ubeda (Jaén). En la Capilla del Salvador, la maravillosa iglesia-panteón de los Medinaceli, tenía lugar un lamentable suceso que contó con un testigo de excepción. Gracias al historiador y coleccionista Natalio Rivas, ubetense de pro, En Cuerpo y Alma puede ofrecerles, del archivo que D. Natalio adquirió a la familia Campos, el relato del erudito local Miguel Campos,
espectador que fue del execrable atentado que tuvo como consecuencia la
pérdida irreparable y para siempre de una de las joyas salidas de las
manos del grandísimo escultor español Alonso de Berruguete, por obra y gracia del odio más perfecto, el que prefiere destruir las obras que se detestan a lucrarse de ellas.
Estado en el que quedó | Después de la reconstrucción |
“[…] Esta obra cumbre de Berruguete que únicamente
podía codearse con ella entre las del citado autor la estatua yacente
del Cardenal Tabera [sic] en Toledo destrozadas y quemadas las
esculturas del Profeta Elías, el Patriarca Moisés, y los Apóstoles San
Pedro, San Juan y Santiago; únicamente quedó el Salvador que lo
desmontaron, llevándolo a Valencia y después a Barcelona [si recuerdan Vds., mismo trayecto que realizara el Jesús de Medinaceli ], con el cuadro del fundador, obra de Tiziano.
Lo que más me llevó al colmo de la indignación fue
que al retirar a los talleres de carpintería los despojos de las
imágenes, esculturas y retablos y vendiéndolos como leña, fue la Virgen
procedente del Calvario que coronaba el Tabor [otra manera de denominar la Transfiguración, por el lugar en el que se produjo, el monte Tabor], también
obra de Berruguete, en que con ese instinto refinado de criminalidad
artística, destrozaron la cara manos y pies para desvirtuar la
escultura, sin sospechar que Dios daría lugar a que alguno que estuviera
saturado de estas cosas lo viera y estudiara; que la guerra se acabaría
con el triunfo de Dios, la verdad y la justicia, para que estos
malvados liquiden la cuanta donde corresponde.
Mi presencia en los talleres citados, para
clasificar y retirar lo que habían dejado produjo malos efectos respecto
a mi persona; desde entonces me la tenían sentenciada, indicándomelo
así un buen amigo de los que allí trabajaban.
Continúa la descripción analítica: la elegante y
alegórica verja que dividía la Capilla Mayor con la nave de la iglesia,
ejecutada en Toledo por Francisco Martínez, de Villalpando desmontada
sin necesidad alguna, y sí con el propósito de hacer daño.
La cripta de los fundadores y patronos, sus restos
profanados, que con gran veneración como otras veces, los he visto,
fueron recogidos, guardados en su sitio, ordenando entonces tapar la
cripta; el púlpito destrozado por completo.
En la nave de la iglesia los canceles de las puertas
norte y sur, desmontados y el de la puerta principal que tampoco hacía
falta desmontarlo, para paso de los autos, estaba con bastantes
deterioros, que en la actualidad están reparados.
Las cuatro capillas restantes, de escaso mérito y más modernas, sólo en dos hay datos [sic, seguramente “daños”] de grandísima importancia histórica y artística; existía en una de ellas sobre la mesa del altar un Exce homo [sic] de madera, de factura italiana, tamaño natural, del [sic]
algo más de medio cuerpo que se instalaba el Jueves Santo en la mesa
petitoria del Atrio del Templo; dicha imagen procedía del oratorio del
castillo de Sabiote, y sirvió de inspirador, orientador, y consejero en
su niñez, de la excelsa religiosa Sor María de las Yagas [sic]
fundadora del convento del Angel en Granada, nacida en el castillo de
Sabiote el 8 de febrero del año 1606. El citado Exce-Homo [sic] fue pacto [sic] de las llamas en la hoguera del día de Santa Ana […]”
Puerta de la sacristía |
Los que de Vds. vayan hoy día a Ubeda y visiten la maravillosa Capilla del Salvador,
llena de sorpresas artísticas y arquitectónicas, pueden hoy día admirar
una réplica bastante exacta de lo que fue aquel retablo, reconstruído
por el escultor Juan Luis Vasallo a partir de fotografías del original entre los años 1958 y 1965. De sus seis figuras, sepan que la central que representa a Jesucristo sigue siendo, por fortuna para nuestro patrimonio religioso y cultural, la original que saliera de las manos de Berruguete.
Las otras cinco, por desgracia, fueron tal día como hoy pero del año
36, pasto del odio más perfecto, el que prefiere destruir las obras que
se detestan a lucrarse de ellas.
©L.A.