A mi padre lo mataron una vez y ahora quieren rematarlo
«A mi padre lo mataron una vez y ahora quieren rematarlo»
POR PALOMA CERVILLA. MADRID.
No está dispuesta a consentir que nadie la haga callar de nuevo. Tiene la valentía suficiente para levantar la voz y advierte de que llegará hasta el final para poder saber si en la fosa común encontrada en la sede de la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares hay restos de su padre: el teniente de Infantería Teodoro Esteban Millán, destinado en el Cuartel de la Guardia de Asalto de López de Hoyos, asesinado por el bando republicano a los 34 años.
Setenta y dos años después de aquel 12 de octubre de 1936, cuando lo vio por última vez saliendo de su casa en la calle Ayala, 158 de Madrid, su hija María del Carmen Esteban Bernardini, quiere rendir a su padre su último homenaje: luchar por defender su dignidad frente a quienes quieren ocultar sus restos. «Lo mataron una vez y ahora quieren rematarlo, pero mientras yo viva no lo voy a consentir», dice una vivaracha María del Carmen, junto a un gran retrato de su padre, que llena de recuerdos su hogar de Madrid. Conserva como una reliquia que el paso del tiempo no ha conseguido borrar la Cartera de Identidad Militar de su padre, la partida de defunción y varias fotos color sepia de su familia. «Parece que ahora tampoco vamos a poder rendirle un homenaje. Encima que hace setenta y dos años que lo mataron, que me digan que me calle, que no diga nada, me indigna y es una pena inmensa».
A sus 76 años, la hija de Teodoro Esteban tiene una vitalidad envidiable, menuda de cuerpo y de estatura, sus ojillos pequeños lo dicen todo... y sus manos también. Las mueve expresivamente y desgrana para ABC sus recuerdos del día que su padre desapareció para siempre, de su infancia junto a su madre y su hermana, de cómo ha intentado perdonar y de lo que sintió cuando leyó en su ABC, el que siempre estuvo en su casa, que habían aparecido restos humanos en una fosa en Alcalá. Ella sí que es la memoria viva de esa memoria histórica que ahora se quiere recuperar, pero sólo parcialmente.
«Cuando leí por primera vez en ABC que habían aparecido unos restos en una fosa común me dio una pequeña corazonada. ¿Y si pudiera estar allí?», se preguntó. «Cuando leí la segunda parte pensaba, a ver si puede ser y me lo llevo con mi madre. ¿Qué más tributo de cariño que estén juntos?». Así, sentada en una butaquita de su salón madrileño, es como María del Carmen relata emocionada cómo comenzó a revivir su historia. «Me acuerdo perfectamente del último día que lo vi. Mi padre salía todas las mañanas hacia el cuartel, lo esperaba el coche oficial en la puerta. El 12 de octubre de 1936 se fue como todos los días. Mi madre, con mi hermana en los brazos, y yo con la cabeza entre las rejas del balcón, lo despedimos. Yo tenía cinco años». No volvió más. «Aquella tarde no regresó, ni al día siguiente, ni al otro y el 15 de octubre, por la tarde, vinieron a por mi madre».
Teodoro Esteban era republicano, «pero yo había escuchado que se iba a pasar al bando nacional, y alguien dio el chivatazo», precisa María del Carmen. Por eso, porque ya no era de los suyos, se lo llevaron, pero también quisieron a su mujer y el 15 de octubre, «a las cinco de la tarde, sonaron unos porrazos tremendos en la puerta, la abrimos y nos encontramos a cinco militares apuntando con fusiles y le dijeron a mi madre: «Su marido ha desertado y venimos a por ti»». Se la llevaron a las «Checas de Fomento» y la condenaron a muerte porque «tu marido se ha pasado a los nacionales y vas a pagar tú por él». Pero no se conformaron con llevarse sólo a su madre, destrozaron la casa, se llevaron las escopetas y los uniformes militares de su padre, «nos dejaron llorando hasta que vinieron mis abuelos, que fueron a la Checa a buscar a mi madre, que ya se la llevaban a la Casa de Campo para fusilarla».
Desde que volvieron a reunirse con su madre, ésta inició la búsqueda de su marido, pero no era fácil hablar con la gente. «Un día se encontró con unos compañeros, incluso con uno de los guardias de los que se lo llevaron y le reconoció que a dieciocho los habían matado en una carretera. Pero nunca volvimos a saber nada más, ni nadie nos dio una señal para poder ir a buscarlo. Más tarde, también nos dijeron que lo mataron por católico, monárquico y por leer el ABC».
«Nos duele a todos»
Nunca pudieron encontrarlo, aunque sí demostrar que había muerto, algo necesario para poder tener la partida de defunción. Ella estudió en el Colegio de La Unión en Carabanchel, creado para huérfanos de oficiales, se casó y tuvo un hijo. Pero, ahora, la Ley de la Memoria Histórica la ha obligado a recordar una triste historia, en la que sólo se quiere homenajear a una parte. «Si querían hacerlo, ¿por qué no para todos, por qué sólo para una parte, cuando nosotros hemos intentado pasar página? Me ha parecido muy mal que después de tantos años se intente remover algo que nos duele a todos», comenta María del Carmen, que recrimina al Gobierno que sólo atienda a los muertos de un bando: «Ha hecho una cosa que le deshonra. ¿Por qué van a sacar sólo a sus muertos, si son de todos los españoles?».
«Que nadie tenga miedo»
Precisamente por eso, porque no quiere que se discrimine a nadie, y menos a su padre, está dispuesta a «seguir hasta donde me dejen. Quiero dar mi ADN y ver si entre los restos está mi padre». Y anima a hacer lo mismo a aquellos familiares que tengan desaparecidos, «que nadie tenga miedo de nada, que sean valientes y que todo el mundo reclame a los suyos». Para María del Carmen, a todos los desaparecidos se los debe tratar igual, «todos somos iguales y tenemos el mismo derecho a recuperar a nuestros familiares, que sean valientes, sólo están reclamando sus restos».
A esta hija de militar desaparecido durante la Guerra Civil no le gusta que la fosa encontrada en Alcalá de Henares se haya ocultado durante un mes por parte del Gobierno, negándose a facilitar información sobre la misma, hasta que lo desveló ABC. Desconoce el porqué, pero afirma que «el que oculta esto será por algo» y que quizás la falta de explicación tenía relación con la celebración de las elecciones: «A lo mejor pensaban que esto les podía quitar votos».
Nunca esperaba que nadie la fuera a ayudar a encontrar los restos de su padre, pero lo peor ha sido saber que la Ley de Memoria Histórica, impulsada por el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, sólo ayuda económicamente a las asociaciones de izquierda. «Eso demuestra el sectarismo con que se ha hecho esta Ley. Nunca había pensado que alguien me pudiera ayudar y muchísimo menos el Gobierno».
Esta situación la ha hecho más fuerte aún, saber que quieren ocultar la fosa, que le niegan todo a quienes no son de izquierda. Pero la información de ABC le ha devuelto la esperanza de unir a sus padres de nuevo, «aunque sean sólo unos huesos, algo», y mientras exista una posibilidad de que así sea «lo seguiré intentando. Mi sobrina me lo dice: «Tú, adelante», y ahora yo ya no me callo, aunque no me he callado nunca».