Cómo fueron los comienzos del Partido Comunista argentino, a 100 años de su creación
"Cada partido comunista fue el producto del matrimonio de dos consortes
de difícil avenencia, una izquierda nacional y la Revolución de
Octubre", decía el historiador inglés Eric Hobsbawm. La primera
fundación del Partido Comunista argentino, en enero de 1918, de la que
hoy se cumplen cien años, encaja plenamente en esta definición. Esta
corriente se constituyó con una militancia que era previa, conformada
desde 1912, a partir de un cuestionamiento a los planteos reformistas
del Partido Socialista (abandono de los principios de la lucha de
clases, del programa socialista, del antimilitarismo y del
internacionalismo proletario). Fue de esa impugnación, potenciada por
una práctica en el medio obrero y juvenil, que emergió el Partido
Socialista Internacional (PSI) en 1918, el cual en diciembre de 1920
adoptó el nombre de PC. El partido empalmó con la dinámica soviética y
se insertó directamente en el complejo mundo de la Internacional
Comunista (IC) o Komintern. De ese modo, fue mutando parcialmente su
carácter, adoptando el "modelo ruso" en casi todos los sentidos. Y
convirtiéndose en una organización en donde la propaganda y la
solidaridad activa con la Revolución constituyeron los elementos
esenciales de sus credenciales de identidad.
El histórico congreso de fundación del partido, ocurrió el 5 y 6 de enero de 1918, en el salón porteño "20 de septiembre".
La mayoría de los asistentes provenían de la Capital Federal, de la
Agrupación Gráfica y algunos pocos de las provincias de Buenos Aires,
Santa Fe y Córdoba. Los delegados representaban a unos setecientos
cincuenta militantes, pertenecientes a veintidós centros. Como informaba
el diario La Razón en esos días: "llama la atención en este congreso el
hecho de que predomina casi en absoluto el elemento joven". Entre sus
integrantes había una mayoritaria presencia de obreros, empleados,
docentes y estudiantes, junto a algunos pocos profesionales y otros
afiliados provenientes de la clase media. De conjunto, el perfil social
del colectivo era de un carácter más plebeyo que el de la fuerza
liderada por Juan B. Justo. El PSI inicialmente intentó disputar de
lleno la legitimidad histórica al PS, sobre todo, su nombre y la
enunciación de la causa socialista.
En
aquel congreso de enero de 1918 se aprobaron la declaración de
principios (que retomaba la adoptada en 1896), el programa mínimo y el
estatuto del partido. Se estableció la obligatoriedad para todos sus
afiliados de activar en sus sindicatos. En el manifiesto fundacional, el
PSI colocaba la cuestión del posicionamiento ante el conflicto bélico
como asunto decisivo para explicar la ruptura, y hacía explícita su
adhesión a la tendencia internacionalista impulsada desde 1915-1916 por
Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo. Y consideraba a la posición del PS
frente a la Revolución de 1917 el ingrediente decisivo para la erección
de una valla entre ambos partidos. La disonancia de los planteos era
clara pues, mientras el PS aludía a un desafortunado golpe de Estado, el
PSI retrataba la faena de "un pueblo que se propone firmemente
concertar la paz mundial, derrocar a la burguesía e implantar el tan
anhelado reino del proletariado socialista…". En fin, cuando el PSI
buscó concluir su manifiesto y completar su identidad pública, eligió la Revolución rusa como su desiderátum:
"Un ardiente e impetuoso soplo revolucionario parece cruzar triunfante
por el planeta. Ha comenzado en Rusia y se extiende hacia todos los
rincones del mundo. Su móvil: la instauración del socialismo. Con la
mirada elevada en tal alto ideal queremos ser en esta sección de
América, los agentes eficientes, activos, de esta hondísima
transformación revolucionaria".
Estas formulaciones ocurrían cuando el régimen soviético estaba apenas en ciernes. En la progresiva construcción del perfil del PSI la adhesión a la Revolución rusa fue alcanzando una notable preeminencia.
El partido ganó el espacio público con las acciones de solidaridad con
el proceso soviético. El 7 de noviembre de 1918, junto a otras
organizaciones obreras y de izquierda, el PSI impulsó en Buenos Aires
una marcha en homenaje y conmemoración de la insurrección de 1917, en la
que participaron unas diez mil personas, y que se convirtió de allí en
más en una suerte de efemérides anual impostergable para el partido.
En el manifiesto que celebraba la culminación de la conflagración
bélica, el PSI saludaba: "¡Gloria a los maximalistas rusos! Gracias a su
acción la horrenda carnicería mundial se ha acortado en algunos años,
ahorrando a la humanidad varios millones de muertos", aludiendo al hecho
que la Revolución de octubre había diseminado "las semillas de la
revolución social" y provocado el derrumbe del frente interior en los
imperios centrales. Y culminaba su proclama: "Los maximalistas rusos,
heroica vanguardia del socialismo internacional, han echado los
cimientos de una Humanidad nueva, la Humanidad redimida del porvenir,
sin castas ni privilegios sociales, sin guerras y sin déspotas. Firmes
en nuestros principios pacifistas e internacionalistas, trabajemos en
nuestro medio por el advenimiento de hora tan venturosa".
Al
PSI, aún en su consustanciación con la emergente dictadura del
proletariado en Rusia, le costó definir una identidad política
homogénea. Se halló en tensión y reformulación interna durante
sus tres años de existencia. José Fernando Penelón era su figura
central. Había sido uno de los referentes principales en la gradual
conformación de la corriente de izquierda dentro del socialismo. Además
de ser elegido presidente del congreso fundacional, el militante gráfico
fue refrendado como director de La Internacional, transformado en el
periódico oficial. No es exagerado ubicar a Penelón, junto al
chileno Recabarren, al peruano José Carlos Mariátegui y al cubano Julio
Antonio Mella, como una de las principales figuras fundadoras del
comunismo latinoamericano. Victorio Codovilla y Rodolfo
Ghioldi, si bien actuaron en la izquierda socialista casi desde sus
inicios, no fueron las figuras públicas relevantes del flamante partido
ni reportaron en el núcleo de los tres o cuatro dirigentes más
importantes de la organización en el plano interno: lo fueron poco
tiempo después.
El PSI dio pasos
rápidos en su construcción. La Federación de las Juventudes Socialistas,
creada en 1916, realizó un Congreso Extraordinario los días 20 y 21 de
enero de 1918, en donde se decidió adherir a la nueva fuerza. Al mismo
tiempo, el partido autorizó la concurrencia a elecciones con candidatos
propios. El primer desafío se presentó muy pronto, en marzo, en comicios
para elegir diputados: pese a la escasa preparación el PSI logró unos
dos mil setecientos votos en la Capital Federal. En octubre de ese mismo
año, el partido se volvió a presentar, esta vez en una elección
comunal, también en la ciudad porteña, conquistando 3.258 sufragios y
consiguiendo que Juan Ferlini se convirtiera en su primer concejal.
Además, el PSI presentó listas en las provincias de Buenos Aires y
Córdoba.
En abril de 1919 el PSI celebró su II Congreso. Se evidenciaba cierta expansión y consolidación de la organización. En ese entonces, declaraba poseer 33 agrupaciones y 1.400 adherentes cotizantes.
En 1920 Penelón obtuvo más de cinco mil sufragios y fue elegido
concejal por la Capital Federal, sumándose a la experiencia de Ferlini.
También en Rosario se consiguió un resultado significativo en los
comicios de ese año: unos tres mil cien sufragios, más que los logrados
por el propio PS. Por otro lado, el PSI experimentó límites en su
desarrollo, incluso en los términos que eran relevantes para el propio
partido: no había logrado convertirse en una corriente
gravitante en el movimiento obrero, aún en aquel contexto signado por la
fuerte conflictividad social, el fortalecimiento de las organizaciones
laborales y la radicalización política durante la primera presidencia de
Yrigoyen. La fuerza sindical del PSI era restringida y
dispersa. Estaba sostenida en una débil presencia de afiliados en
algunas ramas. En la ciudad y Provincia de Buenos Aires era notable
ausencia del PSI en los gremios industriales o manufactureros, sobre
todo, en los que algunos años más tarde el PC dispuso de una gran
inserción, como metalúrgicos, albañiles, obreros de los frigoríficos o
madereros.
La carta pública más
relevante que podía mostrar el PSI en el campo gremial era la propia
figura de su principal cuadro político, Penelón, con una ya extensa
trayectoria entre los trabajadores gráficos y que se proyectaba como un
dirigente obrero nacional. Fue la cara visible de la intervención del
PSI en las estructuras dirigentes del movimiento obrero. El partido
actuaba en el seno de la FORA IX Congreso, en minoría y franca oposición
a su dirección sindicalista.
Pronto
se conocieron las resoluciones del II Congreso de la Komintern,
concluido el 7 de agosto en la capital soviética. Entre ellas, estaban
las 21 condiciones de la "Circular Zinóviev", estipulando los requisitos
que las organizaciones miembros de la Internacional Comunista debían
cumplimentar, incluso, adaptar su propia denominación. Por esta razón el
Comité Ejecutivo del PSI convocó a su I Congreso extraordinario, a
celebrarse los días 25 y 26 de diciembre en la ciudad de Buenos Aires.
Se reunió en el salón del Circolo Mandolinístico, con un escenario
adornado por dos inmensas banderas rojas y un escudo de la Rusia
soviética. Ghioldi fue el encargado de presentar el proyecto que
proponía acatar la citada Circular. Ello implicaba un estatuto
que suponía una transformación definitiva del partido, convirtiéndolo en
una organización mayormente disciplinada, orientada a la conspiración
revolucionaria y la acción clandestina. Si bien el PSI votó por
unanimidad este nuevo encuadramiento evidenció dificultades para
cumplimentarlo en su totalidad. Desde ese momento pasó a llamarse
Partido Comunista, Sección Argentina de la Internacional Comunista. En
el manifiesto donde comunicaba la noticia, la referencia a 1917 fue
inevitable: "… la Revolución Rusa es nuestra antorcha. Ella encierra un
caudal inmenso de experiencias revolucionarias. La Revolución Rusa tiene
un valor universal. Sus principios son los únicos que pueden servir de
base a las próximas revoluciones proletarias en todos los países".
El
PSI-PC estuvo entre los primeros partidos comunistas en formarse en
América del Sur, circunstancia que le confirió prestigio en la IC.
Con la creación, en 1921, del Buró de Propaganda Comunista para
Sudamérica, con sede en Buenos Aires, el PC empezó a ser considerada su
sección más poderosa, una suerte de representante oficial de la
revolución rusa en el subcontinente. Con la "bolchevización" de 1925 el
PCA adoptó el modelo organizacional y todos los elementos de la cultura
política comunista de estilo soviético. En las siguientes dos décadas
ganó una fuerte presencia en la clase obrera industrial. A partir de
1928-1929 forjó sus caracterizaciones y su programa de revolución por
etapas según las directrices de la burocracia soviética y kominterniana,
la misma que desde 1935 le impuso la orientación del Frente Popular.
Para ese entonces, ya se había completado su proceso de estalinización.
Ese fenómeno, junto a la aparición del peronismo, inauguraron un nuevo
ciclo en el largo siglo del PC argentino.