Reflexiones sobre la Gripe A-H1N1
Editorial:
Reflexiones Sobre la Gripe A H1N1 Y La Vida Eclesial
La Iglesia tiene por misión principal la acción por la salvación de las almas, esto es, el anuncio de la obra salvadora de Cristo a todos los hombres. Ella ha “nacido del don total de Cristo por nuestra salvación”[1], fue “enviada por cierto a todas las naciones para hacer de ellas discípulos suyos (Cif. Mt. 28, 19-20; AG 2, 5-6)”[2]
Ciertamente los frutos de la obra salvadora de Cristo están manifestados en la vida sacramental que la Iglesia a través de los ministros ordenados dispensa en nombre y en la Persona de Cristo. Es Cristo quien a través de los sacerdotes, actúa en la dispensación de los sacramentos. El es quien comunica su Gracia a través de ellos.
Cristo es quien Bautiza, quien perdona, quien confirma en la fe, quien se hace presente en la Eucaristía a través de la acción del sacerdote; a quien, por su inmenso amor al mundo, ha participado de su Sacerdocio Unico y Eterno.
-¿Por qué todo esto, si el titulo habla de reflexiones sobre la Gripe? – Preguntarás, querido lector, con razón. Pero hay una razón de porque hicimos una introducción sobre la vida sacramental y el don que de ella recibe el fiel laico. Esta supuesta “pandemia”, esta enfermedad que ataca, especialmente a la “masa productiva”, a la edad de los que hay que ocuparse, pues cuando la gripe común ataca tres veces mas en muerte a los niños y a los ancianos. Este hecho es aprovechado por los desacralizantes y ha asustado a algunos que sin mala intención han dado paso a situaciones que afectan la misión primera de la Iglesia.
Vamos a ser claros, se niega sistemáticamente la participación en el misterio Eucarístico “fuente y cima de toda la vida cristiana”[3]. La suspensión de la Celebración de la Santa Misa con pueblo, que se ha dado en algunas diócesis, es la negación de la participación en el Misterio de la vida de Cristo que se perfecciona en la recepción del Sacramento de los Sacramentos que no puede ser recibido a través de los medios de comunicación[4].
Además se han suspendido la celebración de los Bautismos en la Basílica de Lujan, como lo anoticia AICA el 10 de julio, sin aclarar si la suspensión es total o que solo se harán Bautismos en forma individual, es la negación de tan inmenso sacramento, nada menos que del Sacramento que borra el pecado original y que nos hace Hijos de Dios.
Por si esto fuera poco se obliga a manosear lo Santo, lo Sagrado, al Señor de Señores, sin nada que justifique tamaña decisión. El modo ordinario de recibir la Eucaristía es en la boca, mientras que el modo extraordinario y por un indulto de la Santa Sede es en la mano, de modo que esto no es obligatorio, aunque en la catequesis se enseñe a comulgar solo en la mano. Ahora bien en esta supuesta “pandemia” se ha decidido sin rigor científico, al menos conocido, que todos los fieles comulguen del modo extraordinario. En este sentido, y haciendo por un segundo abstracción si se puede de lo sagrado, nos preguntamos si no es mas “peligroso” comulgar en la mano que en la boca. Si las manos no se purifican y esto es grave aún sin “gripe”, si vienen de la calle y de los pasamanos de los colectivos, de las manijas de los autos, del dinero (aun el de la limosna, en cambio la comunión en la boca, bien formados los fieles y los Ministros, la Sagrada forma es puesta en la lengua del fiel sin necesidad de que se toque la misma y para evitar caídas o la perdida de partículas se usaba la patena. ¿Cuál es el rigor científico que se uso para esta decisión? ¿Será que aquellos que convencieron al Episcopado y a la Santa Sede para que autorizará el indulto, pero que no han podido convencer a los fieles aprovecharon el circo pandémico para forzar la conciencia de aquellos que creemos que el Cuerpo de Cristo solo debe ser manipulado por las manos de los consagrados?
Querido lector, ¿Será el tiempo de volver a la Comunión Espiritual, hasta que pase esta violencia y abuso de las autoridades eclesiales? Esperemos confiados que la Santa Sede tome pronta intervención en estos abusos litúrgicos.
En este año sacerdotal no dejemos de rezar por nuestros Pastores.
Que la gracia supla la deficiencia de la pluma.
Marcelo Eduardo Grecco
Versailles, junto a la Virgen de la Salud
Fiesta de Nuestra Señora del Carmen