La vida arrebatada de Friedrich Nietzsche
Franz Overbeck. Edición y traducción de Iván de los Ríos. Colección Los Agripianos. Errata Naturae (Madrid, 2009). 128 páginas. 10, 90 euros
Publicado Miércoles, 08-07-09 a las 12:09
Los grandes hombres no suelen ser grandes personas y los grandes filósofos menos. Repasando cualquier libro de texto de filosofía nos encontraremos una galería de envidiosos, sádicos, vanidosos, mentirosos y mezquinos que en cambio, escribieron su nombre con tintas de oro en la historia del pensamiento occidental. Personalidades caóticas que paradójicamente ayudaron a quienes se acercaron a sus textos a ser un poco mejores o a conocer más a fondo al vecino. Nietzsche no era ninguna excepción.
Poco después de su muerte, su inseparable amigo Franz Overbeck (1837-1905), puso en limpio algunos de los episodios más reveladores de la vida del filósofo, tratando de combatir la visión tergiversada de los acontecimientos que según él, propagaba la hermana del pensador y sus discípulos.
A la luz de los textos que recopila esta edición, Nietzsche se nos presenta como un hombrecillo gris y atribulado, muy alejado del superhombre y de la majestuosidad de su prosa y en las antípodas de las biografías sobre el personaje. Según el fiel Overbeck, ni Nietzsche se drogaba, ni su locura se debió a una crisis de fe (sostiene que mantuvo un desinteresado agnosticismo durante toda su vida) ni esta fue progresiva. El compañero de fatigas del filósofo sitúa el comienzo del delirio en la Navidad de 1888 que el pensador había pasado en Turín; hasta entonces había permanecido razonablemente cuerdo. Ambición y reconocimientoPese a todo, concede que su amigo atrapado en una obsesiva autocrítica y que era incapaz de entablar amistades sanas y duraderas (salvo con el propio Overbeck). Un hombre devorado por la ambición y la necesidad de reconocimiento, que era en cambio, quisquillosamente ordenado y caprichoso en su vida cotidiana. Un caballero extraordinariamente tímido con las mujeres y de trato servil con los hombres, síntomas de su vacilante sexualidad, aunque Overbeck niega la mayor sobre la supuesta homosexualidad de su amigo y un frustrado romance con su cuñado.
“La vida arrebatada de Friederich Nietzsche” sirve también como testimonio para derribar grandes mitos sobre el filósofo del bigote impenetrable. Nietzsche no solo sentía simpatía por judíos y eslavos, sino que a menudo bromeaba sobre su supuesto origen polaco y cultivó grandes amistades con judíos. Fue precisamente el antisemitismo reinante en su círculo lo que le llevó a distanciarse de amistades como Richard Wagner, de su editor y de su hermana, sin la cual no era más que un pobre desvalido. En contra de los que tras su muerte descuartizaron su obra, Nietzsche era enemigo declarado del nacionalismo.
El estilo fragmentario impuesto por la propia naturaleza del texto (una colección de anotaciones de los diarios y escritos de Overbeck sin orden cronológico ni temático) ayuda a agilizar el texto e invita al sano placer del zapping literario, persiguiendo con búsquedas al azar un dato curioso o una anécdota llamativa del filósofo que murió después de Dios.