Hispanic American Center for Economic Research
Monday, May 11, 2009
Argentina: El kirchnerismo: un negocio agotado - por Nicolas Marquez
De los cinco distritos electorales más importantes y definitorios (Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Provincia de Buenos Aires), el kirchnerismo perderá por irreversible escándalo en cuatro de ellos. Resta apreciar la evolución de los sondeos en la Provincia de Buenos Aires, hoy envuelta en virtual empate técnico entre las fuerzas encabezadas por Francisco de Narváez y Néstor Kirchner.
Va de suyo que el grueso de los indecisos bonaerenses sienten una genuina y justísima repugnancia por el oficialismo, dato que Néstor sabe y lo aterra, pues torcería la paridad a favor de de Narváez.
Es por ello que el santacruceño no escatima ocasión de impartir bravuconadas desde el atril acusando a de Narváez de gastar fortuna en su campaña electoral, sin aclarar que el desembolso que este invierte lo hace con su propio patrimonio, a diferencias del matrimonio presidencial que usa fondos públicos al efecto, sea que estos provengan del estado argentino o venezolano (tal lo ocurrido en las elecciones anteriores cuando el afamado turista Antonini Wilson trasladó jugosos petrodólares prolijamente acomodados en su valijita viajera). Eso sí, los únicos fondos públicos que no utiliza el kirchnerismo en campaña son los de Santa Cruz, que siguen sin darse a conocer.
El derrumbe del poder del régimen es tal, que ya no puede siquiera ordenarles a sus ex mucamos Rafael Bielsa o Daniel Filmus que obren de candidatos porteños.
Desobediencia impensable un año atrás. Ante la diáspora, las negativas y el estado vegetativo en el que se hallaba el oficialismo en la Capital Federal, al desabrochado patagón no le quedó más remedio que aceptar los solícitos servicios del banquero comunista Carlos Heller (quien no tiene empacho en hacer campaña utilizando el nada marxista web site www.facebook.com), hoy respaldado no por el proletariado triunfante sino por la pensadora hegeliana Andrea del Boca, conocida por su papel en “Estrellita Mía” y “Papá Corazón”, entre otros fabulosos eventos del arte contemporáneo.
Estos y no otros son los “cuadros políticos” del kirchnerismo en el segundo distrito electoral más importante del país, lo que demuestra el desastroso estado de Néstor y Señora en tierras capitalinas, donde no pudieron siquiera sumar a Aníbal Ibarra, dirigente que si bien quedó algo quemado tras el incendio de la boite Cromagnon, se sigue dando el gusto de caminar por los barrios porteños y cosechar “espontáneas” muestras de afecto y alegría por parte de un tropel de papanatas que lo vivan con ensayados piropos en bochornoso espectáculo filmado y desenmascarado.
Toda la esperanza del kirchnerismo se reduce entonces a obtener una derrota “digna” y para tal fin, la artillería prebendaria está dirigida a repartir dádivas y bolsas de comida en el segundo y tercer cordón del conurbano bonaerense, zonas mayormente embrutecidas y empobrecidas por el peronismo que ya lleva 22 años ininterrumpidos “gestionando” la Provincia.
Ante un escenario en exceso pesimista para los planes matrimoniales, la camarilla gobernante intenta día a día retrucar la imagen de soledad no perdiendo ocasión de parodiar convocatoria alquilando menesterosos en actos políticos de artificios, en donde Néstor y su corte de alcahuetes inmediatos reciben los aplausos reglamentarios de la multitud rentada, cuyas ovaciones son convenientemente filmadas por las cámara de ATC, siempre prestas a montar la imagen del estrábico caudillo apabullado por “el calor popular”.
El clan de filósofos más cercanos al oficialismo (Edgardo De Petri, Emilio Pérsico, el terrateniente Hugo Moyano y el líder racista Luis D´elía) ya se encargaron de predicar el pánico arguyendo que si no se vota por la murga vigente “volvemos a los años 90`”.
Demonizada década de la que Kirchner y familia participó y disfrutó en calidad de privatizador petrolero y gobernador predilecto del entonces Ministro de Economía Domingo Cavallo, a cuyo partido perteneció el ex Jefe de Gabinete kirchnerista Alberto Fernández (hoy tibiamente enrolado en la “oposición”) y cuyo cargo vacante fuera ocupado por el simpático Ucedeísta Sergio Massa, quien actualmente comparte la lista bonaerense en calidad de candidato trucho junto al domesticado menemista Daniel Scioli y la reacondicionada longeva devenida en teenager Nacha Guevara (a) Clotilde Acosta, (cuyo apellido artístico fuera puesto en indecoroso homenaje al asesino serial Ernesto Guevara de la Serna).
Detrás de la fachada testimonial bonaerense (encabezada por Néstor y los sujetos antedichos), prosigue en lista de espera una curiosa recua marxista, entre ellos Diana Conti, Carlos Kunkel (ex miembro de la banda homicida Montoneros que oportunamente asesinara al padre de Claudia Rucci –hoy candidata a Diputada en la lista encabezada por de Narváez-) y un tal Carlotto, que suponemos hijo de Estela.
Estos y otros elementos se presentan gustosos a dar batalla electoral a efectos de proseguir defendiendo no la plusvalía y el materialismo dialéctico sino los intereses monetarios del matrimonio presidencial y sus respectivos hoteles “nacional-populares” en el Calafate.
La desesperación del régimen ante la derrota segura es tal, que la bipolaridad reinante se muestra sin ambages en el seno de la familia real: mientras que para Néstor las elecciones son presentadas bajo la consigna “yo o el caos”, para la bachiller Cristina las mismas son apenas “un escollo” (tal su pública confesión) sin mayores trascendencias.
Pero la trascendencia no es menor, prueba de ello es el elevado nivel de crispación y desconcierto que ostenta el Presidente Néstor, quien ejerce el poder real en las sombras mientras que la parodia ejecutiva se halla en cabeza de su esposa, pero esta última no es mucho más que una versión maquillada de Isabelita pretendidamente ilustrada, aunque más vistosa que aquella tanto sea por su fastuoso vestuario como por sus parches faciales rellenados con un látex que no logra simular un deterioro gestual, producto del comprensible estrés que implica saberse un títere mal maniobrado pasando a la historia como una chirusita puesta a dedo por el galán con el que oportunamente eligió contraer nupcias.
El kirchnerismo fue un proyecto político basado no en ideas sino en la acumulación de plata utilizada para edificar un poder ejercido a brazo de hierro disciplinando y/o extorsionando dirigentes, punteros, periodistas y funcionarios, en tanto se entretenía a la sociedad con una mejora de la calidad de vida como producto del azarosamente favorable contexto internacional nacido a partir del año 2002.
Al cambiar esa coyuntura y por ende erosionarse la billetera oficial, sólo quedó del oficialismo lo que hay, que además es mucho menos de lo que habrá después de la derrota del 28 de junio.
Atrás quedaron los gloriosos tiempos de la soja rentable, del alegre dispendio, de la hegemonía política, del Congreso obediente, de la mansedumbre social, del disciplinamiento ideológico y de las encuestas amables.
Argentina tuvo la posibilidad histórica de golpear las puertas al primer mundo tras un quinquenio de bonanza y coyuntura internacional favorable en términos nunca vistos, y el kirchnerismo rifó esa posibilidad descuartizando las instituciones, coartando libertades individuales, violentando preceptos constitucionales, destrozando a las FF.AA., humillando a propios y ajenos, saqueando la propiedad de sectores productivos y dilapidando la bonanza en compromisos demagógicos y clientelismo desembozado.
Más allá de que la sociedad argentina incurra en el insistente error de castigar con el voto a los rufianes siempre a destiempo y con lucidez tardía, lo cierto es que hoy el kirchnerismo es tal como lo dice el tango: “la vergüenza de haber sido y el dolor del ya no ser”.
(*) Periodista, escritor, abogado. Próximo libro del autor “El Canalla”, disponible en todas las librerías a partir del 15 de junio. www.nicolas-marquez.com.ar
Va de suyo que el grueso de los indecisos bonaerenses sienten una genuina y justísima repugnancia por el oficialismo, dato que Néstor sabe y lo aterra, pues torcería la paridad a favor de de Narváez.
Es por ello que el santacruceño no escatima ocasión de impartir bravuconadas desde el atril acusando a de Narváez de gastar fortuna en su campaña electoral, sin aclarar que el desembolso que este invierte lo hace con su propio patrimonio, a diferencias del matrimonio presidencial que usa fondos públicos al efecto, sea que estos provengan del estado argentino o venezolano (tal lo ocurrido en las elecciones anteriores cuando el afamado turista Antonini Wilson trasladó jugosos petrodólares prolijamente acomodados en su valijita viajera). Eso sí, los únicos fondos públicos que no utiliza el kirchnerismo en campaña son los de Santa Cruz, que siguen sin darse a conocer.
El derrumbe del poder del régimen es tal, que ya no puede siquiera ordenarles a sus ex mucamos Rafael Bielsa o Daniel Filmus que obren de candidatos porteños.
Desobediencia impensable un año atrás. Ante la diáspora, las negativas y el estado vegetativo en el que se hallaba el oficialismo en la Capital Federal, al desabrochado patagón no le quedó más remedio que aceptar los solícitos servicios del banquero comunista Carlos Heller (quien no tiene empacho en hacer campaña utilizando el nada marxista web site www.facebook.com), hoy respaldado no por el proletariado triunfante sino por la pensadora hegeliana Andrea del Boca, conocida por su papel en “Estrellita Mía” y “Papá Corazón”, entre otros fabulosos eventos del arte contemporáneo.
Estos y no otros son los “cuadros políticos” del kirchnerismo en el segundo distrito electoral más importante del país, lo que demuestra el desastroso estado de Néstor y Señora en tierras capitalinas, donde no pudieron siquiera sumar a Aníbal Ibarra, dirigente que si bien quedó algo quemado tras el incendio de la boite Cromagnon, se sigue dando el gusto de caminar por los barrios porteños y cosechar “espontáneas” muestras de afecto y alegría por parte de un tropel de papanatas que lo vivan con ensayados piropos en bochornoso espectáculo filmado y desenmascarado.
Toda la esperanza del kirchnerismo se reduce entonces a obtener una derrota “digna” y para tal fin, la artillería prebendaria está dirigida a repartir dádivas y bolsas de comida en el segundo y tercer cordón del conurbano bonaerense, zonas mayormente embrutecidas y empobrecidas por el peronismo que ya lleva 22 años ininterrumpidos “gestionando” la Provincia.
Ante un escenario en exceso pesimista para los planes matrimoniales, la camarilla gobernante intenta día a día retrucar la imagen de soledad no perdiendo ocasión de parodiar convocatoria alquilando menesterosos en actos políticos de artificios, en donde Néstor y su corte de alcahuetes inmediatos reciben los aplausos reglamentarios de la multitud rentada, cuyas ovaciones son convenientemente filmadas por las cámara de ATC, siempre prestas a montar la imagen del estrábico caudillo apabullado por “el calor popular”.
El clan de filósofos más cercanos al oficialismo (Edgardo De Petri, Emilio Pérsico, el terrateniente Hugo Moyano y el líder racista Luis D´elía) ya se encargaron de predicar el pánico arguyendo que si no se vota por la murga vigente “volvemos a los años 90`”.
Demonizada década de la que Kirchner y familia participó y disfrutó en calidad de privatizador petrolero y gobernador predilecto del entonces Ministro de Economía Domingo Cavallo, a cuyo partido perteneció el ex Jefe de Gabinete kirchnerista Alberto Fernández (hoy tibiamente enrolado en la “oposición”) y cuyo cargo vacante fuera ocupado por el simpático Ucedeísta Sergio Massa, quien actualmente comparte la lista bonaerense en calidad de candidato trucho junto al domesticado menemista Daniel Scioli y la reacondicionada longeva devenida en teenager Nacha Guevara (a) Clotilde Acosta, (cuyo apellido artístico fuera puesto en indecoroso homenaje al asesino serial Ernesto Guevara de la Serna).
Detrás de la fachada testimonial bonaerense (encabezada por Néstor y los sujetos antedichos), prosigue en lista de espera una curiosa recua marxista, entre ellos Diana Conti, Carlos Kunkel (ex miembro de la banda homicida Montoneros que oportunamente asesinara al padre de Claudia Rucci –hoy candidata a Diputada en la lista encabezada por de Narváez-) y un tal Carlotto, que suponemos hijo de Estela.
Estos y otros elementos se presentan gustosos a dar batalla electoral a efectos de proseguir defendiendo no la plusvalía y el materialismo dialéctico sino los intereses monetarios del matrimonio presidencial y sus respectivos hoteles “nacional-populares” en el Calafate.
La desesperación del régimen ante la derrota segura es tal, que la bipolaridad reinante se muestra sin ambages en el seno de la familia real: mientras que para Néstor las elecciones son presentadas bajo la consigna “yo o el caos”, para la bachiller Cristina las mismas son apenas “un escollo” (tal su pública confesión) sin mayores trascendencias.
Pero la trascendencia no es menor, prueba de ello es el elevado nivel de crispación y desconcierto que ostenta el Presidente Néstor, quien ejerce el poder real en las sombras mientras que la parodia ejecutiva se halla en cabeza de su esposa, pero esta última no es mucho más que una versión maquillada de Isabelita pretendidamente ilustrada, aunque más vistosa que aquella tanto sea por su fastuoso vestuario como por sus parches faciales rellenados con un látex que no logra simular un deterioro gestual, producto del comprensible estrés que implica saberse un títere mal maniobrado pasando a la historia como una chirusita puesta a dedo por el galán con el que oportunamente eligió contraer nupcias.
El kirchnerismo fue un proyecto político basado no en ideas sino en la acumulación de plata utilizada para edificar un poder ejercido a brazo de hierro disciplinando y/o extorsionando dirigentes, punteros, periodistas y funcionarios, en tanto se entretenía a la sociedad con una mejora de la calidad de vida como producto del azarosamente favorable contexto internacional nacido a partir del año 2002.
Al cambiar esa coyuntura y por ende erosionarse la billetera oficial, sólo quedó del oficialismo lo que hay, que además es mucho menos de lo que habrá después de la derrota del 28 de junio.
Atrás quedaron los gloriosos tiempos de la soja rentable, del alegre dispendio, de la hegemonía política, del Congreso obediente, de la mansedumbre social, del disciplinamiento ideológico y de las encuestas amables.
Argentina tuvo la posibilidad histórica de golpear las puertas al primer mundo tras un quinquenio de bonanza y coyuntura internacional favorable en términos nunca vistos, y el kirchnerismo rifó esa posibilidad descuartizando las instituciones, coartando libertades individuales, violentando preceptos constitucionales, destrozando a las FF.AA., humillando a propios y ajenos, saqueando la propiedad de sectores productivos y dilapidando la bonanza en compromisos demagógicos y clientelismo desembozado.
Más allá de que la sociedad argentina incurra en el insistente error de castigar con el voto a los rufianes siempre a destiempo y con lucidez tardía, lo cierto es que hoy el kirchnerismo es tal como lo dice el tango: “la vergüenza de haber sido y el dolor del ya no ser”.
(*) Periodista, escritor, abogado. Próximo libro del autor “El Canalla”, disponible en todas las librerías a partir del 15 de junio. www.nicolas-marquez.com.ar
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