¿REVISIONISMO HISTÓRICO? NO… REVOLUCIÓN ANTICRISTIANA.
Buenos Aires, Día de todos los Santos de 2008
¿REVISIONISMO HISTÓRICO? NO… REVOLUCIÓN ANTICRISTIANA.
Los argentinos padecemos la falta de una historia auténtica. Tenemos tantas versiones históricas como corrientes de pensamiento político existen. Y una de ellas, la liberal, que fue la que se impuso en las luchas internas de nuestro país, es la que quedó como historia oficial. Es decir, se dio aquello de que “la historia la escriben los que ganan”. Pero, también ocurre lo que la conocida canción expresa a continuación: “si la historia la escriben los que ganan, quiere decir que hay otra historia”. Y esto es lo que da fundamento a lo que se entiende por “revisionismo histórico”.
Hasta no hace muchos años, existía un concepto casi generalizado para definir lo que se entendía por revisionismo histórico. A grandes rasgos, los que adscribían al mismo rechazaban la versión de la historia oficial que presentaba al Brigadier General D. Juan Manuel de Rosas como el peor y más sanguinario de los tiranos y, por el contrario, hacía una apología del pensamiento liberal consolidado después de Caseros en 1852.
Revisionismo ideologizado de la mentira y el odio
Los tiempos modernos, caracterizados por la confusión… confusión en las ideas, confusión en las palabras, confusión en los términos, confusión en los significados… en fin, confusión y más confusión, han llevado a que hoy también haya tomado cierto auge lo que se quiere imponer como “revisionismo de izquierda”. El mismo tiene la particularidad de relativizar todos los hechos y acontecimientos sembrando la duda permanente que, lógicamente, desemboca en una revisión total de la historia, principalmente sobre aquellos aspectos que hacen a nuestras raíces e identidad nacional. Y así muchos compatriotas que no tienen una sólida formación, caen en el error de aceptar estas posturas ideológicas y terminan sin saber dónde están parados.
Tal y como se deduce de lo expresado, a esta confusión no se llega de casualidad pues siempre hay alguien detrás encargado de confundir. Y en esta materia, como ya lo he señalado en la mayoría de mis escritos, existe una revolución mundial anticristiana que busca subvertir todo aquello que, hasta no hace mucho, era un orden perfectamente establecido, para luego reemplazarlo por otro afín a su ideología. En el caso particular de nuestro país, ese proceso revolucionario ha tenido dos fases perfectamente diferenciadas: la primera de ellas, la de la subversión armada, montonera y erpiana; que buscó los objetivos mediante la violencia y el terrorismo, la segunda la revolución gramsciana, cultural, desarrollada a partir de los gobiernos democráticos de 1983 a la fecha. Nótese que no hago distingos de gobiernos de izquierda ni de derecha como podría ser entre Alfonsín y Menem porque todos fueron contestes en profundizar el proceso revolucionario cultural anticristiano que hoy impera en nuestro país.
Una historia sin Dios y sin Patria
Pero está claro que no todos tuvieron el mismo grado de responsabilidad, y hay que destacar que la actual pareja presidencial, en esta materia, ha tenido un protagonismo preponderante. En efecto, a ellos les tocó conducir la fase de consolidación de ese proceso. Y para ello se han propuesto inventar una nueva historia en la Argentina. Una historia en la que no hay lugar para Dios, ni para las instituciones fundacionales de la Patria, una historia con nuevos próceres y falsas ideologías, es decir una historia adulterada que nada tiene que ver con los valores tradicionales argentinos. Y a eso, engañosamente, le llaman “revisionismo histórico”.
Para concretarlo, este gobierno tiene entre sus empleados y asesores culturales, personas que se dedican a revisar capítulo por capítulo de los libros de nuestra historia y reemplazar la versión original por una nueva afín con la ideología de izquierda que profesa. Así ya hemos visto como nuestra población fue confundida con el tema de la “leyenda negra” que busca inculcarle al pueblo que los españoles no vinieron a América a Evangelizar y colonizar sino a violar y saquear. Ocurre lo mismo con la “campaña del desierto” y el indigenismo, en el cual los indios eran todos unos santos y los soldados unos ladrones, asesinos y usurpadores de sus tierras. Es este mismo criterio que hoy también se emplea cuando felonamente se juzga como genocidas a los militares que combatieron a la subversión apátrida marxista, o cuando se busca reemplazar a San Martín y Belgrano como héroes máximos de la Argentinidad, por el “che” Guevara.
¿Y la revolución Francesa de 1789?
Todo este juego dialéctico que como ya dije no es casual, pareciera no tener fin, pero ocurre que, como toda mentira, toda falacia, más tarde o más temprano cae por el propio peso de sus errores. Y es muy bueno y oportuno recordar que los Argentinos no somos los únicos quiénes sufrimos estos procesos, si no miremos lo que sucede en España con la pretendida posición del Juez Baltasar Garzón para revisar la Guerra Civil Española… Cualquiera, hace unos años, hubiese pensado que tal posición resultaba desopilante… un disparate, pero hoy no. Y esto es así porque el proceso revolucionario es eso, un proceso, y como tal se va desarrollando sin prisa y sin pausa, día tras día, paso a paso y así, sin que la población se de cuenta, en un determinado momento, acepta como su pensamiento aquello que no hacía mucho rechazaba. El ejemplo de lo que ocurre en España es el mejor fundamento de que esta revolución es mundial y anticristiana. ¿O es que acaso se va a revisar lo ocurrido en la revolución Francesa de 1789 o la Revolución Rusa de 1917?...
El nuevo y pretendido “revisionismo” ateo marxista, que no se cansa de pregonar que lo que busca es la verdad, no es más que una estrategia revolucionaria para destruir las bases de la sociedad tradicional cristiana, consolidarse en el poder e imponer el proyecto materialista y ateo que es el marxismo y que en las sociedades modernas suele presentarse de diferentes formas, ya sea como socialdemocracia, progresismo, socialismo moderado, chavismo bolivariano, etc.
La lucha es religiosa
No hay que dudarlo, la lucha en el mundo moderno no es ni económica ni siquiera política, la lucha está dada en el plano Religioso, es la lucha por vivir como Dios manda, o sin Dios, todo lo demás es accesorio. Por ahora, pareciera que los que estamos enrolados en intentar vivir como Dios manda vamos perdiendo “por goleada”, pues el mundo moderno está cada vez más descristianizado, más alejado de Dios y el hombre más ensoberbecido. Sin embargo, y a pesar de las derrotas transitorias que sufrimos quienes estamos ocupando las trincheras de la Fe en esta guerra tan desigual, hoy más que nunca, no debemos olvidar aquello que tantas veces hemos oído pero que aún no hemos logrado internalizar: “Y yo te digo que tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. (Mateo 16,13-19; Lucas 9,18-21; Marcos 8,27-30).
¡Por Dios y por la Patria!
Hugo Reinaldo Abete
Ex mayor E.A.