Carta para Cristina Kirchner
8 Abril 2008
Carta para Cristina Kirchner
Había escrito un resumen sobre el problema del campo en Argentina. Antes de poner punto y final me llegó, vía e-mail, esta carta fechada el viernes. Después de su lectura creo que no hacen falta más palabras.
Sra. Cristina Fernández de Kirchner:
Tengo 22 años y no represento a ningún grupo político ni defiendo a los gobiernos militares. Pero el martes pasado estuve en la Plaza de Mayo. Hace días que la sangre me hierve y las ideas se me atragantan, hace semanas que la bronca se me mezcla con el llanto y me voy quedando sin recursos para lidiar con el sentimiento de impotencia que esta situación me ha generado. Discúlpeme entonces, señora, pero es a usted a quien quisiera dirigirme.
Verá, señora Presidenta, soy hija de un productor agropecuario que toda su vida se deslomó en el campo. Soy hija de un padre que hasta el día de hoy se levanta todas las mañanas a las 6 para ser el primero en recorrer los potreros y hablar con los peones. Soy hija de un padre que debió irse a vivir a Azul para poder darnos a mis hermanos y a mí la vida que quería. Soy hija de un productor al que los temporales del año pasado le quitaron el 75% de la cosecha. Soy hija de un productor que con el 25% restante debió darle la mitad a las arcas de su gobierno en pos de las retenciones, y con la otra mitad ocuparse de pagar los demás impuestos exigidos, amén de arreglárselas para vivir dignamente. Y a pesar de todo esto, soy tan hija del campo como cualquier argentino.
Yo no viví los gobiernos militares que enfermaron a nuestro país hacia la década del '70. No tengo familiares desaparecidos ni cuento con historia militar en mi ascendencia. Pero entiendo que ayer, en lugar de continuar perpetuando la lucha en la que nuestro país está sumido hace más de 30 años, hubiera convenido separar los tantos y apaciguar los ánimos. En algún libro de historia leí alguna vez que 'si no hay equilibrio respecto de todas las partes que intervinieron en un determinado capítulo del pasado histórico, la justicia será leída siempre como venganza'. ¿No le parece, señora Presidenta, que sería hora de que le hiciera honor a su latiguillo de que usted gobierna en nombre de los intereses de todos y se dejara de dividir al país en la lastimosa dicotomía de la oligarquía y el pueblo?
Ayer usted habló de libertades, señora, y yo no puedo evitar preguntarme entonces dónde encontraremos la libertad de manifestarnos donde lo deseemos sin que su bienamado D'Elía y sus compañeros nos agredan a diestra y siniestra. Si vamos a hablar de extorsión, le sugeriría que mirara por sobre su hombro, donde justito a su derecha estaban ubicados ayer en el palco los principales extorsionadores de este país. Si me permite sincerarme, señora Presidenta, le diré que yo no estoy de acuerdo con seguir pagando impuestos que sólo sirven para subsidiar el pancho y la coca de la patota de turno.
Podría enumerarle uno a uno los preceptos de su discurso y dedicarme a rebartírselos en orden. Pero no creo que haga falta. Me limito a recordarle que lo que se está exigiendo en este caso es la anulación de la suba de las retenciones, y no la eliminación total de éstas. La gente del campo no requiere una lección de economía, señora Presidenta, la gente del campo convive con números y porcentajes los 365 días del año.
Finalmente, y cómo última acotación, me permito realizarle un pedido. Si fuera usted tan amable de dejar de lado aquél discurso de lo ardua que convierte su tarea el hecho de ser mujer, se lo agradecería mucho. No sólo es un argumento que se está tornando rancio, sino que asimismo la considero una acotación poco feliz que no hace más que dejarnos mal paradas a todas sus compañeras de género.
Le saluda a usted muy atentamente,
Victoria Guazzone di Passalacqua
D.N.I. 32.729.533