ANA CATALINA EMMERICH - 3ra.parte.
ANA CATALINA EMMERICH.
Crónicas de una mística.
Edit. “ Poco y Bueno “.
Serie Devociones.3ra.parte.
INVESTIGADA .
Fue a partir del año 1813 que quedó ya definitivamente postrada en la cama. Al poco tiempo, comenzaron sus estigmas a manifestarse externamente, incluso como las marcas de las espinas. Ella intentaba infructuosamente ocultar su situación, talo como disimuló las cruces impresas que habían aparecido milagrosamente en su pecho.
Como consecuencia, llegó lo que tanto temía : una comisión episcopal para investigar su vida y la realidad de esos signos maravillosos. Los exámenes fueron sumamente estrictos, pues se requería el mayor cuidado para no dar pretextos para el ridículo y el insulto por parte de los enemigos de la Iglesia .El vicario general, monseñor Overberg, y los tres médicos condujeron la investigación con cuidado escrupuloso y terminaron convencidos de la santidad de la “ piadosa Beguina”( como se la conocía ) y de la veracidad de los estigmas.
A fines de 1818, Dios el concedió su más ferviente oración y la alivió de los estigmas, y las heridas de las manos y pies se curaron los demás padecimientos, y en Viernes Santos todas se reabrieron. El asunto de lo que ocurría en torno de Ana Catalina tomó dimensiones públicas, al punto que en 1819, el gobierno envió un comité de investigación que ejerció su investigación de manera brutal. Enferma de muerte como se encontraba, fue trasladada por la fuerza de una habitación a otra y se la mantuvo en estricta vigilancia día y noche durante tres semanas, alejada de todos sus amigos a excepción de su confesor. Se le insultó y amenazó, pero todo fue en vano. Finalmente, la comisión partió sin descubrir nada sospechoso.
BRETANO, EL CRONISTA DE SOR ANA CATALINA.
Una dama de la nobleza alemana relataba en una de sus tertulias en Berlín, a la que asistían poetas, escritores y artistas, que en uno de sus viajes de verano, había visitado en Dulmen , a la estigmatizada Sor Ana Catalina. Dijo que la vidente poseía el don de la bilocación, y que cuando le presentaban alguna reliquia, al instante reconocía si era auténtica o no, y en tal caso contaba la vida del santo que pertenecía.
Clemente Bretano, joven poeta romántico, nacido en Francfort en 1778, que se hallaba presente,, quedó impresionado por este relato, y se propuso visitar la estigmatizada.
Llegó a Dulmen, y cuando apareció en el umbral de la puerta, le dijo Ana Catalina desde su lecho :
-“ Hace años que lo espero “.
Indescriptible fue la turbación del poeta al oír estas palabras de labios de una mujer que jamás había visto. Catalina le agregó que el había sido señalado como el hombre capaz de ayudarla a que se cumpliera el mandato de Dios, concretamente, que escribiera por el bien de innumerables almas, la revelación que el Señor mismo le había dicho.
Su sorpresa creció cuando la enferma le transmitió, íntegramente su propia vida ; y comprendió que se hallaba en presencia de una mujer inspirada por el Cielo.
Y Sor Ana Catalina comenzó a dictarle sus visiones; pues a causa de hallarse postrada e imposibilitada por indecibles padecimientos, no estaba en condiciones de escribirlas.
Clemente Bretano, permaneció mucho tiempo observando los éxtasis de la vidente, escuchándola, escribiendo y ratificando sus dichos. En sus estados extáticos, la estigmatizada veía con nitidez los cuadros, las figuras y los gestos que describía, y sentía en su ser los padecimientos físicos y espirituales de Jesús.
“ Sor Ana Catalina- dice Bretano- viendo día por día esta serie de pinturas, sufrió dolores indecibles de cuerpo y alma; su cara parecía la de una moribunda ; padecía un sed tan grande que regularmente por la mañana su lengua estaba retirada y contraída, de suerte que a veces no podía articular una palabra para pedir alivio. Así cuando tuvo la visión de la coronación de espinas, se halló tan enferma y abatida que no podía referir sino las pocas palabras que se hallan en el texto “.
Bretano tomó breves notas sobre los principales puntos y, en vista de que ella hablaba el dialecto de Westfalia, procedió a traducirlos inmediatamente al alemán. Conforme iba escribiendo, lo leía y cambiaba y borraba hasta que ella lo aprobara en su totalidad .Como tantos otros, se vio conquistado por su evidente pureza y su excesiva humildad y paciencia ante tan indescriptible sufrimiento.
Clemente Bretano fue, pues, quien copió las revelaciones de la pasión y muerte del Redentor. También copió la hermosísima vida de María Santísima. Asimismo, es el autor de la biografía de Sor Ana Catalina de la cual hemos extraído los datos que se publican en estas páginas
ENTREGA A LA CARIDAD
Hemos dado a grandes rasgos nada más que una idea de la eminente virtud de Ana Catalina, resta ahora, para completar este pequeño cuadro, decir una palabra sobre la caridad ardiente que consumía la existencia de la venerable religiosa.
En la escuela de la sagrada pasión de Nuestro Señor, fue sin duda donde aprendió a amar tanto los padecimientos, que no bastándoles los malos con los que Dios la afligía, pedía frecuentemente el alivio del prójimo, ofreciéndose a cargar ella con los males de los otros .Sólo apuntaremos aquí dos rasgos sublimes de los muchos que podrían citarse, para que por ellos se entienda la admirable caridad que usaba Catalina, los síntomas de una aguda tisis en su último grado : irritación extrema del pulmón, sudores que calaban la cama, tos arraigada, expectoración continua y fiebre violenta sin interrupción. “ Esperábamos cada día su muerte –dice. Pues tan horribles padecimientos sufría. Aumentó la enfermedad y por fin creímos que morirías; más en el mismo momento se levantó pronto y dijo : “ Rezad conmigo las oraciones de los agonizantes “. Hicimos lo que indicaba, respondiendo ella misma a las Letanías con voz clara y acentuada.
A poco rato llamaron a la puerta y se presentó una persona a pedirle orase por su hermana que acababa de morir.
Interrogada sobre la enfermedad de su hermana, hizo la descripción exacta de la tisis que había tenido Ana Catalina. Dijo que la difunta había estado primeramente tan inquieta y atormentada, que parecía no poder prepararse a bien morir; pero que de quince días a esta parte ( desde que Catalina cargó con su enfermedad ) se había mejorado, pudiéndose reconciliarse con Dios y antes con una persona con quien estaba reñida, por fin, que había muerto en paz auxiliada con todos los Sacramentos.
Cesaron pues, con la muerte de la enferma, los dolores de Ana Catalina, sin embargo no duró esta tranquilidad mucho tiempo, toda vez que, según expresión de la misma santa, “ había otras enfermas que la esperaban “. Algunos días después, sintió dolores agudos en todos los miembros, manifestándose los síntomas característicos de una hidropesía de pecho.
“ Descubrimos que la enferma por quien sufría- expone Bretano- y observamos que sus padecimientos aumentaban o disminuían .considerablemente según que los de Ana Catalina crecían o cesaban.”
No es menos notable el hecho que vamos a relatar.
A fines de 1823 tuvo una visión relativa a la gracia que el Señor había concedido ese año y a los castigos que se descargarían sobre los que la habían despreciado. Vio también como las gracias mencionadas eran despreciadas, disipadas o perdidas, por lo cual la Iglesia militante era castigada con calamidades y humillaciones temporales.
A vista de todo esto, pasaba Ana Catalina días y noches orando por su madre en la Iglesia, ofreciendo a Dios los méritos de Jesucristo y pidiendo misericordia. Al fin llevada por la caridad que la abrazaba, se ofreció a tomar sobre sí el pecado y el castigo, pidiendo a su divino Esposo descargase sobre ella aquella tormenta de males que amenazaban a muchos miembros de la comunidad cristiana. Entonces le fue dicho : “ Ve cómo estas llenas de miserias tú, que deseas satisfacer por los otros “; y Ana se vio con terror convertida en una triste imagen llena de imperfecciones infinitas.
Más la vehemencia de la caridad la hizo contestar estas palabras : “ Sí , estoy llena de miserias y de pecados, pero soy vuestra esposa, oh , mi Señor y mi Salvador. Mi fe en Vos y en la redención que viene de Vos, cubre todos mis pecados con vuestro manto real .No os dejaré hasta que aceptéis mi sacrificio porque el tesoro abundante de vuestros méritos no está cerrado para ninguno de los fieles “. Al fin salió triunfante de esta especie de lucha mantenida con Dios, y su sacrificio fue aceptado, suspendiendo el Señor el castigo que tenía aparejado contra los pecadores, para descargarlo contra su sierva .Pasaba ésta días enteros sin conocimiento por la intensidad de los dolores y si le preguntaban cómo se hallaba, abría dulcemente los ojos y decía: “ Estos dolores son tan saludables “.
Una vida de tantos sufrimientos no podía prolongarse más. Llegada la hora que Dios tenía preparada para mostrar su rostro a aquella amada esposa que tanto suspiraba por su presencia, dio algunos sollozos y cediendo la naturaleza a la violencia del amor, expiró plácidamente, el día 9 de febrero de 1824, a los 50 años de edad y 21 de profesión religiosa.
(continuaremos con : “ SIGNOS DE SANTIDAD “. El Director.)