martes, agosto 21, 2007

Novedades en el Juicio al Padre von Wernich - Emotiva y Valiente carta de un Penitenciario

Comunicado de AFyA PPA Nro 18/07
Novedades en el Juicio al Padre von Wernich - Emotiva y Valiente carta de un Penitenciario
¿Juicio? ¿Jueces? ¿Justicia? No seamos hipócritas... llamemos a las cosas por su nombre: Circo - Payasos - Venganza

El día jueves 9 de agosto, a las 18 hs, declaraba contra el Reverendo Padre Christian von Wernich, María de los Milagros MAINER, de unos 40 años de edad, hermana de Pablo y María Magdalena, supuestos "desaparecidos" que estaban alojados, en 1977 en la Brigada de Investigaciones de la Plata trabajando para la Policía.

La declarante María de los Milagros, que en 1977 tenía 9 años, dice que fue a la Brigada a visitar a sus hermanos en compañía de sus padres.

En su testimonio manifiesta que conoció al Padre von Wernich y que solamente recuerda del Padre que era "alto y corpulento". Cabe destacar que el Padre mide 1,82 mts y pesaba en 1977 unos 90 kilos. Ahora pesa 115 kg.

Siguió diciendo María de los Milagros, que como ella no ve TV, ni lee diarios ni revistas, no podría reconocer al Padre si no es por el físico. Recordemos que pasaron 30 años, que ella tenía 9 años... pero aún conservaba en su mente ese físico, no la cara.

¿Que hace el Tribunal? Pues manda a llamar al Padre von Wernich al recinto. Entra como siempre: esposado, chaleco antibala, fuerte custodia, etc y se le pide que se quede de pie junto a su abogado. El presidente del Tribunal Dr. Carlos Rozansky explica para que es llamado y luego le pregunta a María de los Milagros Mainer si "esa era la persona", (por su físico, que había visto UNA sola vez 30 años atrás y cuando ella tenía solo 9 años). ¿Y que contesta ella? Pues contesta: "Si, no me cabe la menor duda, tengo la seguridad que era el al que vi"!!! Si, si, es el!!!

Es decir que medir 1,82 mt y pesar 90 kilos es algo totalmente anormal en argentina. Tan anormal es que a una niña de 9 años, 30 años atrás y hasta hoy que tiene unos 40 años, le sigue impresionando!!! O los argentinos son gigantes o enanos para que "sorprenda" el físico del Padre von Wernich.

Pero el Tribunal también piensa así... y por eso pidió el "reconocimiento" del físico del Padre. Este "reconocimiento", totalmente irregular y antijurídico es otro mas de los que ya nos estamos acostumbrando en el Tribunal. ¿O hay otra intención? ¿Mostrarlo a los medios? ¿Mostrar que hacen lo que quieren de la ley y la justicia?.

¿Que dirán los juristas, jueces y abogados argentinos y mundiales de estas arbitrariedades y payasadas? ¿Que dirá la Iglesia de esta forma de administrar "justicia" contra el Padre von Wernich? ¿Y los medios que ven y viven estas gigantes irregularidades, seguirán callando? ¿Los periodistas allí acreditados, nada tienen que decir y comentar de las aberraciones jurídicas que se viven día a día en el tribunal?

Muchas preguntas, ninguna respuesta hasta ahora. ¿Estamos frente a "un juicio" o estamos en la platea de "un circo" que merece un Martín Fierro de ORO por sus actores? ¿Ud. que está leyendo esto y que pasó en estado judicial, que opina? ¿Lo sabía? Pues ahora está enterado.

María Cecilia Pando
DNI: 18470203

Valiente y emotiva carta de un señor Penitenciario

Visita a los camaradas detenidos en CP1 Ezeiza.12 de agosto de 2007-

Ingresé, traspasando una barrera, a una playa de estacionamiento, donde a la izquierda, era el sector asignado para el personal y a la derecha, el asignado a las visitas. Desde allí pude divisar que al exterior había un puestito de ventas de productos varios que los visitantes pueden comprar de última hora para sus parientes presos, y en el interior, a la derecha de la playa de estacionamiento había otro puesto y con obvia autorización del Penal, otra proveeduría con mejor aspecto y provisión donde los visitantes también pueden comprar productos a un precio muy superior a la media comercial, pero que no encuentra trabas reglamentarias para su ingreso.

El acceso, parecido a un gran centro comercial, tiene un gran salón de recepción e intercepción, a la izquierda, un mostrador con tres agentes y un suboficial superior, no hay carteles como Informes o algo parecido, así que me encontré con una cantidad de gente de ambos sexos y diversas calañas, con bolsos, papelitos en las manos y un murmullo permanente, donde cada tanto una voz altisonante y descomedida, grita ! el que sigue !, moviliza las diferentes filas.
Como ningún agente me atendía, no me quedó mas remedio que guiarme por los consejos de los familiares de los otros presos, quienes me indicaron que debía hacer una cola con mi documento en mano., otros me preguntaban si ya había retirado mi tarjeta de visita y que me cambiara los zapatos por zapatillas y dejara en el auto mi cinturón. Sorpresa que tuve cuando me advirtieron que debía cambiar de pantalones y de saco, pues no podía tener ninguna prenda que fuera de color azul, negro, o gris, tampoco pañuelo de cuello y menos corbata, ni llaves del auto, ni dinero, ni cigarrillos cerrados en mi bolsillo, etc.

Comencé a pensar que me dejarían detenido, pues me sentí preso y desprovisto de todas mis pertenencias. Cuando llegué al final de la cola no pude disimular mi frustración, tenía que abandonar esta cola y volver al mostrador de la izquierda a tramitar mi visita especial por distancia. Una vez en el lugar, el suboficial que me atendió buscó a otro y éste dio las indicaciones pertinentes a una agente femenina, que de manera amable, me dio un papelito y me reenvió a la cola que había abandonado, donde al llegar de nuevo, otra agente, con cara de fastidio, tomó mi papelito, hizo una anotación y me envió a otra ventanilla donde debía cambiar mi documento por un cartoncito que tenía un número. Desde allí, pude observar que un muro bajo separaba al sector donde se requisaban los paquetes. Allí las medialunas, cayeron en manos de una agente, que sin guantes, tomó cada medialuna y la destrozó, al paquete de cigarrillos, lo abrió y lo cortó con una trincheta por debajo, a mi lado, veía como rompían los envases de yerba, azúcar, champúes y leche y todo producto líquido, era trasvasado a otro envase que debía el visitante traer vacío, pues de otra manera era rechazado.

Ya con mi cartoncito, hice la cola para la requisa personal, donde ingresé, a una seña, a un box donde un agente procedió a revisarme superficialmente y de manera amable me dijo que saliera y me sacara las zapatillas, pues serían pasadas por un scanner, así que me paré sobre un trozo de frazada sobre el talco de mil pies anteriores.

Pasé a un pasillo donde dos agentes, que charlaban entre ellos de la última tirada de orejas de un oficial, sacaron un papelito y me entintaron el pulgar derecho y sobre un papelito puse el dedo, así que yo seguía guardando papelitos y cartoncitos, desde allí ingresé a otro recinto que parecía un cuadro en vivo de algún pintor desquiciado, estaban sus paredes, desde el piso al techo, impresas las huellas de miles de personas, que se limpiaban así la tinta de su pulgar, este nuevo lugar tenía música y cámara de vigilancia, con bancos amurados, allí debimos esperar ansiosos, mientras cada tanto, caminaba algún uniformado con un intercomunicador.
Finalmente, se abrió la pesada puerta y apurados por un túnel, accedimos a un transporte colectivo, se llenó y partimos.

A mi costado, dos enormes personajes, hablaban a los gritos sobre la política de las barras de Boca, evidentes visitas de DiZeo, quienes tenían evidente trato preferencial. Atravesamos playones y alambradas en un predio enorme, un voz gritó ! los del sexto ! y se amucharon algunos en la puertas, al rato y en forma decreciente, hasta llegar al módulo uno, donde descendimos, descubrimos que éramos muy pocos, siete tal vez, bajamos y pasamos a un comedor grande donde había muchachos jóvenes sentados con sus familiares, pero seguimos de largo, por un pasillo, como escondidos desembocamos a un nuevo pasillo donde vimos rostros sonrientes con los brazos abiertos y comenzaron las palmadas y los reencuentros.

Entramos a lo que parece ser un gimnasio, miré la hora y eran las 11:15, dos comisarios, un Alcalde Mayor y un Ayudante de Primera, nos recibieron, ellos eran los presos queridos, a quienes finalmente veíamos. Pintó el mate y sobre la mesa los trozos de medialunas, mi compañero de camada preparó un chocolate para sus hijos,(era el día del niño).

No pudimos establecer turnos para hablar todo y de todo, sabiendo que el tiempo apremiaba, hacía un frío terrible, y el lugar no tenía calefacción, tan solo tres mesas y sillas que según supe, costó mucho conseguirlas.

Hablamos de sus causas, de la familias, de las incertidumbres, de las esperanzas del olvido y de la discriminación que estaban sufriendo por el trato especialmente riguroso tan sólo para ellos. Intentamos decir de todo sin perder la alegría, pero la amargura por la indiferencia de los camaradas, salía y se desparramaba en el ambiente.

Yo había llegado al Complejo Penitenciario de Ezeiza a las 09:15, y recién a las 11:15 logré ver a mis camaradas y a las 12:00 en punto, aparecieron dos suboficiales que dijeron que la visita había terminado. La desazón, por el poco tiempo de visita obtenido, fue evidente, no nos compensaron el tiempo perdido por la mora en los controles previos así que tuvimos ! 45 minutos ! de visita, pensar que vine desde Misiones para esta visita.

Nos abrazamos, salimos charlando todos hasta la puerta del gimnasio y los dejamos con emoción y tristeza, con impotencia y bronca. Ascendimos sólo los siete al colectivo, es decir que el resto de los visitantes de presos comunes, siguió en visita, tan sólo a nosotros nos perjudicaron. Llegamos nuevamente al edificio del frente y por un costado, en sendas ventanillas me reintegraron el dinero y los documentos. El viento frío del mediodía, no conseguía enfriar la emoción ni la bronca.

Lo que importa es que los vimos, pero también importa, que vimos claramente que son auténticos presos políticos con un régimen verdaderamente duro, donde pasan frío, no tienen ni agua caliente por días, sus visitas son tratadas con dureza pese a la casi vergüenza que sienten los agentes al dar las órdenes, pero el temor que tienen es enorme. Los Jefes brillan por su ausencia, es tan así que estuve cuatro horas y no vi ni un oficial o jefe, sólo suboficiales y agentes.
Allí me enteré que ningún suboficial detenido recibió vistas de sus camaradas nunca.
Allí escuché a la esposa de un suboficial detenido, sobre la ausencia y las penurias económicas que está sufriendo.

Allí escuché que tienen miedo de quejarse por falta de agua, por falta de calefacción, por horarios de gimnasio al anochecer, sin poder acceder al sol, por ser relegados en las atenciones médicas etc. por temor a que se tomen represalias con sus familias. Allí noté la mirada de suboficiales antiguos que me conocieron en actividad y que bajaban la cabeza al tener que indicarme directivas especiales. Allí noté que nuestros camaradas son tratados como infecto contagiosos, que cualquier gesto amable puede costarle el pase o el puesto a cualquiera.

Que pena me da, llegar a esta altura de nuestras vidas para descubrir la esencia mal oliente del miedo que traspasa el gris uniforme de tantos oficiales y jefes. Escribo estas impresiones para no olvidarme de algún detalle y para que nadie olvide.
Cómo me escribió el Capitán Cavallo, "de aquí se sale y aquí puede llegar cualquiera".
Los tiempos cambiarán, y serán otros los que pisen el duro piso de la cárcel. Hoy nos toca el trago amargo de ver a Jefes y suboficiales padecer la reja por haber cumplido ordenes del Estado.

No están todos los que deben estar, pues yo también cumplí ordenes del Estado y miles como yo, sin embargo éstos chivos expiatorios de la vindicta montonera, no merecen estar un minuto más, si sus iguales y superiores no se presentan orgullosos a ponerle el pecho a lo hecho.
Indigna aún mas, que no solo se esconden, sino que no los visiten y eviten desesperadamente todo contacto con nuestros muchachos. A esos, la lástima. A los otros, a los que son de fierro, no aflojen, por más fuerte que sea la tormenta, sé lo que se siente, se siente el sabor del deber cumplido y la mirada de nuestros muchachos y sus familias. "No son muchos los que vienen ahora a nuestra casa" me dijo una de las esposas. !Que lo parió!

Otros, fueron pingazos, nos ayudaron a viajar por Bs As, nos abrieron su casa. Compartieron la mesa y unos vinos de por medio trajeron anécdotas y charla, que casi fue como si los ausentes estuvieran con nosotros.
! Dios guarde a nuestros Oficiales y Suboficiales presos en esta hora en que la Patria los tiene olvidados!
Alcalde (R) Nelson David Cremades

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