Del Ejército sanmartiniano a "milicias bolivarianas"
Por Carlos Manuel Acuña
Durante décadas el intercambio académico entre los ejércitos sudamericanos, de EEUU y algunos europeos como así también asiáticos, constituyó una actividad normal de carácter institucional tendiente a fortalecer lazos de amistad entre países, establecer medidas de confianza mutua y extraer experiencias profesionales a partir de las particularidades propias de cada institución armada representada por oficiales extranjeros que cursaban estudios en nuestros institutos de formación y perfeccionamiento militar.
Es así que por las aulas de la Escuela Superior de Guerra ”Tte Gral Luis María Campos” del Ejército Argentino pasaron oficiales de todos los país sudamericanos, algunos centroamericanos, de EEUU, Francia, España, Italia, e incluso de Corea del Sur. Normalmente uno o dos por nación, y excepcionalmente tres, cursaban los tres años del instituto superior referido, graduándose finalmente con el resto de los militares argentinos, como oficiales de estado mayor.
Desde la administración Kirchner – Bendini ha disminuido la cantidad de oficiales extranjeros en general, pero aumentado sensiblemente el número de militares venezolanos. Es así que, actualmente cursan estudios en la Escuela de Guerra siete oficiales que fueron impuestos por orden directa de la Ministra Garré y transmitida por el Brigadier Chevalier ante el reclamo del Agregado Militar de la República Bolivariana de Venezuela. De la misma forma la Ministra ordenó la incorporación de varios oficiales venezolanos a la Escuela de Defensa Nacional que habían sido rechazados por presentarse fuera de término y no reunir los méritos académicos suficientes para cursar el post-grado en dicho Instituto.
Algunos de estos oficiales cursantes en la Escuela Superior de Guerra del Ejército, como el Capitán Harry Morales, hacen gala frente a sus compañeros argentinos y de otros países, de su marxismo practicante, sin ahorrar elogios sobre el Comandante Chávez y su revolución bolivariana. Perplejos los capitanes argentinos escuchan por boca de estos oficiales chavistas “los relevamientos sociales” que realizan los sábados y domingos en los asentamientos de La Matanza y Lomas de Zamora. ¿Tendrá algo que ver con estos ”ejercicios militares combinados” nuestro piquetero D´elia y otros?
Otros ocho oficiales navales cursan estudios en instituciones de nuestra Armada.
En Bolivia se encuentran mil oficiales de Venezuela: ¿llegaremos nosotros a tener esa cantidad de invitados en los próximos meses?.
Vale destacar que además de las cifras mencionadas, se encuentra en nuestro país un contingente de setenta y cinco oficiales más del Ejército venezolano, la mayoría de los cuales cursan carreras en distintas universidades argentinas. ¡¡ Raro intercambio profesional militar !!.
Con la intención de propagar (léase adoctrinar) acerca del “ideario chavista” los oficiales venezolanos suelen obsequiar a sus compañeros argentinos y profesores un libro. Se trata de “El Código Chávez” escrito por una periodista venezolana-estadounidense, Eva Golinger. Básicamente es una apología del Pte Hugo Chávez y se basa en una fuerte crítica a los EEUU como promotores del golpe de abril del 2002 en Venezuela. Lo curioso es que la primera edición se realizó en Caracas en marzo de 2005, pero la segunda en agosto del mismo año se hizo en Buenos Aires. Se imprimió en los talleres gráficos de “La Verdad S.R.L.”, Posadas, Misiones. De edición “gratuita” la obra fue financiada por PDVESA Argentina S.A.
En otro orden de cosas, es sumamente llamativo que en los primeros seis meses del corriente año, aproximadamente ochenta oficiales subalternos argentinos pidieron la baja o retiro del Ejército por ver frustradas sus legítimas aspiraciones vocacionales y profesionales. Muchos de ellos con sobresalientes legajos. El año pasado la cifra alcanzó el promedio de una promoción normal del Colegio Militar, es decir, aproximadamente cien. Pilotos militares prefieren los sueldos otorgados por las aerolíneas comerciales que lo que reciben estando en actividad, además del exiguo entrenamiento y los riesgos fatales que tal actividad implica por falta de mantenimiento. Todo como consecuencia de la Política de Indefensión llevada a cabo por la Ministra Garré.
Es curioso observar también que varios capitanes que ingresan a la Escuela Superior de Guerra prefieran el título de Licenciado en Logística o en Recursos Humanos en vez del de Oficial de Estado Mayor, título siempre codiciado por todo militar. Es que la otra licenciatura ofrece un currículum o antecedentes más apropiados para la vida civil, y los jóvenes oficiales, como buenos militares previsores, prácticos y realistas optan por ella ante la necesidad de abandonar las filas de la Institución que los formó.
Desnaturalización de la formación militar
Otro tema preocupante es la decisión que se adoptaría de no mandar más a los liceos militares oficiales egresados del Colegio Militar de la Nación. Los instructores serían ex liceístas (subtenientes de reserva enganchados en el Ejército en otro escalafón), oficiales estos que no reúnen los requisitos básicos para la formación de cadetes. Ya que no pudieron cerrar los liceos, los desnaturalizan.
En otro orden de cosas, la Garré ha intervenido personalmente para que sea reincorporado un cadete que había sido dada de baja por acumular días de arresto. A todo esto el joven aspirante a oficial había acudido a la justicia civil para revertir su situación, lo que generó un escándalo a puerta cerrada. Los oficiales que evaluaron la situación por la cual fue expulsado y luego reincorporado, fueron sancionados severamente. Este particular procedimiento (Doctrina Garré) vulnera las más elementales normas de la disciplina militar en general y del Instituto en particular.
Asimismo, como una forma de romper con la tradición de la Fuerza, aquellos oficiales que son hijos de militares tampoco podrán prestar servicios en el Colegio Militar como instructores, siendo esto una muestra clara de discriminación. Además, no será más el Ejército quien designe oficiales para este Instituto de Formación, sino lo hará directamente el Ministerio de Defensa, manejando así la política de personal del Ejército. ¿Tendremos acaso como instructores de cadetes a militares “chapistas - garristas”? Por la misma causa (portación de apellido) el año pasado no pudieron ascender al grado de oficial superior hijos de militares retirados que tuvieron que ver con la guerra contra la subversión.o no
El activismo político-social de los militares venezolanos en lugares específicos del cono urbano bonaerense, el proselitismo chavista abierto y la cantidad de oficiales en tareas de relevamiento no estarían lejos de asimilarse a los típicos procedimientos utilizados en Venezuela para la formación de milicias populares, cuyo posible accionar futuro se vería facilitado ante la ausencia de un Ejército en aptitud real de cumplir con su mandato constitucional, al encontrarse virtualmente desmembrado espiritual y materialmente.
La permanencia en el cargo de la actual Ministra Garré a pesar de su mal desempeño (casos radares y contrabando de armas, entre otros), obedecería a que la funcionaria, ex embajadora en Venezuela, reúne las condiciones necesarias, a partir de las medidas tomadas, para ser funcional a la maniobra hegemónica regional de Chávez, constituyéndose (consciente o no) en un agente al servicio del mandatario venezolano. Asimismo, tal permanencia podría obedecer a una imposición de éste (dada la fluida amistad cultivada como diplomática con el “Comandante”) a cambio de millonarios créditos mediante compra de bonos a un interés del 11% (altísimo) otorgados a nuestro país.
Todo parecería indicar que la política de defensa estaría orientada a crear o convertir a las actuales FFAA (o lo que quede de ellas) y eventuales milicias populares revolucionarias (caso Bolivia y los paramilitares indigenistas) en el soporte militar necesario para garantizar o asegurar el desarrollo de proyectos totalitarios y hegemónicos propios del actual gobierno y su continuidad con el “cambio” anunciado.
Sólo falta que nos obliguen a dejar de homenajear a nuestro Libertador General San Martín como tal, y adoptemos a Simón Bolívar como nuevo Padre de la Patria. Chávez, con la billetera en la mano, muy agradecido.
Finalmente el Gral. Ricardo Brinzoni tenía razón, cuando en su despedida como Jefe del Ejército sostuvo “la política no debe entrar en la Fuerza”. Espero que los verdaderos oficiales sanmartinianos no la abandonen.