El Inberbe va por Perón - De Jorge Asís (Vale la Pena)
El imberbe va por Perón
Publicado el viernes 29 de diciembre de 2006 a las 14:44
Jorge Asís.- Los convoqué, amigos, para homenajearlos. En un final de año explicablemente enrarecido. A la falta extraña de López, se le agrega la desaparición de Gerez. Al margen de la condena explícita, y de la conmoción o el repudio, a nosotros se nos debe exigir algo más que desconcierto. O que participar de emotivas movilizaciones de protesta. Por lo menos el desafío de entender, más allá del dramatismo de la anécdota.
Por otra parte, Kirchner se autocalifica, ante su Mamá Hebe, y con acierto, como un "Loquito".
Recibe, el Loquito, la simbología del tío Cámpora. Y de pronto parece sentirse invadido por el imberbe que lleva adentro. Hasta calzarse el ropaje del sector radicalizado de la generación que se atrevió a darle la espalda al General Perón. El Líder que los trataba de imberbes. Y de infiltrados, a los que Perón podía recomendarles la incorporación al Partido Comunista. Como les dijo a aquellos diputados que fueron con reproches y los recibió con la televisión.
Perón, por supuesto, había lícitamente utilizado a los imberbes. Para su estrategia de regreso triunfal, y en condiciones de entregarse hacia una grandeza frustrada. Pero porque se quedaba corto. Por falta de tiempo.
30 años después, en la Argentina circular, se asiste al regreso de los imberbes. Legitimados de sopetón, por el error, irreparablemente selectivo, de Duhalde. Vuelven los imberbes con el propósito alucinado de reinstalar la ceremonia del retroceso. E imponer la Imberbocracia. El gobierno de los Imberbes. Por lo tanto dista de ser casual la exacerbación de la contraofensiva triunfante. Desde el manejo de los resortes exclusivos del Estado. Con un sentido patológico de la venganza. Contra aquellos asesinos avejentados, los que reaccionaron violentamente ante las antiquísimas provocaciones políticas. Las que hoy reiteran. En versión berreta.
Se me puede permitir entonces otra provocación. Al menos para incentivar la lucidez del debate. Intuyo que el Loquito, el imberbe cincuentón, ahora avanza contra Perón. Va por Perón.Cuesta entender el fogoneo racional de las causas añejas de las Tres A.
La espectacularidad estremecedora que implica, por ejemplo, la probable citación de la señora Isabel Perón. La mujer del General, que justamente se encontraba presa de los militares mientras el Loquito se enriquecía con las reglas de otra circular.
Un avance que se incorpora al descrédito estimulado hacia los firmantes del decreto de aniquilación de los subversivos. Salvo que piensen que, en aquel momento, a los guerrilleros que atacaban cuarteles en democracia debían condecorarlos, desde el gobierno, con una medalla.De prosperar las tendencias hacia la indagatoria libre, del juez de vanguardia Oyarbide, se asistirá pronto a la degradación de la memoria del general Perón. Y ya que estamos en el furor, retardatariamente revisionista, de la historia, vamos hacia una degradación superadora, de la encarada por aquellos Libertadores del 55.
Bastará con evocar aquel célebre comentario que los imberbes atribuyen a Perón. Formulado al gobernador Bidegain. Se refería el comentario a la necesidad de crear, en Argentina, un Somatén.
Aquella antigua organización de elite, el Somatén, destinada a masacrar a los enemigos del estado.
Si van contra Almirón, que es un Pichi, a lo sumo un ejecutor. Y si preparan las baterías justicieras contra Isabel, muy poco tardarán en salpicar al General.
Resulta explicable entonces que el Loquito nunca cite a Perón. Ni lo homenajee. Como si se olvidara que se encuentra sostenido por el peronismo que erróneamente lo catapultó. A ver si se creyó, todavía, el Loquito, que se encuentra en ese sitial gracias al simulacro del Frente para la Victoria.
Al final, admirablemente, los imberbes, que fueron los infiltrados, se las ingeniaron para controlar las cáscaras vacías del peronismo de hoy. Que ni siquiera mantiene la identidad de aquel peronismo al que se pretendían infiltrar. Para usarlo como canal revolucionario y concluir usados. Y expulsados.Con el rito de la espalda que incita a la venganza.
Se infiltraron, los imberbes, con un suceso que admite una transformación. Los infiltrados reales, en el gobierno de los imberbes, hoy son los peronistas.Los desangelados peronistas sin peronismo.
Los asalariados de la política que ni siquiera mantienen suficientes atisbos de arrojo como para atreverse a cuestionar el procedimiento que los lleva, sin escalas, a degradar la magnitud estratégica del viejo líder que ya no los representa. De Perón, hablo. Del General de envergadura infinitamente superior a la de todos estos giles sumados.
Me aterra que los peronistas pragmáticos se aferren a sus carguitos. A la miserabilidad de sus cajas. Y no alcancen a dilucidar, siquiera, el juego perverso de la imberbocracia. Del que participan, a partir de sus individuales intrascendencias.