Conspiración
     A tenor de los        reportajes que van haciéndoles a los testigos supérstites, el proceso que        lleva el juez Norberto Oyarbide para asignar culpabilidades por los        crímenes de la Triple A, entre 1973 y 1976, está llamado a inocentar a        Juan Perón, y a remachar la leyenda del "brujo" López Rega que lo habría        sometido, mediante filtros mágicos y ritos esotéricos, dominando así su        voluntad para apoderarse de las decisiones del Estado, en sacrílego        connubio con Isabel Martínez, y todo al servicio de la CIA        norteamericana.
     Grave, porque la Justicia        validaría una versión conspirativa de la historia, como las que pretenden        que el taumaturgo Orbiger dominaba a Hitler; que los judíos se compraron a        Roosevelt desencadenando en Alemania la diametral persecución antisemita,        epilogada con la II Guerra; que Churchill era un pelele de Lord        Beaverbrook, el zar inglés de la prensa quien le dictaba sus proyectos y        le hizo escribir los libros de memorias; que De Gaulle era una marioneta        de Pompidou quien a su vez lo fue de la familia        Rotchschild...
     En realidad, López Rega        era sólo un fámulo, y no habría hecho nada sin la orden de        Perón.
     Lo que ocurrió luego es que todos        los "demócratas", aspirantes, tras 1983, a los votos peronistas,        adhirieron a la tesis conspirativa, santificando a Perón, y cargando toda        la culpa sobre el mucamo... 
 
 
 
