´Prensa Independiente´ - Edición semanal - 12 de septiembre del 2006 - Nro. 718
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"PRENSA INDEPENDIENTE"
- República Argentina -
"La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma
Representativa, Republicana Federal..."
Síntesis de prensa - ´Edición semanal´
12 de septiembre del 2006
Año 7to. - Número 718
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"América no será libre hasta que se libere de sus libertadores"
Alberdi
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Índice
1 - Nota de opinión política: "El ´Tribunal de Nüremberg´ argentino", por Dr . Alfredo Raúl Weinstabl.
2 - Patéticos dichos del abogado Mattarolo, quien fuera miembro pleno de la organización terrorista marxista FAP, el zorro en el gallinero de los DDHH. - "Más que conformes... felices por la venganza", por ´Prensa Independiente´.
3 - Fuente: Fundación Atlas 1853.org´: "El neodirigismo", por Julio César Crivelli, ...desde la revolución del 30, los argentinos tenemos un sueño absurdo.
4 – De La Nueva Provincia - Otras Voces: "Un crimen de lesa humanidad", por Javier Vigo Leguizamón.
5 - Partes principales de una nota brillante y valiente- De ´La Nación: "El antifaz judicial de la venganza", por Mariano Grondona.
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1 – Nota de opinión política:
"El ´Tribunal de Nüremberg´ argentino"
por Dr . Alfredo Raúl Weinstabl
Pocos meses después de la finalización de la II Guerra Mundial cuando en toda Alemania y en casi toda Europa aún humeaban las ruinas, el Tribunal Militar Internacional puso en marcha en el Palacio de Justicia de la ciudad de Nüremberg un proceso para juzgar a los responsables de una barbarie que conmovió al mundo.
Por primera vez en la historia un tribunal de vencedores juzgaba a los vencidos como culpables de crímenes contra la paz, de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad.
Se acusó a 24 de los más altos y principales funcionarios nazis, de horribles crímenes y atrocidades.
Luego del debido proceso, el Tribunal de Nüremberg condenó a 12 de los acusados a la pena de muerte, tres a cadena perpetua, otros cuatro a diversas penas de prisión y tres fueron absueltos. Dos de los acusados se suicidaron.
Todos los sentenciados eran los máximos responsables de millones de muertes y una devastación y destrucción jamás visto hasta en Europa ni en ningún otro lado hasta ese momento.
Salvando las distancias existentes por las enormes diferencias entre los dos casos, el de Nüremberg y el argentino, hay una similitud, el enfoque de la metodología para impartir justicia.
En nuestro país, quisimos emular el ejemplo que dieron las potencias vencedoras del conflicto. Hicimos exactamente lo mismo, pero con 180º de diferencia, totalmente al revés.
En efecto, los juicios no empezaron unos pocos meses después de la finalización del conflicto como lo fue en Europa, sino más de veinte años después y luego de una serie de peripecias políticas y jurídicas insólitas que no son objeto de este artículo.
Hace unas pocas semanas ya se conoció la primera sentencia a uno de los presuntos "genocidas" (ver nota Nº 1 al pie ) y participante activo del "Terrorismo de Estado" (Ver nota Nº 2) del gobierno del Proceso de Recuperación Nacional.
La Justicia argentina, con "sus valores de ecuanimidad, equilibrio, y adecuada y justa ponderación", volcó todo el peso de la Ley en uno de los homicidas del gigantesco y diabólico "aparato del Estado" del gobierno militar condenando .......a un sargento de la policía.
Para un observador imparcial y con un mínimo de criterio o sentido común esta sentencia como poco, parecería realmente una lamentable y grotesca humorada .
De los miles de personas que constituyeron las Fuerzas Legales del Estado que intervinieron y participaron y las que los apoyaron (seguramente millones de argentinos) en la lucha contra la subversión y el terrorismo, volvemos a repetirlo por si parece una humorada, la primera sentencia y condena, recayó sobre un sargento de la policía bonaerense.
Este hecho evidencia a las claras, lamentablemente, y utilizando un conocido dicho popular que "el hilo se corta por lo más delgado". Pero por otro lado es una verdadera embestida contra la lógica y el más elemental sentido común. Un gigantesco despropósito.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 5 condenó a Julio Héctor Simón a la pena de veinticinco años de prisión, inhabilitación absoluta y perpetua , demás accesorias legales y costas por ser coautor penalmente responsable de los delitos de privación ilegal de la libertad doblemente agravada por su condición de funcionario público.
Resulta sencillamente incomprensible e inadmisible que se juzgue a alguien de un nivel jerárquico tan bajo como el que tenía el sargento Simón , cargándole las responsabilidades de lo actuado en esa década. No escapa a nadie, que un sargento no actúa por iniciativa propia.
Si en cambio, creemos procedente las sanciones que quizás le caben por excesos o delitos conexos, si han sido probados.
Esta sentencia no es más ni menos, que el enorme circo mediático que el gobierno, por intermedio de su justicia adicta y corrupta, está llevando a cabo con el personal militar, de fuerzas de seguridad y policiales.
Los Coroneles y Teniente Coroneles actualmente detenidos con prisión preventiva y los equivalentes en las demás Fuerzas, en aquella época, eran oficiales subalternos o suboficiales de jerarquías muy bajas. La mayoría en aquel entonces, eran simples tenientes o subtenientes.
Cualquier que haya hecho la conscripción militar o que tenga un mínimo de criterio sabe que las jerarquías nombradas tiene una autonomía propia extremadamente acotada y prácticamente ninguna libertad de acción.
Dentro de la estructura jerárquica su misión se limita a cumplir órdenes o directivas o hacer cumplir estas.
En las estructuras jerárquicas de cualquier tipo, y en particular las militarizadas, el de mayor jerarquía es el que se lleva los honores de los aciertos y victorias y en contraposición, también la vergüenza y deshonra en los errores y derrotas.
El resto de la estructura simplemente cumple órdenes. Es lo que se conoce no solo en este país sino en todo el mundo como la "obediencia debida". A este concepto apeló Alfonsín para enterrar los desencuentros del pasado y buscar la pacificación nacional.
Para hacerlo más evidente y explícito, es el sistema y metodología que emplea y aplica el personaje actualmente en el poder : o se está con Kirchner,en su estricto verticalismo, o se es adversario y enemigo y se está directamente en la vereda opuesta.
¿Cuál es entonces la razón de acusar y condenar a los escalones intermedios y muy en particular los de menor jerarquía ? Ello demostraría un desconocimiento absoluto de la cadena de autoridad y de responsabilidades en las estructuras organizativas en particular de las militares.
Pero no es el desconocimiento lo que hace que en nuestro país se proceda exactamente al revés que en Nüremberg.
Es el odio, el resentimiento y el deseo de venganza que impulsa esta decisión tan contrapuesta a la mayor experiencia mundial y por el más elemental sentido común.
Pero básicamente a nuestro criterio es la necesidad de hacer un circo mediático para capitalizar políticamente el hecho y distraer a la opinión pública de los problemas más acuciantes. Pero para el desapasionado observador surge claramente que se está procediendo erróneamente y que se estás tomando a sabiendas, un camino totalmente equivocado lleno de riesgos: se está sembrando más odio aún y la posibilidad cierta de fracturar a la sociedad argentina, es un riesgo probable.
En vez de buscar la paz social y aquietar los ánimos, este gobierno, en particular Kirchner, los agita y los exacerba. La ciudadanía va teniendo la sensación que lentamente se va gestando una futura tempestad. Los miedos y el temor ya se ha reinstalado en el país. Los argentinos más observadores intuyen que una tormenta muy violenta se cierne en el futuro.
Es lamentable, Kirchner que tuvo la posibilidad de frenar el péndulo de nuestra permanente polarización política en la vertical, no solo no lo hizo, sino que le dio más envión aún.
Las reacciones cuando cambien los vientos, seguramente van a ser consecuencias directas de este desatino y torpeza presidencial . Sabemos que lo que se siembra posteriormente se recoge.
La soberbia, el descaro, la cobardía de sus actos, su incompetencia, su prepotencia, su mala educación, han hecho que Kirchner tenga enemigos por doquier. Inclusive dentro de aquellos que lo frecuentan y que forman su círculo más cercano. Pocas veces en las últimas décadas, hemos visto un mandatario tan odiado, por tanta gente, y de tantos sectores diferentes.
Viene a nuestro pensamiento el trágico fin del dictador Nicolás Ceasescu, por mucho tiempo aparentemente idolatrado por un pueblo que finalmente reaccionó con odio, ira y una violencia incontrolable ante los escandalosos abusos del dictador.
¡Quiera Dios que esa historia no se repita en nuestro país!
Dr . Alfredo Raúl Weinstabl
Nota s:
(1) Genocidio. Hay infinidad de definiciones sobre esta palabra. La más aceptada es la siguiente: "Es un delito internacional que consiste en la comisión, por funcionarios del Estado o particulares, de actos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso". – Bajo ningún concepto puede utilizarse este concepto en lo ocurrido en la guerra revolucionaria ocurrida en nuestro país durante la década del 70. Lo que el gobierno militar buscó es derrotar las organizaciones guerrilleras.
(2) Terrorismo del Estado: Es un concepto inexistente en la terminología mundial, creado por los terroristas subversivos argentinos para justificar su derrota en la guerra revolucionaria. El Estado no comete terrorismo . Lo que hace es represión militar y policial.
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2 – Patéticos dichos de un abogado, quien fuera miembro pleno de la organización terrorista marxista FAP, luego incorporada a Montoneros.
Hoy es funcionario, nada menos que Subsecretario de DDHH, el zorro en el gallinero, al igual que su anterior compinche en la FAP, Eduardo Duhalde hoy su jefe como Secretario de los mismos derechos (¿), evidentemente nada derechos y mucho menos humanos, una simple mascarada mediática de estos profetas profesionales del sembrado del odio entre argentinos.
"Más que conformes... felices por la venganza"
por ´Prensa Independiente´
Por noticias del diario ´La Nación´ del 5 de septiembre próximo pasado, nos enteramos que ante el fallo que dice anular los indultos que beneficiaban a los ex ministros José Alfredo Martínez de Hoz y Albano Harguindeguy, en el Gobierno ahora piden más avances, opinando que ahora "hay que llegar más lejos".
Así lo habrían dicho el subsecretario de Derechos Humanos Rodolfo Mattarolo y el Ministro de Justicia Iribarne. Evidentemente solo los guía el odio y la especulación política con la cortina de humos fatuos de los vengativos seudo juicios contra las FFAA de la Nación.
Grotesco que un fallo pretenda declarar inconstitucional el art. de la Constitución que prevé exactamente tales indultos, es lisa y llanamente declarar inconstitucional a la Constitución, un absurdo.
Hipócríta que se quiera justificar eso con Tratados muy posteriores a los años 70, que expresamente establecen no ser retroactivos y además no pueden serlo acorde a la misma Constitución.
Grotesco y más que caradura que dos conocidos ex criminales terroristas ahora dicten cátedra sobre como deberían haberlos combatido los militares y policías que cumpliendo su deber los aniquilaron, en defensa de la Nación en libertades organizada como República.
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3 - Fuente: Fundación Atlas 1853.org´
"El neodirigismo"
por Julio César Crivelli
Desde la revolución del 30, los argentinos tenemos un sueño absurdo: creer que una sociedad capitalista puede nacer y crecer dejando de lado los presupuestos básicos de la sociedad capitalista.
Negamos la libertad política y económica y pretendemos que el capital se acumule por orden del Estado. Creemos que el Estado (gobierno) es más sabio que el mercado (sociedad) y que el gobierno dirigirá cómo y cuándo se invertirá el capital. Y sorprendentemente creemos que el capital obedecerá.
Esta creencia confusa y ruinosa nos ha guiado desde hace décadas. Después de la crisis de 2001, por oposición al supuesto neoliberalismo de los 90, que en realidad fue un populismo más, se ha desarrollado otra vez una idolatría rígida: el «neodirigismo». Este «neodirigismo» se ha instalado con el consenso de toda la clase dirigente, basado en las ganancias que le produce el dólar sobrevaluado.
El neodirigismo es un renacimiento del sueño corporativista: empresas que hacen lo que el gobierno indica, centrales de trabajadores que obedecen al gobierno, aislamiento internacional en pos de una soñada autonomía, participación del gobierno en todos los aspectos de la vida regulando, ordenando, arbitrando. Este Estado ingresa directamente en lo macroeconómico, fijando precios, salarios, tipo de cambio y demás factores de la economía.
En lo jurídico, el neodirigismo interviene en los contratos, limitando la autonomía de la voluntad (prohibición de indexación, de exportación, subsidios de precios y tarifas, congelamiento de precios y otras que sobrevendrán). Además, critica a las repúblicas capitalistas occidentales, derivadas de la revolución francesa y norteamericana. Supone, rescatando un viejo dogma estalinista, que son hipocresías, instrumentos de dominio y que estas naciones no serían tan prósperas si no expoliaran al resto de la Comunidad internacional. De allí se deriva nuestra amistad con Chávez y nuestro alejamiento de Estados Unidos y Europa.
También el Estado neodirigista necesita abatir obstáculos que plantea una sociedad cuando está organizada como república occidental: en primer término, el principio de división de poderes. Debe asegurarse que el gobierno pueda legislar, lo cual se ha conseguido definitivamente con la reglamentación de los DNU. También debe asegurarse la coherencia del Poder Judicial, lo cual se obtuvo con el nuevo Consejo de la Magistratura.
En el orden federal, la obediencia de provincias y municipios está asegurada por su endémica dependencia económica de la Nación. Teniendo la mayoría del poder, puede poner manos a la obra para desarrollar la economía: se mantiene un «dólar superalto» que ha aumentado la actividad económica, al subsidiar las exportaciones y encarecer las importaciones.
A ello se ha sumado el viento a favor de los altos precios internacionales. Esto genera ganancias tanto para quienes exportan, como para los que, al amparo del dólar superalto, operan en el mercado local, sin competencia del exterior.
Asociación
El Estado se asocia en esta rentabilidad por medio de retenciones a las exportaciones y el aumento de la presión tributaria efectiva en el mercado interno. Tenemos así un modelo rentable para el sector privado y superavitario para el sector público. Hasta ahí el modelo económico es virtuoso.
La parte mala (siempre hay una parte mala) es que el dólar superalto arbitra los precios de la economía afectando a los que menos tienen . El dólar superalto aumenta el precio interno de los bienes exportables. Pero esos bienes en la Argentina no son turbinas, aviones o computadoras: son bienes y alimentos de la canasta familiar. El sistema se nutre con el sacrificio y el empobrecimiento de los más pobres. Aun así, el modelo produciría menos rechazo si fuera transitorio. Si durante este período de dólar superalto nuestro país incrementara fuertemente su calidad institucional y la seguridad jurídica, el crecimiento económico sería un imán que atraería inversiones productivas.
A su vez, el superávit fiscal debería invertirse en las grandes obras que necesitamos para dar un salto cualitativo en la productividad. El sacrificio no sería en vano, porque la mayor inversión provocaría un crecimiento permanente de la demanda de trabajo que elevaría los ingresos de toda la sociedad. Crecerían la inversión y la demanda de trabajo, los ingresos de los particulares y el bienestar general.
Pero lamentablemente ésta no es la realidad de la Argentina. Si seguimos por el camino actual, lo que sucederá es que el duro sacrificio de los más pobres se convertirá en pobreza permanente. Pese al importante crecimiento económico, las tasas de inversión están muy lejos de las de países con crecimiento muy inferior, como Chile y Brasil.
Es notoria la tendencia a atesorar en inmuebles o en ahorros en el exterior, que son totalmente improductivos para la sociedad y que caracterizan la búsqueda de seguridad antes que el aumento de producción. Es poco lo que se invierte y la capacidad instalada no crece en casi ningún renglón de la economía. Más allá de los elogios que la clase dirigente tributa a quien le hace ganar dinero, debemos entender que el neodirigismo aterra al capital y que el capital jamás se reinvierte por orden de nadie.
Un Estado que se mete en todo, que tiene la suma del poder y que cree tener siempre la verdad, es el enemigo más poderoso del capitalismo. El sector privado, que sabe que su capital está hipotecado en manos de un Estado dirigista, jamás pondrá un solo peso más a merced del poder. ¿Existe alguien tan ingenuo para suponer que el plan BONEX, el «corralito» y todas las demás confiscaciones han sido olvidadas? Los países crecen cuando la sociedad está convencida de que va a conservar y multiplicar la propiedad y sobre la base de esa convicción, los privados reinvierten su capital.
¿En un marco de repudio de la deuda pública, inseguridad personal y de los bienes, precios máximos, prohibiciones de exportación, leyes impositivas arbitrarias, legislación laboral destructiva, usurpaciones toleradas y bandas de piqueteros es posible creer en la inversión productiva? Por el rumbo que vamos no habrá inversión ni crecimiento genuino. Tarde o temprano, la inflación que provoca el dólar superalto devorará la ventaja competitiva y nuestra Argentina ingresará definitivamente en el club de la pobreza estructural. De ese club no se sale fácil.
Este gobierno ha expresado su vocación transformadora y su convicción capitalista. No diferimos en los fines, sino en los instrumentos.
La verdadera transformación consiste en cambiar la historia, en abandonar el dirigismo, la «convertibilidad mental, «en la que todo lo manda el Estado, en confiar en la sociedad libre con toda su riqueza, en rescatar esa república capitalista llena de presente y de futuro que alguna vez fuimos. En volver a la tradición de Occidente. No es tan difícil desandar el camino
Julio César Crivelli
Abogado. Especialista en temas de Obra Pública e Infraestructura. Miembro del Comité Ejecutivo de la Fundación Atlas1853. Publicó numerosos trabajos en revistas especializadas sobre infraestructura; así como artículos periodísticos sobre temas económicos de actualidad.
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4 - La Nueva Provincia – Bahía Blanca – República Argentina - 8 de septiembre del
Otras Voces:
"Un crimen de lesa humanidad"
por Javier Vigo Leguizamón
En su reciente visita a la Argentina, el historiador y académico francés Pierre Nora dio a los argentinos un sabio consejo:
"No confundan memoria e historia; la memoria es el recuerdo de un pasado vivido o imaginado, difundido por quienes experimentaron aquellos hechos o creen haberlo hecho. Por naturaleza, es afectiva, emotiva, inconsciente de sus sucesivas transformaciones, vulnerable a toda manipulación. La memoria depende en gran parte de lo mágico y sólo acepta las informaciones que le convienen.
"La historia, por el contrario, es una operación puramente intelectual, laica, que exige un análisis y un discurso críticos. La historia es una construcción siempre problemática e incompleta de aquello que ha dejado de existir, pero que dejó rastros. A partir de esos rastros, controlados, entrecruzados, comparados, el historiador trata de reconstruir lo que pudo pasar, y, sobre todo, integrar esos hechos en un conjunto explicativo.
"La historia no puede ser dictada por los legisladores. Eso sucede sólo en los países totalitarios, no en una democracia".
Hemos asistido, en estos últimos tiempos, a una vigorosa e incesante campaña del gobierno nacional en pos de imponer una parcial e incompleta memoria en relación a la lucha fratricida que ensangrentó el país durante la década del 70. Una memoria hemipléjica, lesiva de la unión nacional y de la verdad histórica, que pretende instaurar la falsa versión de que hubo entonces un solo demonio: el militar.
Difundida desde los colegios, las universidades y el grueso de los medios de comunicación, ha calado hondo en la población, pero difícilmente sobreviva a la mirada crítica y objetiva de los historiadores del futuro.
Cuando ellos vayan en busca de los rastros de ese pasado doloroso, hallarán entre ellos una huella profunda e imborrable : la marcada por el horroroso cautiverio y martirio del coronel Argentino del Valle Larrabure.
Un primer dato tal vez los sorprenda: Larrabure fue secuestrado el 11 de agosto de 1974 y asesinado el 23 de agosto de 1975. Ninguna dictadura gobernaba entonces el país. Lo hacía Isabel Perón, quien, junto a su esposo, había sido elegida por el 62% de los votos.
Seguramente, se preguntarán qué razón hubo entonces para secuestrarlo y retenerlo durante 372 interminables días en una lóbrega, húmeda y minúscula celda; qué motivos tuvieron para torturarlo y finalmente ahorcarlo por la espalda.
Hurgando en los diarios y decretos dictados en los años 1974/75, los cotejarán con los publicados y dictados en la primera década del siglo XXI, verificando cómo se ha manipulado la memoria.
Hoy, los asesinos de Larrabure han dejado, como miembros del ERP, de ser terroristas; ya no forman parte de una organización ilegal que el gobierno constitucional de entonces no trepidó en calificar en sus decretos como terrorista. Se han transformado mágicamente en "jóvenes que tan sólo pensaban diferente".
¿Eran realmente así? El interrogante ha sido respondido por la víctima en su diario del cautiverio, donde narra el sadismo y la crueldad de sus verdugos, imputación que probara con el estado que su propio cuerpo tenía cuando fue hallado. Había perdido 47 kilos; sus testículos presentaban signos evidentes de sucesivas torturas; en su cuello podía verse la marca profunda de la cuerda y el alambre con que lo ahorcaron.
Murió sin quebrarse; sin ceder a la vil propuesta de canjear su libertad por la colaboración en la fabricación de explosivos para los subversivos . Murió de pie, invocando a Dios y cantando el Himno Nacional.
No es ello, sin embargo, lo más admirable. Lo que especialmente conmueve y admira es que murió perdonando a sus asesinos, pidiendo a su mujer e hijos que, aunque sucediera lo peor, no odiaran a nadie y devolvieran la bofetada poniendo la otra mejilla.
Esta elevada exigencia moral ha sido honrada por los suyos. Quien lea el libro ´Un canto a la Patria´, escrito por Arturo, su hijo, no hallará odios ni pedidos de venganza, sino una convocatoria a la reconciliación, al perdón y al arrepentimiento por parte de todos, espíritu con que ha sido recordado en un acto cumplido días atrás.
Tiempo atrás, al votar en la causa Simón, el ministro de la Corte Suprema de Justicia Dr. Maqueda definió al crimen de lesa humanidad como aquel en que la persona no cuenta.
Coincidiendo, Juan Pablo II denunció en su hora que "el terrorismo se basa en el desprecio de la vida del hombre. Precisamente por eso, no sólo comete crímenes intolerables, sino que en sí mismo, en cuanto que recurre al terror como estrategia política y económica, es un auténtico crimen contra la humanidad" (cfr: "No hay paz sin justicia. No hay justicia sin perdón").
El caso de Larrabure es un ejemplo palpable de estos condenables crímenes, como también lo son los atentados a la AMIA y a la embajada de Israel que causaron casi cien víctimas y que se encuentran a punto de prescribir si no se los califica de esa manera.
La historia permanece; la memoria va demasiado rápido. La historia reúne; la memoria divide, advierte Nora, mientras los jueces de la Corte - urgidos desde el atril presidencial a expedirse en determinado sentido - enfrentan el dilema moral de fallar conforme a la memoria o a la historia.
Javier Vigo Leguizamón es abogado; preside la Cámara de Sociedades Anónimas de la Bolsa de Comercio de Santa Fe. Es autor del libro "Amar al enemigo".
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5 – Partes principales de una nota brillante y valiente:
´La Nación - 10 de septiembre de 2006
Columna de opinión:
"El antifaz judicial de la venganza"
por Mariano Grondona
El Diccionario de la Real Academia Española define venganza como "la satisfacción que se toma del agravio recibido". La venganza implica, según esta definición, una relación bilateral entre el autor de un agravio y aquel que, habiéndolo recibido, agravia a su vez al agresor para igualar los tantos.
Ocurre con frecuencia que el vengador no se comporta como un ser racional que mide objetivamente la ofensa recibida, sino como un vengativo que busca una compensación excesiva por el mal recibido.
El agravio que devuelve el "vengativo" a su agresor es mayor que el que recibió de él con lo cual, en vez de igualar las cuentas, las desiguala otra vez. De ahí en más la relación bilateral entre ambos, se convierte en un cuento de nunca acabar.
Hay sólo dos maneras de interrumpir esta secuencia de las venganzas interminables. Una es que alguno de los ofendidos, recurriendo al consejo de todas las grandes religiones, perdone a su ofensor "poniendo la otra mejilla" e induciéndolo así a tomar la misma actitud . Pero este ideal se da rara vez entre los mortales aunque alguna vez ocurrió, por ejemplo en Sudáfrica.
La otra manera de cortar la creciente violencia entre el ofendido y el ofensor, que verificamos por ejemplo en la tragedia de Medio Oriente, es que se interponga entre ambos un árbitro, un tercero imparcial. Es entonces cuando la relación bilateral de la venganza se convierte en una relación trilateral, cuando la justicia reemplaza a la venganza y la paz resulta posible.
Venganza diferida
Dos notas adicionales caracterizan a la venganza de los vengativos. Una, que entre la ofensa original y la respuesta agresiva medie un tiempo en cuyo transcurso madure el resentimiento. Si el agredido no puede responder en el acto a la agresión de la que es objeto, es entonces cuando, desde el recuerdo insoportable de su cruel derrota, se multiplican y se extreman las imágenes que desembocarán finalmente en la temida venganza.
La segunda nota adicional que habría que registrar aquí es que, cuando la venganza al fin estalla después de un largo tiempo de acumulación, es elaborada por los ofendidos bajo la apariencia de un reclamo de justicia . Este reclamo al que alimentó un largo resentimiento, ¿sería aceptado por un tercero imparcial?
Estas dos condiciones se cumplen acabadamente en la acción que hoy desarrollan los Montoneros, vencidos ferozmente en los años setenta, ahora que el caprichoso viento del poder sopla a su favor. Después de treinta años de lamer sus heridas a veces monstruosas, los Montoneros han vuelto. Tuvieron nada menos que tres décadas para alentar su resentimiento. También es verdad que presentan su venganza diferida como una campaña moralmente inobjetable porque invocan el sagrado nombre de la justicia.
Los jueces y la justicia
Hay que decir en favor de los vengadores de los años setenta que, en vez de acudir a la acción directa mediante nuevas violencias, han acudido a los jueces para castigar a sus antiguos agresores. Pero estos jueces a los que acuden, ¿se comportan por su parte como "terceros imparciales"?
¿Lo hace por ejemplo la Corte Suprema cuando declara que, en tanto los delitos de lesa humanidad que cometieron militares y policías son imprescriptibles, no lo son en cambio los delitos de lesa humanidad que cometieron los terroristas?
¿Lo hacen por ejemplo aquellos jueces que declaran nulos los indultos decretados por el presidente Menem, pero sólo cuando benefician a los gobernantes de los años setenta y no cuando benefician a los terroristas de esa misma década?
¿Lo hará una ley presentada en el Congreso por la cual los acusados de violar los derechos humanos desde el Estado en los años setenta no deberían gozar del beneficio del arresto domiciliario pese a haber cumplido los setenta años? Si este criterio se impone, equivaldría a sostener que aquellos a quienes se acusa de haber violado los derechos humanos no tienen, ellos, derechos humanos.
La persecución de los hombres símbolo del proceso militar de los años setenta acaba de cruzar una nueva frontera al sostenerse desde los estrados judiciales que el ex ministro de Economía Martínez de Hoz, si bien no se le ha podido probar ninguna violación "directa" de los derechos humanos de los guerrilleros, lo mismo los ha violado de manera "indirecta" por el mero hecho de haber formado parte del gobierno militar. Si este criterio se confirma, entonces todo funcionario del gobierno de los años setenta, haya sido civil o militar, caerá automáticamente en un estado insalvable de culpabilidad.
En el caso de Martínez de Hoz, se sostiene además que los muertos en la guerra de hace treinta años no sufrieron su aciaga suerte "mientras" gobernaba el acusado sino para que éste pudiera desarrollar su plan económico. Según esta visión, los militares que violaban los derechos humanos eran un mero instrumento de Martínez de Hoz.
Los continuadores de los Montoneros, ahora en el poder, presentan ante los jueces su venganza diferida.
Pero la pregunta más grave que hay que hacer es si esos jueces encarnan por su parte el ideal de un tercero imparcial o si, manejados por el Poder Ejecutivo, no se han convertido ellos mismos en los engranajes de una venganza que, gracias a ellos, se despliega en nombre de la justicia.
Si lo que ahora se desarrolla ante nuestros ojos no es la acción de una justicia capaz de superar los odios sino una venganza que apenas se disfraza con el antifaz de la justicia, también habría que temer que aquellos a quienes hoy se persigue estén madurando lentamente su propia venganza. ¿Es éste el país que queremos?¿No un país unido y reconciliado, sino un país devastado por los recurrentes huracanes del odio?
por Mariano Grondona
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