QUERER SER PADRE SIN MADRE O
MADRE SIN PADRE HURTA A UN TERCERO UNA PARTE ESENCIAL DE SU AVENTURA
PERSONAL
DISCRIMINAR
Querer ser
padre sin madre o madre sin padre hurta a un tercero una parte esencial de
su aventura personal
FERNANDO SAVATER – EL
PAÍS (ESPAÑA) 12 DIC 2015
Ya sabemos que hoy el mejor
modo de refutar cualquier crítica que se hace a una ideología o
comportamiento es acusar al crítico de padecer fobia contra lo que
censura. Invocando la “fobia”, la discusión pasa del terreno argumental al
clínico: aunque aporte muchas razones, el adversario es un enfermo moral o
mental, un psicópata social. No hay ni que examinar lo que dice, basta con
aplicarle salfumán fóbico y sanseacabó. Un ejemplo entre mil: la sentencia
judicial “pionera en España” (¡excelente!) que condena por
“discriminatoria” la disposición del Ministerio de Sanidad que sólo
permite la fecundación artificial a las mujeres que hayan fracasado más de
un año en los intentos por coito vaginal. Se asegura que la disposición
legal ahora vencida discriminaba a las lesbianas o a las solteras que se
negaban a mantener relaciones procreativas. ¡Era homofóbica, ni más ni
menos! Y que nadie se atreva a decir que era una medida contra la
heterofobia, porque me van a oír…
Pues bien, apúntenme en la
lista de los malos (la prefiero a la de los bobos). Que una mujer sana
procree un hijo artificialmente para abolir al varón (o que uno o dos
hombres utilicen un vientre de alquiler para un fin semejante pero
inverso) es realmente discriminatorio para el recién nacido, huérfano
programado y privado de una de las dos líneas de filiación que pertenecen
a la condición humana. Es lícito querer ser padre o madre, pero querer ser
padre sin madre o madre sin padre puede ser aceptado por un juez pero no
por la reflexión ética, ya que hurta a un tercero una parte esencial de su
aventura personal. Cualquiera puede criar a un niño, sean cuales fueren
sus gustos eróticos, pero nadie participa en la paternidad como pareja de
una probeta.