Carta abierta al Dr. Nelson Castro – Por María Delicia Rearte de Giachino
En su muy visto programa “El juego limpio” de ayer, penetró usted en un tema por demás doloroso, cuyo alcance seguramente no llegó a evaluar, como comunicador y especialmente como médico. Presentó a dos mujeres que ostentan uno de los títulos más nobles y sacrificados que puede ostentar una mujer: enfermera.
Enfermeras de Guerra, tal vez dentro de tal profesión, la culminación de sus deberes y de la más noble entrega al dolor solitario de un soldado…
Tengo en mi poder y en mi corazón el relato de los últimos momentos de mi hijo, el SR. CFIM (PM) D. Pedro Edgardo Giachino, que me enviara la enfermera inglesa que lo recibió, todavía con vida, en el hospital de las Islas donde fue atendido con el mayor profesionalismo y humanidad. Allí esa enfermera, sosteniendo con sus manos, como en oración, las manos del soldado, sintió su postrer entrega… Y a ella me une, a través de la distancia y de los años, un profundo sentimiento de agradecimiento porque, seguramente en esa mano, el hombre sintió el calor de los amores que dejaba…
¡Cuántos soldados en Malvinas habrán recibido ese bálsamo de amor de una mano de mujer en su dolor!
Ayer, seguramente en aras de “rating” y en consonancia al “NI UNA MENOS”, sumó usted, con su irreverencia, “muchísimas menos”…
Porque, Dr., bien sabe usted que se mata de distintas maneras y no solamente con la violencia física. Existe una muerte secreta y amarga que viven en estos momentos de una Argentina irreverente, miles de mujeres cuyos hombres son vilipendiados, despreciados, calumniados, por haber ofrendado sus jóvenes vidas en defensa de su PATRIA.
Soldados y oficiales argentinos que merecen los mayores honores son hoy tratados de torturadores, ladrones, asesinos, cobardes y el título que les faltaba, usted lo largó ufanamente, sin la risa forzada a Nelson K, abusadores de enfermeras en plena guerra.
¿Sabe a cuántas mujeres lastimó con su actitud? ¿Cómo pudo usted, que hizo un juramento de salvar vidas, mancillar el recuerdo de esposas, hijas, novias, madres, cuyo dolor jamás fue reconocido en su grandeza y por el contrario rebajado por mentiras y embustes, agregar ahora el estigma de la degradación sexual de sus hombres?
Si su propósito fue el de denigrar con esos hechos aberrantes a las FFAA y en especial a la ARMADA ARGENTINA, que libraron la GUERRA DE MALVINAS, puedo asegurarle que lo consiguió.
Las señoras enfermeras que invitó y que fueran ultrajadas por sus superiores, según sus testimonios, no merecían esa exposición degradante. Debo aclarar, asimismo, para evitar conclusiones malintencionadas y delitos insinuados, que durante el conflicto, las enfermeras recibían a los heridos en el barco hospital, sin bajar a tierra, y que cientos de relatos de oficiales y soldados dan cuenta de la caridad y excelencia con que fueron atendidos…
Debo también hacer referencia a la mención del CECIM, apoyando las denuncias de estas señoras, cuya veracidad no pongo en duda. El CECIM está conformado por VGM, que merecen mi respeto por el solo hecho de haber vivido la Guerra, pero que lamentablemente, llevados por intereses espurios, equivocaron su destino y en sus acciones; las que pretenden considerarse de solidaridad y justicia esconden intenciones aviesas, destructivas del honor y valor de Malvinas. Tal el propósito de la profanación de las tumbas de Darwin propuesta por iniciativa de un gobierno que destroza su pasado heroico en aras de un presente corrupto y un futuro sin LIBERTAD ni JUSTICIA.
Debo agregar que estos “defensores de la verdad”, en diciembre de 2010, tuvieron la valentía de amenazarme dos veces, por mi insoslayable deber de inmortalizar la CAUSA MALVINAS, no sólo por haberla penetrado en todo su dolor, sino porque una Patria sin santos ni héroes es bastión de mercenarios y falsos profetas.
Dr. Nelson Castro, si logró usted su objetivo de audiencia, que Hipócrates lo perdone…