Y el reclamo fue democracia, más democracia, mejor democracia
Y el reclamo fue democracia, más democracia, mejor democracia
15/09/12
El personaje de esta semana no tiene un solo rostro. Aunque, si se lo ve desde la Casa de Gobierno sólo se trata de unos cuantos miles de burgueses asustados.
Así es como los gobiernos se suicidan : cuando no saben distinguir lo que tienen enfrente, lo que construyeron por error u omisión.
El personaje de esta semana tiene mil cabezas pero no es un monstruo : personas de clase media y media baja, arrinconadas, preocupadas , que sintieron que caminar por el medio de la 9 de Julio en dirección a la Plaza de Mayo era una manera de perder el miedo.
El humor social vive en las antípodas de las matemáticas , no hay una fórmula que lo refleje y menos aún que lo prevea; tal vez haya sido aquello de “temerle a Dios y un poquito a mí”, o la re-reelección que corcovea cada vez más desvergonzada. En cualquier caso debe haber sido que varias decenas de miles de personas -¿importa, realmente, cuántas?- decidieron salir desorganizados y en paz a decir que no. ¿Que no a qué? Ellos mismos lo dijeron: no a un vicepresidente impune, no a Cristina Eterna, no a la corrupción, no al doble discurso . Sandra Gómez Fuentes -en otra época llamada Sandra Russo- dijo en plena marcha que ése era el “núcleo del veneno”.
Habría que preguntarse quién comenzó a dividir a esta sociedad entre amigos y enemigos, entre patriotas y cipayos, entre nacionales y populares y oligarcas. En la pantalla de C5N un patético Artemio López hacía los deberes, mencionando el hecho como una mínima convocatoria de vecinos que protestaban por el dólar. El resto de las pantallas cumplía el ideal kirchnerista de los medios: silenciar todo lo posible . Mucho más tarde, a regañadientes, difundieron unas pocas imágenes.
La cobertura del día después respondió al comportamiento habitual del Gobierno cuando de describir a la oposición se trata: cosificarlo, estereotiparlo, dejarlo de tratar como persona. Los que estuvieron ahí son oligarcas, señoras de Barrio Norte, chicos de San Isidro, explotadores de toda laya que quieren mantener sus privilegios.
La idea sería graciosa si no fuera trágica : quienes acusan viven en Puerto Madero, aumentaron sus fortunas al triple o cuádruple en pocos años, roban para la Corona o para sí mismos y se transformaron en los dueños de la moral revolucionaria. Como los indignados en Madrid o los “occupy Wall Street” en Estados Unidos, las protestas del jueves tuvieron un sesgo más cultural que partidario y esa característica fue percibida por el Gobierno como su debilidad, aunque tal vez sea su fuerza: “No sé qué buscan”, dijo el senador de teflón Aníbal Fernández.
Ante una oposición inexistente , los que protestaron no tienen una línea unívoca en el reclamo, no los unifica un programa o un lobby sino que son los que quedaron del otro lado de la grieta . Es comprensible que el Gobierno esté habituado a las marchas unidas por los planes sociales o el clientelismo: hacen desde siempre política en base a la urgencia ajena. Les cuesta entender grupos de gente distinta que están unidas por un estado de ánimo común: sienten que tienen derecho a ser ciudadanos completos, a ser tomados en cuenta .
Se puede encadenar a un esclavo, pero no se le puede pedir que ame las cadenas. El miedo es una construcción subjetiva, el objeto que lo despierta tiene la entidad del que le teme, por eso se desvanece cuando se rompe. Contra los consejos de Maquiavelo, no es una buena herramienta para gobernar y, cuando lo es, sólo dura un breve tiempo.
¿Las cacerolas protestan contra el cepo cambiario? Quizá, pero lo que sienten es que han perdido disponibilidad de lo poco que tienen, que los precios internos se dolarizan y que el salario se deteriora, y buscan una pequeña defensa contra un gran ataque . ¿Temen a la AFIP? Tal vez teman que quien quiere cobrarles, Echegaray, es un funcionario acusado de cobros de subsidios irregulares. Muy pocos, casi nadie, les da el ejemplo. Los que protestaban el jueves tienen hijos a los que no saben cómo explicarles lo que pasa, necesitan decirles que existe una justicia sin Oyarbides y que la ley es la misma para todos. La del otro día fue una marcha contra los Propietarios de la Razón, contra los Dueños de la Verdad . Hubo algunos miles, decenas, cientos, ¿importa cuántos? que sintieron que era necesario poner un límite, ya que nadie lo pone. Es difícil dialogar con quien cree que está llevando a cabo una revolución. Es todavía peor cuando esa revolución ni siquiera existe sino en el relato oficial.
Los que sostienen la “revolución” son coherentes: quieren dinamitar el sistema legal, domesticar al Parlamento, unificar y controlar a los medios, condicionar a los jueces al nuevo ordenamiento y obtener la reelección indefinida. El pequeño detalle es que ésta es una “revolución” protagonizada por ex funcionarios menemistas, otros de la Alianza, gremialistas de la dictadura, funcionarios grises y escandalosamente corruptos del sur, un vicepresidente que quiso quedarse con la máquina de hacer dinero, una reivindicación absolutamente acrítica de la violencia política de los 70 y gobernadores de provincias en las que la democracia no parece haber llegado nunca desde 1983. Quienes buscan la democracia están pidiendo que se los incluya en la toma de decisiones, que se respete la división de poderes, que existan reglas claras que se cumplan, que el trabajo y el mérito vuelvan a ser un valor y que la gente se detenga ante los semáforos en rojo .
A uno y otro lado de la grieta, ambos gritan.
El jueves una multitud pedía democracia, más democracia, mejor democracia. Esa grieta aún no se transformó en abismo, pero ya es lo suficientemente profunda como para trascender al actual Gobierno . El silencio presidencial y la procacidad del aparato de propaganda no harán sino empeorarla.