San pedro en el Vaticano
San Pedro en el Vaticano. Las pruebas indiscutibles
Margherita Guarducci
Los huesos de San Pedro en el Vaticano. Después de casi 40 años de estudios, Margherita Guarducci traza un balance de sus descubrimientos. He aquí las pruebas que dicen: «Pedro está aquí».
Desde hace muchos siglos la Iglesia católica proclama la existencia de la tumba de Pedro en el Vaticano y considera esta tumba como fundamento y garantía de su primacía. Se entiende entonces cómo la presencia de esta tumba haya sido objeto de contradicción para los adversarios de la Iglesia de Roma.
Algunos, para atajar el problema de raíz, incluso han negado que Pedro haya estado en la urbe. Esta última radical opinión ha ido perdiendo fuerza, pero todavía quedan algunos que ponen en duda la real presencia de la tumba de Pedro en el Vaticano.
Por mi parte, estoy segura de haber demostrado claramente, gracias a un intenso trabajo que ha durado no pocos años, desde 1952 en adelante, que en los subterráneos de la Basílica Vaticana no solamente existe la tumba de Pedro sino también –clamorosa excepcionalidad– una notable parte de sus restos mortales. Mi demostración, siempre iniciada en el más riguroso método científico y siempre basada en pruebas y comprobaciones sugeridas por varias disciplinas, se ha abierto paso. Pero ciertas resistencias quedan, especialmente por cuanto concierne a las reliquias del apóstol. Tales resistencias se manifiestan (increíble pero verdadero) sobre todo en el ámbito del Vaticano y eso -se nota– en pleno contraste con el reconocimiento oficial de las reliquias mismas, proclamado por Pablo VI en 1968 y sucesivamente confirmado nuevamente por él en varias ocasiones.
Estando así las cosas, me ha surgido el deseo, es decir, me he impuesto el deber de resumir las numerosas razones y por dar la mayor claridad posible al gran problema, el cual (no se puede negar) interesa a gran parte de la humanidad. Mi objetivo es aclarar la evidencia y resolver definitivamente el problema en acuerdo con la tradición de la Iglesia.
Pedro vino a Roma, murió mártir en el reinado de Nerón y fue enterrado sobre la colina del Vaticano, donde aconteció su martirio.
De esto existe ante todo una prueba indirecta: ninguna comunidad cristiana, excepto la de Roma, jamás se alabó por poseer la tumba de Pedro. Por otro lado encontramos pruebas directas que recíprocamente se iluminan y completan. Se trata de fuentes literarias, datos arqueológicos y epigráficos. También hay, especialmente por cuanto concierne a las reliquias del apóstol, el aporte de las ciencias experimentales.
Entre finales del siglo I d.C. y el principio del III, existen fuentes literarias incensurables que convergen y certifican la tradición de la Iglesia. Al final del siglo I, Clemente, jefe de la comunidad cristiana de Roma, sitúa a Pedro (y Pablo) en el episodio de la persecución de Nerón y de los horrorosos acontecimientos que sucedieron en el Circo de Nerón en el Vaticano, espectáculos de los que de manera acreditada habla ampliamente Tácito, el más grande historiador de Roma. En la primera mitad del siglo II siguen dos escritos "apocalípticos", la «Ascensión de Isaías» y el «Apocalipsis de Pedro»: de estos testimonios resulta que Pedro -único entre los apóstoles de Jesús- murió en Roma víctima de la persecución neroniana del 64. Más tarde, a caballo entre los siglos II y III, el historiador de la Iglesia Eusebio relata acerca de un presbítero romano de nombre Gaio que habla por primera vez de la tumba gloriosa ("trofeo") de Pedro en el Vaticano. En el transcurso de los años los testimonios de la existencia de la tumba de Pedro en el Vaticano han sido numerosos.