¿Quién conocía sobre Luis Sarmiento? ¿Eduardo Luis Duhalde o 'Damián'?
¿Quién conocía sobre Luis Sarmiento? ¿Eduardo Luis Duhalde o 'Damián'?
"La jueza María José Sarmiento no puede negar que su padre estaba imputado en delitos de lesa humanidad", dijo el secretario de Derechos Humanos de la Nación. ¿Lo dijo como Eduardo Luis Duhalde, abogado y funcionario, o como 'Damián', su apodo en los días cuando frecuentaba a Montoneros y ERP? El cuerpo médico forense recomendó esta tarde que el militar retirado Luis Alberto Sarmiento no sea trasladado a Misiones porque padece una "enfermedad degenerativa" y no está en condiciones físicas de afrontar el viaje. Buena ocasión de recordar quién fue Duhalde:
POR JUAN BAUTISTA YOFRE | 19/03/2010 | 19:44
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Volver a Matar). El 6 de septiembre de 1971, aproximadamente a las 15:40, un numeroso grupo de internos (14 de ellos subversivos y 4 comunes) se dio a la fuga de la unidad carcelaria, luego de agredir con armas de fuego al personal del penal.
Según los textos de los Autos y Vistos, firmados por el juez de la Cámara Federal actuante, César Black, y el secretario Martin Anzoátegui, más el telegrama inicial emitido por la Delegación de la Policía Federal a la Cafepe (Cámara Federal Penal), murieron 5 agentes y 3 resultaron gravemente heridos.
Todo comenzó al ingresar en el penal un camión cargado con garrafas destinadas a la granja de la cárcel, donde trabajaban varios de los presos del PRT-ERP. Concluida la descarga, el camión se dirigió a la salida donde detuvo su marcha por un aparente desperfecto, justo frente a la guardia.
Aqui, había algunos de los reclusos esperando el inicio de las acciones. Los presos estaban autorizados a vender los productos de la granja que ellos explotaban en las inmediaciones del portón de acceso. Otros se hallaban en el interior del local esperando entrevistarse con su letrado, que esta vez fue partícipe de los hechos.
Para el éxito del operativo fueron necesarios varios pasos:
1) reducir a los integrantes de la Sala de Guardia;
2) reducir al personal administrativo y cortar los teléfonos;
3) detener a una treintena de efectivos policiales que se encontraban en sus dormitorios y
4) controlar a los guardias de las garitas.
Se alcanzó la fuga de los terroristas pero no pudieron saquear la Sala de Armas, gracias a la férrea resistencia del jefe de Guardia y el oficial de Tiro y el sargento encargado de cuidar la sala.
Entre los evadidos más importantes se encontraban Benito Urteaga, Juan Manuel Carrizo, Manuel Negrín, Roberto Coppo, Juan Santiago Mangini, Luis Yñaez, Ramón Rosa Jiménez (a) 'Ricardo' o 'El Zurdo', Humberto 'Gerardo' Pedregosa (cuadro militar y miembro del Comité Central del PRT-ERP) y Carlos Benjamín Santillán (casado con la escribana María Cristina Lanzillotto, hermana de Ana María, esposa del 'Gringo' Menna.
La fuga del penal de Villa Urquiza fue un eslabón más de una serie de acontecimientos que manifestaban una violenta escalada subversiva en la Argentina. Asalto de bancos, ocupación de comisarías, asesinatos en plena vía pública de policías y empresarios, secuestro de diplomáticos extranjeros y atentados con bombas, conformaban un muestrario siniestro con el que los habitantes estaban obligados a convivir.
Cuando la Cámara Federal Penal (Cafepe), o el denominado 'fuero antisubversivo', comenzó a funcionar diligentemente, muchos de los autores materiales de los atentados y sus cómplices comenzaron a poblar las cárceles del país.
Coincidentemente, en este clima de 'guerra armada' revolucionaria, el viernes 3 de septiembre se constituyó la Asociación Gremial de Abogados, que se convertiría en la cantera de donde saldrían los defensores de los presos.
Muchos de los profesionales -por qué no decirlo- eran 'simpatizantes' o simplemente 'miembros' disfrazados de las organizaciones armadas.
Todos en el ambiente judicial lo sabían. Pero nadie de los integrantes de la Cafepe los descalificó.
En definitiva, la 'justicia burguesa', a la que las organizaciones armadas soñaban destruir si ganaban, les dio a todos la oportunidad de defenderse. Ésa fue la regla de juego, su fortaleza y su debilidad.
Basta recorrer las causas, observar las listas de los defensores, y se confirmará la repetición de los mismos nombres. Como no podía ser de otra forma, la lista la encabezaban Rodolfo Ortega Peña y su socio Eduardo Luis Duhalde, jocosamente llamados en el ambiente judicial 'Rómulo y Remo' o 'el íncubo y el súcubo'.
Atrás venían Rodolfo Mattarollo, Roberto Sinigaglia, Mario H. Hernández, Mario Kestelboim, Esteban Righi, Miguel Radrizani Goñi, Alejandro Teitelboim, Silvio Frondizi, Luis Cerrutti Costa, Gonález Gartland, Vicente Zito Lema, Mario Landaburu, Amilcar y Manuela Elmina Santucho, Isidro Ventura Mayoral, Alicia Beatriz Pierini, Hugo Vaya Narvaja Yofre, Martha Oyanaharte, Jorge de la Rúa, Gustavo Roca, Hipólito Solari Yrigoyen, Felipe Rodríguez Araya, Mario Amaya y varios más.
La asamblea constitutiva -presidida por Mario Hernández y los doctores Alejandro Teitelbaum y Rafael Lombardi, como secretarios- reunió a unas 150 personas. En su primera declaración pública reclamaron la libertad de "todos los presos políticos y gremiales como Ongaro, Doña, Avellaneda y Tosco. (...) La libertad del doctor Roberto Quiero, víctima de un procedimiento o detención que asombró a la ciudadanía toda por su estilo fuera de la práctica de países civilizados y cuya detención actual resulta una burla al derecho y la justicia".
Roberto Jorge Quieto Algañaraz estaba detenido desde el 7 de julio de 1971. Entrenado en Cuba (1968), era una de las cabezas más prominentes de las FAR y participó en la ocupación del pueblo de Garín (1970). Escapó del penal de Rawson (1972) y a su vuelta se convirtió en uno de los jefes de Montoneros (1973).
En diciembre de 1975 fue detenido por las fuerzas legales del gobierno de Isabel Perón y figura en los registros como desaparecido.
Los abogados defensores de los procesados fueron: César Calcagno, Amilcar Santucho, Manuela E. Santucho, Iván Federico Essen, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Héctor L. Vidal Albarracín, José María Martinelli, Mario Hernández, Mario Landaburu, Alicia Beatriz Pierini, Adalberto Cavila y Miguel Radrizzani Goñi.
Dos cuestiones a destacar:
1) la mayoría de los evadidos fueron recapturados por la policía tucumana en forma casi inmediata y fue felicitada por el juez Black. Ocurre que se puso en evidencia que era una institución ya fogueada por haber estado operando en una 'zona caliente' elegida como teatro de guerra por la subversión;
2) los hechos tuvieron una limitada repercusión periodística a pesar de la enorme crueldad ejercida. Sólo mereció una atención especial en la prensa tucumana. La explicación debería hallarse en los tiempos que se vivían.
Según los textos de los Autos y Vistos, firmados por el juez de la Cámara Federal actuante, César Black, y el secretario Martin Anzoátegui, más el telegrama inicial emitido por la Delegación de la Policía Federal a la Cafepe (Cámara Federal Penal), murieron 5 agentes y 3 resultaron gravemente heridos.
Todo comenzó al ingresar en el penal un camión cargado con garrafas destinadas a la granja de la cárcel, donde trabajaban varios de los presos del PRT-ERP. Concluida la descarga, el camión se dirigió a la salida donde detuvo su marcha por un aparente desperfecto, justo frente a la guardia.
Aqui, había algunos de los reclusos esperando el inicio de las acciones. Los presos estaban autorizados a vender los productos de la granja que ellos explotaban en las inmediaciones del portón de acceso. Otros se hallaban en el interior del local esperando entrevistarse con su letrado, que esta vez fue partícipe de los hechos.
Para el éxito del operativo fueron necesarios varios pasos:
1) reducir a los integrantes de la Sala de Guardia;
2) reducir al personal administrativo y cortar los teléfonos;
3) detener a una treintena de efectivos policiales que se encontraban en sus dormitorios y
4) controlar a los guardias de las garitas.
Se alcanzó la fuga de los terroristas pero no pudieron saquear la Sala de Armas, gracias a la férrea resistencia del jefe de Guardia y el oficial de Tiro y el sargento encargado de cuidar la sala.
Entre los evadidos más importantes se encontraban Benito Urteaga, Juan Manuel Carrizo, Manuel Negrín, Roberto Coppo, Juan Santiago Mangini, Luis Yñaez, Ramón Rosa Jiménez (a) 'Ricardo' o 'El Zurdo', Humberto 'Gerardo' Pedregosa (cuadro militar y miembro del Comité Central del PRT-ERP) y Carlos Benjamín Santillán (casado con la escribana María Cristina Lanzillotto, hermana de Ana María, esposa del 'Gringo' Menna.
La fuga del penal de Villa Urquiza fue un eslabón más de una serie de acontecimientos que manifestaban una violenta escalada subversiva en la Argentina. Asalto de bancos, ocupación de comisarías, asesinatos en plena vía pública de policías y empresarios, secuestro de diplomáticos extranjeros y atentados con bombas, conformaban un muestrario siniestro con el que los habitantes estaban obligados a convivir.
Cuando la Cámara Federal Penal (Cafepe), o el denominado 'fuero antisubversivo', comenzó a funcionar diligentemente, muchos de los autores materiales de los atentados y sus cómplices comenzaron a poblar las cárceles del país.
Coincidentemente, en este clima de 'guerra armada' revolucionaria, el viernes 3 de septiembre se constituyó la Asociación Gremial de Abogados, que se convertiría en la cantera de donde saldrían los defensores de los presos.
Muchos de los profesionales -por qué no decirlo- eran 'simpatizantes' o simplemente 'miembros' disfrazados de las organizaciones armadas.
Todos en el ambiente judicial lo sabían. Pero nadie de los integrantes de la Cafepe los descalificó.
En definitiva, la 'justicia burguesa', a la que las organizaciones armadas soñaban destruir si ganaban, les dio a todos la oportunidad de defenderse. Ésa fue la regla de juego, su fortaleza y su debilidad.
Basta recorrer las causas, observar las listas de los defensores, y se confirmará la repetición de los mismos nombres. Como no podía ser de otra forma, la lista la encabezaban Rodolfo Ortega Peña y su socio Eduardo Luis Duhalde, jocosamente llamados en el ambiente judicial 'Rómulo y Remo' o 'el íncubo y el súcubo'.
Atrás venían Rodolfo Mattarollo, Roberto Sinigaglia, Mario H. Hernández, Mario Kestelboim, Esteban Righi, Miguel Radrizani Goñi, Alejandro Teitelboim, Silvio Frondizi, Luis Cerrutti Costa, Gonález Gartland, Vicente Zito Lema, Mario Landaburu, Amilcar y Manuela Elmina Santucho, Isidro Ventura Mayoral, Alicia Beatriz Pierini, Hugo Vaya Narvaja Yofre, Martha Oyanaharte, Jorge de la Rúa, Gustavo Roca, Hipólito Solari Yrigoyen, Felipe Rodríguez Araya, Mario Amaya y varios más.
La asamblea constitutiva -presidida por Mario Hernández y los doctores Alejandro Teitelbaum y Rafael Lombardi, como secretarios- reunió a unas 150 personas. En su primera declaración pública reclamaron la libertad de "todos los presos políticos y gremiales como Ongaro, Doña, Avellaneda y Tosco. (...) La libertad del doctor Roberto Quiero, víctima de un procedimiento o detención que asombró a la ciudadanía toda por su estilo fuera de la práctica de países civilizados y cuya detención actual resulta una burla al derecho y la justicia".
Roberto Jorge Quieto Algañaraz estaba detenido desde el 7 de julio de 1971. Entrenado en Cuba (1968), era una de las cabezas más prominentes de las FAR y participó en la ocupación del pueblo de Garín (1970). Escapó del penal de Rawson (1972) y a su vuelta se convirtió en uno de los jefes de Montoneros (1973).
En diciembre de 1975 fue detenido por las fuerzas legales del gobierno de Isabel Perón y figura en los registros como desaparecido.
Los abogados defensores de los procesados fueron: César Calcagno, Amilcar Santucho, Manuela E. Santucho, Iván Federico Essen, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Héctor L. Vidal Albarracín, José María Martinelli, Mario Hernández, Mario Landaburu, Alicia Beatriz Pierini, Adalberto Cavila y Miguel Radrizzani Goñi.
Dos cuestiones a destacar:
1) la mayoría de los evadidos fueron recapturados por la policía tucumana en forma casi inmediata y fue felicitada por el juez Black. Ocurre que se puso en evidencia que era una institución ya fogueada por haber estado operando en una 'zona caliente' elegida como teatro de guerra por la subversión;
2) los hechos tuvieron una limitada repercusión periodística a pesar de la enorme crueldad ejercida. Sólo mereció una atención especial en la prensa tucumana. La explicación debería hallarse en los tiempos que se vivían.