�EXISTE UNA IGLESIA ARGENTINA? Reflexi�n de monse�or H�ctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa �Claves para un mundo mejor� (19 de mayo de 2007) Quisiera ocuparme, hoy, en estos minutos televisivos, de un tema que me preocupa porque observo que existe en la opini�n p�blica una confusi�n acerca de c�mo est� organizada la Iglesia Cat�lica. Y, en definitiva, una confusi�n acerca de la naturaleza misma de la Iglesia. Es frecuente ver en los medios de comunicaci�n, e incluso en la pluma de algunos periodistas especializados en cuestiones religiosas, que se habla de �la Iglesia argentina�. Existe, seg�n ellos, una �iglesia argentina cuyo jefe es el Presidente de la Conferencia Episcopal�. Supuestamente, entonces, los obispos tendr�amos que obedecer a ese jefe de la iglesia argentina. Esto no es as�, porque no existe una iglesia nacional, una iglesia argentina. Incluso, se ha dado en la historia un problema teol�gico muy serio y un grav�simo error que se llam� galicanismo. Esto porque en una �poca los obispos franceses y sobre todo los reyes de Francia, de las Galias, se consideraron como una Iglesia independiente que pod�a tratar de igual a igual con la Iglesia Universal y el Sumo Pont�fice�. Es bueno recordar que la Iglesia en Francia depend�a del poder temporal y �sta es, en definitiva, la suerte que corren todas las iglesias nacionales. Discuten la autoridad del Papa pero se someten a la autoridad de un rey, de un pr�ncipe, de un emperador o de un zar. Lo cierto es que la Iglesia no est� organizada as�. La Iglesia Universal, la Iglesia Cat�lica que est� distribuida por todo el mundo, se concreta en iglesias particulares o iglesias locales que son las di�cesis: una porci�n del Pueblo de Dios que es confiada a la conducci�n pastoral de un obispo que est� en comuni�n con el obispo de Roma, sucesor de San Pedro y pastor de la Iglesia Universal. El Papa es el jefe de toda la Iglesia Cat�lica y cada obispo es el jefe de su Iglesia particular o local. Tambi�n existen relaciones entre esas iglesias particulares. Desde hace muchos siglos las iglesias particulares se agrupan en Provincias Eclesi�sticas que son presididas por un Arzobispo o Metropolitano que no es, sin m�s el jefe de los obispos sufrag�neos, porque en realidad esa provincia es un organismo de comuni�n y de participaci�n para la organizaci�n pastoral. Asimismo las Provincias Eclesi�sticas, que pueden agruparse en regiones para algunos fines pastorales espec�ficos, para coordinar algunas acciones ya que esas di�cesis est�n ubicadas en el mismo territorio geogr�fico, en una misma regi�n. A su vez, la Conferencia Episcopal es un organismo de comuni�n y de servicio de tal manera que las diferentes Comisiones de la Conferencia Episcopal pueden ayudar, para determinadas tem�ticas, a las l�neas pastorales que se siguen en cada una de las di�cesis. En s�ntesis, dejemos en claro, que no existe una �iglesia argentina� cuyo jefe es el Presidente de la Conferencia Episcopal. Todo esto es importante para comprender correctamente la relaci�n de la Iglesia con la sociedad, o de la Iglesia con el Estado. Sobre este asunto existe en la Argentina de hoy una confusi�n. Se piensa, por lo general, que la relaci�n de la Iglesia con el Estado se reduce a la relaci�n del Presidente de la Naci�n con el Presidente de la Conferencia Episcopal, y no es as�. En las provincias o en los municipios, los obispos que est�n al frente de su propia iglesia particular o local tienen que relacionarse con las estructuras estatales de la zona, con los gobernadores o con los intendentes, y lo hacen de modo permanente, con total normalidad. Y a�n, en cada municipio, los p�rrocos est�n en comunicaci�n tambi�n con las autoridades municipales. El principio de esta relaci�n ha sido se�alado por el Vaticano II: independencia y colaboraci�n, al servicio del pueblo. Por eso, as� como es compleja la realidad del Estado, es tambi�n compleja la realidad de la Iglesia. Pero en el fondo, lo que debe quedar bien claro es la idea teol�gica de la Iglesia. Es la Iglesia Universal, la Iglesia Cat�lica, que se hace presente, viva y actuante en las iglesias particulares presididas por los obispos. Ser�a bueno que quienes deben manejar period�sticamente estas cuestiones disiparan la confusi�n y se expresaran con mayor exactitud. Mons. H�ctor Aguer, arzobispo de La Plata
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