Cómo es el recorrido de la droga por los pasillos de la villa 1-11-14
La villa 1-11-14 es un gran supermercado del delito.
En sus largos, angostos y zigzagueantes pasillos, en los bunkers, en
puertas pintadas de colores ya preestablecidos; en los sótanos de
algunas viviendas, en habitaciones sin ventanas y doble entrada, se
vende marihuana, paco y cocaína. También armas de guerra, explosivos,
uniformes de fuerzas de seguridad, chalecos antibalas. En esa villa del
Bajo Flores también se ocultan delincuentes de toda calaña. Son hombres y
mujeres prófugos buscados por la Justicia argentina, o por Interpol.
Allí se codean narcotraficantes, violadores, asesinos, barrabravas, ex
integrantes de grupos guerrilleros, como Sendero Luminoso, policías
corruptos, abogados con llegada a lo más alto del Poder Judicial y
punteros políticos que responden a los funcionarios de turno. Un cóctel explosivo.
La redada sirvió como marco para que, después de la detención de 17
personas, el secuestro de 503 kilos de marihuana, 50 kilos de cocaína,
50.000 dosis de paco y 400 gramos de pasta base; desembarcaran allí,
entre otros, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich; el jefe de la Policía Federal Néstor Roncaglia, el ministro de Seguridad y Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, el jefe de Gendarmería Nacional, Gerardo Otero, y hasta el Alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
Colaboradores del titular del Juzgado federal Nº 12 aseguraron a Infobae que
su señoría tomo muy mal, pero con resignación política, ese hecho, no
solo porque podría haber alertado a parte de los clanes mafiosos que iba
a buscar, sino porque se puso en riesgo la vida de los camarógrafos
civiles y hasta la de un periodista que apareció en varias tomas detrás
de los efectivos de gendarmería que, a punta de pistolas y armas largas,
hacían tronar sus borceguíes negros por los oscuros pasillos de la
villa.
Desde la primera foja de la causa 11.882, el magistrado deja muy en
claro sus objetivos: "Se procura en este expediente verificar la
existencia y actual permanencia de un importante e indefinido número de
personas debidamente organizadas con la finalidad primordial de ejecutar
en el interior e inmediaciones del asentamiento poblacional conocido
como 'Villa 1-11-14' de esta ciudad actos relacionados con el tráfico
ilícito de sustancias estupefacientes (incluyéndose entre las mismas la
introducción, almacenamiento, fraccionamiento y distribución definitiva
de distintas clases de narcóticos –entre las que se destaca aquella
conocida como "PACO"-, ya sea en grandes cantidades o en pequeñas
porciones destinadas al consumo individual), como así también con la
comisión de otras acciones de corte delictivo producidas, en general, en
el marco de esa actividad (tales como el almacenaje y uso permanente de
todo tipo de armamento y municiones, el enfrentamiento constante con
personas pertenecientes a grupos antagónicos, y el ejercicio cotidiano
de violencia sobre aquellos que resultan ajenos a la agrupación), con el
claro objetivo de mantener la hegemonía territorial de la zona en la
que se produciría la mayor parte del emprendimiento criminal en
cuestión".
Los primeros rehenes de esta situación son la mayoría de los 58.000
habitantes distribuidos en 11 manzanas. La vida de estas personas están
cruzadas por una guerra sin cuartel que libran dos de las principales
bandas criminales de la Ciudad y el Conurbano Bonaerense con
ramificaciones dentro del país y en Perú, Bolivia y Paraguay, lugares
desde donde traen gran parte de la cocaína, pero hacia donde llevan
buena parte de la recaudación por la venta y tráfico de estupefacientes a
través de encomiendas despachadas en micros de larga distancia.
En la Villa 1-11-14 (como en otras) las armas son alquiladas o
vendidas. Y la moneda de cambio son billetes, drogas, o un porcentaje
del robo en el cual se las va a utilizar. En esas verdaderas armerías
clandestinas están a disposición, por ejemplo, pistolas calibre .38
largo, pistolas calibre .45, pistolas calibre 9mm, revólveres calibre
.22, fusiles de guerra FAL, ametralladoras Uzi, fusiles AK47. También
municiones de distintos calibres, entre ellas con punta de teflón para
atravesar los chalecos antibalas.
Siempre según detalle brindado por el testigo "A", la mecánica de la
telaraña mafiosa es el siguiente: "Todos los jefes tienen teléfono, son
celulares, compran muchos celulares. (…) las casas a donde van para
bajar la merca siempre las cambian, para que no los agarren, siempre son
casas de la banda, las cambian cada mes, pero… siempre eran las casas
que están detrás de la puerta 102. (…) Traen la merca en cantidad, la
traen en panes entre sus ropas, no usan bolsos, siempre paran en la
remisería Los Rebeldes, están esperando ahí que los llamen, cuando los
llaman se van a otro lado y reciben los panes, después vienen caminado
hasta la puerta 102 y se encuentran con uno de los jefes para ir a otra
casa y bajar la merca. También reciben la plata que les paga por haber
traído la cocaína. Se llevan la plata que les dieron por los panes que
traen, esa plata se la llevan de vuelta para el lado de la otra
remisería la Santa Rosa."
Sobre las drogas "A" también desplegó toda su sabiduría del bajo fondo.
"En general la cocaína y el paco, o la pasta base, se diseminan en
pequeños recortes de bolsas del supermercado 'Día'. Eso es para
diferenciar la droga que sale de la villa 1-11-14 de la que se puede
conseguir en otros lugares. Además, esta droga en general es la que
tiene menos 'corte', es decir que es más pura. Si un vendedor 'corta' la
droga y alguien viene a reclamar lo sancionan porque está haciendo
quedar mal al jefe. La marihuana en general se envuelve en pequeños
pedazos de bolsa de color negro, como las de consorcio. El que vende
sabe después por el color que es lo que está vendiendo y el precio de
cada uno. Se les entrega una bolsa con toda clase de droga, se vende y
después paga el dinero del producido. Todo eso se anota en los papeles".
Para tener una aproximación de la contabilidad que llevan los narcos de
la villa, bien vale trascribir lo que averiguó el juez Torres y que lo
volcó de esta manera en la causa: "La cantidad que aparece en la primera
columna son los gramos de 'ALTO', en la segunda columna, los gramos de
'BAJO' y al costado de esto, la cantidad de plata en miles de pesos. Por
ejemplo en la hoja del cuaderno 'Gloria' incautado que comienza con el
apodo 'XL', el número '200' son los gramos de cocaína de mejor calidad,
el número '50' es la cantidad de gramos de cocaína de menor calidad y el
número '4.960' son cuatro mil novecientos sesenta pesos".
También en los improvisados "libros contables" que en realidad son
cuadernos escolares aparecen los encargados de la venta al menudeo y sus
apodos son los siguientes: "Pipi", "Carelo", "Bagre", "Oreja", "Fresa",
"Marengo", "Menen", "Covis", "Achacado", "Bajon", "Rodo", "Máscara",
"Mascarita", "Leo", Popeye", "Galleta", "Francuela", "Chepo", "Chato",
"Ciego", "Burrito", "Piña", "Larri", "Ella", "Wendy", "Chispa",
"Camello", "Sapito", "Al Pacino", "Boce", "Oso", "Robin", "Rolinga",
"Lenon", "Mudo" y "Patachín".