Cristina y un quiebre: primera vez que admite la corrupción
Aceptó que los dólares de López son de origen ilegal. Nunca antes había tenido esa actitud ante denuncias de corrupción
Cristina, junto a los militantes en El Calafate. (Captura de video)
Cristina Kirchner quebró el viernes un
método de hacer política que duró doce años. En su texto de Facebook
sobre los millones voladores de José López aceptó que esa plata podía
ser resultado de negocios de corrupción de alguien que fue uno de sus
más leales funcionarios.La ex presidenta jamás había siquiera dado a entender, en público, que alguien que trabajaba para ella había caído bajo la tentación de enriquecerse gracias a su cargo.
Ayer, en un sentido, el kirchnerismo cambió para siempre. Su líder, que intentó mantener un discurso de haber gestionado la Argentina con equipos impolutos y transparentes, ya no ocultó más esa fantasía. Desde ex secretarios a ministros nacionales, e incluso la propia ex Presidenta, se enriquecieron de forma notable durante los años en los que ocuparon puestos públicos.
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¿Por qué, si es inocente como jura serlo, el diputado Julio De Vido no pide él mismo que le quiten los fueros para que la Justicia allane sus propiedades en las que nada malo podría encontrarse? Negarse a ese hecho no suena a conducta de quien fue ejemplar en su contabilidad y ética cobrando sueldos estatales durante 30 años.
La presión interna de los militantes del FPV. La evidencia de los hechos. Aquella fortuna de José López volando por el aire en una madrugada en la que Dios y la Fe se entremezclaron con la Policía Bonaerense; en la que en una cuadra del inabarcable conurbano se cruzaron un denunciante llamado Jesús con millones de dólares húmedos de un ex funcionario paranoico y armado generaron un cambio en el discurso de la Jefa. Sus consecuencias pueden ser impredecibles. Cristina Fernández de Kirchner aceptó ayer que uno de los suyos seguramente sea un corrupto. Por primera vez.
Ricardo Jaime confesó que cobró coimas de una empresa de la familia Cirigliano, la misma que tenía la concesión del tren Sarmiento, la línea ferroviaria de la masacre de Once. La ex Presidenta no dijo nada de esa confesión intolerable.
Cristina nunca defendió en público al procesado múltiple Amado Boudou. No lo ayudó con una sola palabra de aliento en cuatro años. Con acciones que lideró el ex vice, sí. Pero los Kirchner no lo pacificaron con algún alivio verbal a su favor.
La ex Presidenta, en cambio, protegió a Aníbal Fernández de las denuncias que lo vinculaban al submundo del tráfico de drogas. Lo intentó despegar de esas acusaciones en un acto en Casa Rosada.
Desde el inicio del caso Antonini Wilson, otro ejemplo, negó que ella o sus funcionarios tuvieran algo que ver la valija repleta del venezolano. El caso está inconcluso.
La ex presidenta, por supuesto, desmintió haber usado el Estado para enriquecerse. Afirmó que su fortuna fue consecuencia de una carrera de juicios ganados como abogada exitosa de la que no existen constancias.
El silencio más espectacular de Cristina Fernández sobre alguien cercano a quien acechan las sospechas de corrupción es el que mantiene sobre su socio Lázaro Báez.
“El Negro”, como le dicen en Santa Cruz al empresario K, tampoco recibió una palabra de aliento de la ex Presidenta desde que vive en un calabozo. En otros tiempos, al menos dirigentes K de terceras líneas, como Juan Carlos Dante Gullo, se animaba a pedir en los medios que haya “cien Lázaro Báez más” en la Argentina.
El ex ministro de Trabajo, Carlos Tomada, fue grabado de forma legal hablando con el sindicalista José Pedraza. Fue cuando a éste último se lo investigaba por ser el autor ideológico del crimen del militante del PO Mariano Ferreyra. En una conversación telefónica que se encuentra en internet, el funcionario rié con Pedraza en pleno auge del caso y le da consejos defensivos. Cristina: silencio.
Casos similares se repitieron durante doce años. Hasta ayer.
Por presiones internas, por responsabilidades políticas, Cristina tardó en dar respuesta por el affaire López, pero finalmente dio su versión de los hechos. Ella no le dio esos millones de dólares a su ex funcionario, dijo, intentando desviar las miradas.
Cristina explicó que López recibió esos millones siendo funcionario de su gestión, eso sí. La plata de López estaba ahí, a la vista de todos. Hay cuestiones de fe que se terminan, simplemente, frente a un hecho inapelable: la realidad